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Foto del avatar About Pablo Hiriart

Periodista egresado de la FCPyS. Reportero fundador de La Jornada y director fundador de La Crónica de Hoy. Exdirector de La Razón. Actualmente es jefe de Corresponsales en Estados Unidos.

Tiranía o democracia

Propuestas en salud, transición energética, o dónde cargar los acentos con los programas sociales, pueden ser más atractivas las de una candidata u otra, pero lo de fondo es que México elegirá entre la democracia y la tiranía.

El país no vive una dictadura. No, gracias a las elecciones de 2021 en que la ciudadanía no le dio a la coalición gobernante la mayoría calificada para cambiar la Constitución.

Gracias a la Suprema Corte de Justicia de la Nación que ha actuado con rectitud pese a presiones y chantajes.

Y gracias a los (pocos) medios de comunicación libres que aún quedan, a pesar de ser tratados como delincuentes.

La tiranía está en proceso de construcción, mediante la demolición de las instituciones que son pilares de la democracia.

Claudia Sheinbaum Pardo es la candidata que, en caso de ganar, va a consolidar la instauración de la tiranía en nuestro país.

Ella pide ganar la Presidencia y la mayoría en el Congreso para aprobar el paquete de cambios legislativos que ya mandó López Obrador.

Con eso cambios se entrega al Presidente, a través de su partido, el control del Poder Judicial y la organización de las elecciones.

La democracia termina cuando se transfiere toda la autoridad a una sola persona.

Parece una obviedad, pero hay que repetirlo.

Ahí está la pregunta que vamos a responder en las elecciones del 2 de junio: queremos tiranía o preferimos democracia.

Claudia Sheinbaum no está fintando para engañar a López Obrador y después de ponerse la banda presidencial se va a convertir en demócrata.

Hace campaña en favor de la elección directa de jueces, magistrados y ministros del Poder Judicial.

Está por la desaparición del Instituto Electoral y ponerlo bajo la tutela del gobierno. No les basta con tener a la mayoría de los consejeros de su lado.

Las elecciones las debe organizar el gobierno, los votos los cuenta Morena y las denuncias las resuelve el gobierno.

Ella es congruente. No viene de la izquierda democrática (viene de Convergencia Comunista 7 de Enero), y nunca ha dicho que estaba equivocada, o que ya cambió y ahora cree en la democracia representativa.

Los que, sabiendo qué está en juego, engañan con la ilusión de que si Sheinbaum gana la Presidencia va a cambiar, serán los responsables del cambio de régimen hacia uno basado en la tiranía.

Cuando está en riesgo la democracia, la neutralidad no es una virtud. Ni en académicos ni en analistas políticos.

Es un imperativo de honestidad intelectual explicar hacia dónde vamos.

O para decirlo con la claridad del músico Joaquín Sabina: “Que las verdades no tengan complejos, que las mentiras parezcan mentiras y ser cobarde no valga la pena”.

En la interesante entrevista que Salvador Camarena le hizo a Claudia Sheinbaum, publicada el viernes en estas páginas, el columnista le preguntó:

-¿Usted tendría interlocución con las bancadas del PRI, PAN y PRD?

-Para eso hay un secretario, o secretaria, de Gobernación, a la gobernación es a la que corresponde estar en contacto con la bancada de Morena, y muchas veces desde la bancada de Morena la relación con las otra bancadas, así fueron los otros presidentes, ¿eh? –contestó.

Primero, eso no es verdad: los presidentes –y sus secretarios de Gobernación–, desde Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón hasta Enrique Peña Nieto, siempre tuvieron un diálogo permanente y fluido con los dirigentes de la oposición.

En este sexenio se acabó la interlocución del titular del Ejecutivo con los que tienen otros puntos de vista.

Y si Sheinbaum gana, ya anunció que ella no hablará con los que piensan distinto ni tampoco lo hará el o la titular de Gobernación, pues se entenderá con Morena.

Camarena le planteó: “La gente dice: ‘México no aguanta otros seis años de polarización’”.

A lo que Sheinbaum contestó: “… Yo siempre que se habla de polarización digo, a ver: primero, la mayor polarización, la más riesgosa, incluso para el país, es la polarización social, las profundas desigualdades, y esas se han ido acortando… cuando pregunto por qué quieren tanto al Presidente y me dicen ‘es que por primera vez nos volteó a ver un presidente’, es muy revelador de lo que existía antes, entonces esa polarización social ya no existe”.

Así ve Sheinbaum al país: sin polarización social.

Hay quienes ven (vemos) la polarización que se inculca desde la niñez en los libros de texto en primarias y secundarias, y que además son explicados por los maestros de la CNTE.

Y hay quienes no ven (no vemos) al presidente López Obrador como el que acabó con la polarización social, pues la principal fábrica de odio y desinformación del país está en Palacio Nacional.

Hay propuestas positivas en el programa de Sheinbaum y también en el de Xóchitl. Perfecto. Sin embargo, la elección está en otro lado: democracia o tiranía.

Biden puede volver a ganar

Desde el ángulo que se le quiera ver, la competencia entre Joe Biden y Donald Trump por la Presidencia de Estados Unidos tendrá un final de fotografía.

Como en las mejores tradiciones de los grandes hipódromos de ese país, la carrera será cabeza a cabeza.

Apenas la semana pasada, Trump aparecía como delantero en la mayoría de los estados “campos de batalla” de Arizona, Nevada, Georgia, Wisconsin, Michigan y Pennsylvania.

Pero en las últimas horas la ola cambió de rumbo en favor de Joe Biden que aparece ahora en la delantera con el voto popular en ocho de las 12 encuestas más recientes.

El presidente cuenta en este momento con 41 por ciento de respaldo popular, frente a 37 por ciento de la anterior encuesta Reuters/Ipsos.

Aunque las encuestas decisivas serán las de los seis estados campos de batalla, los nuevos datos sugieren que es errónea la interpretación de que Trump tiene la Presidencia en el bolsillo.

Uno de los temas que podría explicar este cambio de humor en el electorado es el debate nacional sobre el aborto.

La posición de los republicanos y de Trump se encuentra a contrapelo del punto de vista mayoritario de las mujeres en Estados Unidos.

Trump, al igual que la Suprema Corte, apoya que cada uno de los 50 estados decida sobre el aborto.

Biden, en cambio, está en favor de que las mujeres decidan y ha prometido buscar restablecer el caso emblemático de la Suprema Corte que legalizó el aborto en Estados Unidos, Roe vs Wade.

Además, las arcas de campaña de Biden están llenas.

Esa suficiencia le ha permitido bombardear a Trump con spots que recogen testimonios de mujeres afectadas por las leyes antiaborto.

El impacto del tema del aborto fue tan obvio que Trump tuvo que salir a denunciar la decisión de Arizona de restablecer una de las leyes más restrictivas leyes antiaborto.

Pero la lista de variables que podrían impactar el desenlace es cada vez más grande, empezando por los procesos judiciales contra Trump.

A pesar de todos sus intentos de dilación, Trump será puesto en el banquillo de los acusados en Nueva York, este lunes, por el caso de soborno a la actriz porno Stormy Daniels.

Trump es acusado de conspirar para influir en las elecciones presidenciales de 2016, neutralizando información negativa sobre él para suprimir su publicación.

En este caso, una relación extramarital con la actriz, algo grave en un sector de sus votantes.

Los sondeos muestran que, en algunos estados, más de 10 por ciento de los votantes republicanos dejaría de votar por Trump si es encontrado culpable de al menos una acusación criminal.

Se espera que el juicio se prolongue durante alrededor de dos meses, por lo que el veredicto podría darse incluso antes de las convenciones partidistas del verano.

Pero Trump enfrenta otros problemas. En la más reciente ronda de elecciones primarias, hasta una cuarta parte de los votantes republicanos sigue emitiendo votos a favor de Nikki Haley, a pesar de que ya abandonó la carrera presidencial.

Se trata de la más reciente expresión de que el movimiento conservador anti-Trump está vivo y coleando. Y en una elección cerrada, puede ser decisivo.

Así es que olvide el regreso de Trump a la Casa Blanca como un destino manifiesto para Estados Unidos.

El triunfo de Trump no es inevitable.

Tampoco estamos siendo testigos de un simple acto de coronación del candidato republicano.

Biden tiene sus propios problemas. Para empezar, el descenso del apoyo entre los votantes hispanos. Eso puede ser crucial en estados como Arizona y Nevada.

También ha perdido fuerza entre los electores afroamericanos en el estado de Georgia.

Esa es la razón por la que lanzó una nueva iniciativa para cortejar a los votantes hispanos y convenció a su exjefe Barack Obama para reconquistar el voto negro.

Barack y Michele Obama son máquinas de ganar votos, por su carisma y elocuencia.

Cierto, todos los datos confirman que ni Trump ni Biden entusiasman a sus bases y que el desenlace de las elecciones de noviembre es una moneda que permanecerá en el aire hasta el primer martes de ese mes.

Cabeza a cabeza será la carrera, y la llegada de fotografía.

Ecuador, el agravio y la farsa

El gobierno de Ecuador violó la soberanía de México al entrar por la fuerza a la sede diplomática en Quito. El presidente Daniel Noboa debe disculparse y devolver al preso, porque realizó un acto ilegal de suma gravedad.

Dicho lo anterior, lavemos en casa la ropa sucia.

Nuestras embajadas no pueden ser recintos para el refugio de cuatreros.

Inadmisible es que AMLO haya reaccionado agresivamente al señalamiento de la posible implicación del Cártel de Sinaloa en el crimen del candidato Fernando Villavicencio.

Haber dejado crecer a los cárteles de Sinaloa y Jalisco es y será un peligro para el prestigio de México en el mundo.

Por defender la imagen de esos cárteles nos peleamos con presidentes de países amigos.

Nuestro Presidente especuló de manera irresponsable con la hipótesis de que a Villavicencio lo pudo matar la derecha ecuatoriana para que no ganara la candidata del correísmo.

En otras palabras, lo que insinuó López Obrador es que Daniel Noboa ganó la Presidencia gracias a un asesinato.

¿Qué tiene que hacer el Presidente de México con hipótesis de complots políticos en el asesinato de un candidato presidencial en una nación hermana?

AMLO exige sanciones contra Ecuador porque se metió a nuestra embajada a sacar a un delincuente. Hace bien el Presidente.

Pero rechazó sancionar a Rusia cuando invadió Ucrania, pisoteó el derecho internacional, la vida, la libertad y la infraestructura de un país soberano.

Los dirigentes morenistas se envuelven en la bandera por la agresión a la embajada y acusan de “vendepatrias” a quienes cuestionan la injerencia de AMLO en los asuntos internos de Ecuador.

Muy patriotas ahora, pero callaron cuando nuestro Presidente fue a la Casa Blanca a darle las gracias a Donald Trump “por haber sido respetuoso” de México y los mexicanos.

Jorge Glas, el ex vicepresidente de Ecuador que estaba en la embajada, estuvo seis años preso por recibir sobornos de Odebrecht.

No es un perseguido por sus ideas o actividades políticas.

Era perseguido por la justicia ecuatoriana por delitos del orden común.

Los hechos:

El conflicto diplomático empezó al día siguiente del asesinato del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio.

El crimen ocurrió el 9 de agosto.

Días antes (31 de julio) Villavicencio reveló que fue amenazado de muerte por el líder del grupo criminal Los Choneros, Adolfo Macías, alias el Fito, a quien las autoridades ligan con el Cártel de Sinaloa.

Villavicencio tenía como una de sus banderas de campaña enfrentar “a las mafias políticas que están vinculadas al narcotráfico”. Y lo mataron.

El presidente de Ecuador apuntó al crimen organizado (efectivamente así fue) como responsable del asesinato, y en particular al grupo filial del Cártel de Sinaloa.

Al día siguiente del asesinato, 10 de agosto, el presidente López Obrador salió a tratar de desvincular al Cártel de Sinaloa de las sospechas que hizo públicas el presidente y la prensa ecuatorianas.

“Me llama la atención que de inmediato empiezan a repartir culpas de manera muy sensacionalista, y poco seria y poco responsable, en autoridades y medios de información, que en la mayoría de los casos son de manipulación, no medios de información”.

Fue una declaración absolutamente innecesaria.

El Cártel de Sinaloa no es una empresa mexicana respetable, formal.

Es un complejo criminal transnacional que, junto con el de Jalisco Nueva Generación, son los capos mundiales del trasiego de drogas y jefes de mafias en cuatro continentes.

Las pesquisas llevaron a la detención de los autores materiales del homicidio, seis colombianos integrantes de la banda de Los Lobos, apadrinados por el Cártel Jalisco Nueva Generación.

“No especular”, “afirmaciones irresponsables”, “poco serias”, “no hay elementos (para acusar al CS)”, son “hipótesis y hasta pueden ser conjeturas”, le reprochó AMLO al mandatario de Ecuador y a los medios de comunicación en ese país, al día siguiente del crimen.

Agregó el presidente López Obrador: “No hay que olvidar que siempre, y más en tiempos electorales, se inventan cosas”.

Eso, el 10 de agosto, 24 horas después de que el candidato Fernando Villavicencio recibió tres tiros mortales al finalizar un evento de campaña.

¿Prudencia? ¿No especular? ¿No hacer conjeturas?

En la mañanera del 3 de abril de este año el Presidente de México soltó esta calumniosa insinuación: “Hubo elecciones en Ecuador, iba la candidata de las fuerzas progresistas como 10 puntos arriba, 10 puntos. Como tres, cuatro, cinco candidatos más. Entonces, un candidato que habla mal de la candidata que va arriba de repente es asesinado, y la candidata que iba arriba se cae, y el candidato que iba en segundo sube. Pero la candidata que queda después de este asesinato como sospechosa sigue haciendo campaña en circunstancias, considero, muy difíciles porque imagínense a todos los medios, pero ella sigue y sigue y sigue”.

Ante el reclamo de la familia del candidato asesinado, el presidente ecuatoriano declaró no grata a la embajadora de México.

En respuesta, al “huésped” Gras México le concedió formalmente asilo.

Y Noboa reaccionó con la toma de la embajada para llevarse detenido a Gras, con lo que violó tratados internacionales.

De manera merecida, el gobierno ecuatoriano se llevó la condena enérgica de la OEA.

Pero hay ropa sucia que lavar en casa.

Se enojó AMLO con Sheinbaum

En lugar de enojarse con Claudia Sheinbaum porque no lo defendió como a él le hubiera gustado, López Obrador tendría que dar las gracias porque sí fue generosa con él.

Tendría que entender el Presidente que Sheinbaum es candidata y no puede suicidarse políticamente al defender lo indefendible e insultar la inteligencia de los mexicanos.

En su conferencia matutina de ayer López Obrador se dijo agraviado y se mostró muy molesto por lo que ocurrió en el debate de las candidatas presidenciales:

“Qué mal estamos en salud, sin reconocer absolutamente nada, qué mal en educación, qué mal en todo. Aun así, no pudieron dejar mal –yo no estoy hablando del partido– lo que se ha hecho en el combate a la corrupción”, dijo con sarcasmo.

Le echó la culpa a las preguntas de la gente para ocultar que su enojo es con la candidata de Morena, porque las preguntas son eso, preguntas, y la sustancia está en las respuestas.

De inmediato la candidata se puso manos a la obra para contener los daños que le podría provocar la herida del hipersensible ego del Presidente.

En un mitin dijo que en el debate había defendido a la ‘4T’ con alma y corazón.

Si así se pone AMLO de enojado y no logra contener su irritación porque Sheinbaum no hace exactamente lo que a él le gustaría que hiciera, cómo se van a poner las cosas si ella gana la Presidencia.

De paso, López Obrador le dio la razón a Xóchitl Gálvez, que dijo en el debate que a su contrincante la pusieron “no para ser corcholata, sino tapadera”.

Sheinbaum llegó hasta mentir en el debate para defender a la actual administración, pero no se puede todo porque “tonto es el que cree que el pueblo es tonto”.

Ella es candidata de Morena, no vocera del Presidente. Su trabajo ahora es ganar votos, no perderlos.

Le molestó a AMLO que Claudia no le “reconociera absolutamente nada” de su legado en combate a la corrupción, educación y salud.

¿Qué quiere que le reconozcan en salud, si deja un desastre con cientos de miles de muertos?

Por hacerle caso al médico de confianza del Presidente (López-Gatell) en la pandemia, Sheinbaum carga con el deshonroso peor lugar nacional en desempeño ante la emergencia sanitaria.

Se tuvo que comer completa la sopa que le recetó Xóchitl por haber abdicado de su deber como científica y dejar la vida de la población capitalina en manos de un charlatán.

Nadie está obligado a defender lo indefendible, y menos cuando se es candidato.

¿Qué legado quiere el Presidente que le reconozcan en materia educativa?

Sheinbaum habló de lo que ella hizo en la Ciudad de México cuando fue jefa de Gobierno, y dijo unas cuantas mentiras en lo general, como que se quiso privatizar la UNAM.

Pero al Presidente le pareció poco. Quería un aplauso en cadena nacional de parte de su candidata, y como no ocurrió se enojó con ella.

Es indefendible, y mucho menos loable, la destrucción de este gobierno en materia educativa.

La matrícula educativa no creció. Eso es algo que no ocurría desde la Revolución.

En la prueba Pisa, estudiantes de 15 años –en el mundo– tenían que diferenciar información de opinión en un párrafo breve.

¿Qué porcentaje de alumnos mexicanos pudo hacerlo correctamente?

El uno por ciento. Sí, 1%.

Y después de eso quiere que su candidata le aplauda en cadena nacional, le llame “el Gran Educador” o algo así.

Las campañas se hacen a partir de las insuficiencias, y el Presidente quiere que Sheinbaum haga la suya sobre la base de su legado.

Lo que más parece haber hecho enojar al Presidente es que Sheinbaum no lo defendió en el espinoso tema de la corrupción.

“Me he dedicado por completo a desterrar la corrupción”, dijo ayer el Presidente cuando soltó sus agravios por la falta de reconocimiento a su trabajo.

Él ha dicho que se acabó la corrupción, pero la mayoría de la gente no le cree. En la reciente encuesta de EL FINANCIERO se muestra que sólo 41 por ciento de la población aprueba su trabajo contra la corrupción.

Claudia Sheinbaum tampoco le cree. Armó un equipo de artillería pesada y con plan de combate detallado para combatir la corrupción que la población urge reducir.

Por donde le busquen a este gobierno brota corrupción. Desde las grandes obras hasta en el pomposamente llamado Instituto para Devolverle al Pueblo lo Robado.

¿Qué va defender la candidata Sheinbaum en ese rubro decepcionante para la mayoría de la gente?

Sí dijo que el Presidente era honrado, no como los anteriores. Y hasta ahí. Máynez fue más efectivo en quitarle golpes a la actual administración en esa materia, con el recurso de generalizar para absolver.

Se enojó AMLO y es tarea de Sheinbaum apaciguarlo.

Un Presidente con ese ego, que no se siente valorado y se enoja públicamente con su candidata y con la gente que hace preguntas que salen en televisión abierta, puede tomar decisiones imprevisibles en los casi seis meses que le quedan en el mando.

El fondo del debate

El domingo quedaron expuestas dos miradas sobre México: la que niega la realidad, y la que reclama rescatar la salud abandonada, la seguridad perdida en los abrazos a criminales y la educación como motor de la movilidad social.

Con sorpresa leí ayer lunes que una gran mayoría de analistas políticos y comentaristas, respetables y de buena fe, vio a Claudia Sheinbaum ganar el debate.

Mayor fue la sorpresa al leer que la candidata de Morena ganó porque “no cayó en provocaciones”.

¿De cuándo acá se le llama “no caer en provocaciones” al no responder señalamientos concretos y fundamentados sobre realidades?

¿De cuándo acá mentir a sangre fría es “no caer en la provocación”?

Por lo visto, incluso para las personas mejor informadas tiene más valor negar la realidad que exhibirla.

Si en los sectores más ilustrados de la sociedad fue “una provocación” y no un argumento serio y fundado señalar la “irresponsabilidad criminal” de la exjefa de Gobierno por la caída del tren en la Línea 12 del Metro, con 27 muertos por falta de mantenimiento, ¿qué se puede decir?

Parece que ya nada nos conmueve.

Bueno, sí. Nuestros comentaristas celebraron como un gran acierto de Claudia Sheinbaum haber dicho que “hasta la bolsa de tiempo se quiere robar la candidata del PRIAN”, en referencia a una presunta falla del cronómetro del INE.

Todo el rigor contra Xóchitl, mientras Sheinbaum pudo mentir a placer sin que la crítica la toque.

La historia se repite. En sexenios anteriores a los presidentes demócratas y tolerantes se les vapuleaba, a veces con razón, y otras con escarnio hasta por niñerías.

Y al huevo de la serpiente que incubaba el autoritarismo, el odio entre mexicanos, la destrucción institucional del país y del tejido social, se le daba el calor de la condescendencia y permiso para engañar.

Son nuestros intelectuales. Nuestros principales analistas de la vida pública: ganó Sheinbaum porque no cayó en la provocación, y por lo de la bolsa de tiempo o la bandera al revés.

No lo dicen de mala fe ni para quedar bien con nadie. Eso piensan, eso vieron, eso opinan.

Su ingenuidad es pasmosa.

El país elegirá entre democracia y Estado de derecho, o totalitarismo (sometimiento de la justicia, las leyes, el Poder Legislativo a la voluntad de una sola persona), y varias de nuestras mentes brillantes coquetean con el peligro.

Tomo un recurso de pésimo gusto, aunque pertinente luego de las reacciones al debate de anoche: los dos primeros párrafos de mi reciente libro: AMLO, el costo de una locura:

“El destino de los pueblos que renuncian a la razón es siempre el mismo: la tragedia. Ese momento de insensatez colectiva se da cuando los argumentos no convencen a nadie”.

“Lo vivimos ahora en México. Shakespeare parece estar entre nosotros, con mirada atónita ante el aplauso de víctimas que presencian la destrucción de su futuro y vitorean el frenesí demencial que nos arroja a décadas atrás”.

Xóchitl, con algunas carencias en su estructura personal y programática, plantea un gobierno que rinda cuentas. Claudia no.

Exhibió, con nombres y sumas, las fortunas que se han hecho a la sombra de la opacidad de los contratos de obra pública asignados sin concurso en las obras faraónicas como el Tren Maya y la refinería en Dos Bocas.

¿Tiene o no razón?

Al parecer no importa.

Lo importante, por lo visto, fue que Claudia Sheinbaum dijo que “hoy tenemos un Presidente honesto. Nunca podrán decir lo mismo de los presidentes del PRIAN que representa” Xóchitl.

¿Y los contratos multimillonarios asignados por dedazo del Presidente y sellados por ‘seguridad nacional’?

¿Las denuncias por corrupción que presentó Xóchitl en esas y otras obras, no valen?

Xóchitl no obtuvo respuesta de Sheinbaum cuando la acusó de delitos puntuales: “Negligencia criminal”.

¿A eso le llaman no caer en la provocación?

¿Viva el silencio y mueran los hechos?

“Xóchitl no noqueó”, dicen. Desconozco, entonces, a qué se refieren con ‘noquear’.

Hay 240 mil millones de pesos del sector salud “que el gobierno desvió a obras faraónicas”.

La negligencia y el desdén por la salud provocaron el desabasto de medicinas y la muerte de un cuarto de millón de mexicanos, que no debieron morir por la pandemia.

Ahí estaban, en el foro del debate, familiares de víctimas de la negligencia criminal.

“No noqueó”, dicen.

¿Qué querían?

Todos los ataques de Xóchitl tenían sentido y estuvieron argumentados.

Sheinbaum atacó con descalificaciones que no se preocupó por fundamentar: mentirosa, se roba hasta la bolsa del tiempo, quisieron privatizar la UNAM, la precariedad en los hospitales públicos es culpa del neoliberalismo que no formó médicos, la gente emigra a Estados Unidos por pobreza…

La vieron ganar el debate.

“¿Por qué el gobierno puede saber sobre cada peso que gastan los contribuyentes, y éstos no pueden saber en qué gasta el gobierno lo que pagan los contribuyentes?”, preguntó Gálvez y no tuvo respuesta.

Nuestros analistas le dan más valor al silencio que a una pregunta cargada de contenido y sentido común.

Eso quieren, eso tendremos.

No esperemos resultados diferentes cuando se ponderan las arengas de agitadores por encima del razonamiento.

Cuando se es indulgente con el autoritarismo, la ineptitud, el desprecio por la vida humana, por la naturaleza, por la ciencia y la negación de la realidad.

Xóchitl, contra dos, se llevó la noche

Anoche vimos un gran debate entre aspirantes presidenciales, como no veíamos desde el primero que se realizó, en el lejano 1994, y con el mismo desenlace: un triunfo claro y el viento fresco de la democracia que nos invita a revalorarla.

Pudimos ver, con la excelente conducción de Denise Maerker y Manuel López San Martín, tal cual es cada una de ellas, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, y el papel que en esta elección juega Álvarez Máynez: un ayudante de Morena.

Las formas. Xóchitl parecía presidenta. Llamó a las cosas por su nombre, sin rodeos; transmitió calidez personal y seguridad en la ruta por donde quiere llevar al país.

Claudia fue transparente: fría, desconfiada, segura de que gobernó bien la Ciudad de México y que el pasado fue horrible.

Álvarez Máynez transmitió que es un buen tipo, y que un voto por él será un voto perdido.

Vimos a Xóchitl demoler con argumentos al actual gobierno, no sólo con las cifras, sino con las evidencias dolientes en la sala de debates.

Fue directa con su adversaria: eres científica, pero le diste medicina para piojos a enfermos de covid, no alzaste la voz y la Ciudad de México fue la entidad con mayor mortalidad en la pandemia: los habitantes de la capital del país perdieron nueve años de vida.

“Callaste”, le dijo, “porque no tienes corazón”.

Claudia se refugió en lo que ella hizo en el gobierno de la Ciudad de México, y tampoco ahí salió bien librada.

No contestó el señalamiento de su responsabilidad en el derrumbe del Colegio Rébsamen, que pudo haber clausurado un año antes y no lo hizo. El saldo fue de más de 20 niños muertos.

En esa seguidilla de hechos que le echó en cara la candidata de la oposición, Sheinbaum tampoco pudo responder por la tragedia de la que fue señalada como culpable: la caída de la Línea 12 del Metro.

Sheinbaum intentó defenderse con su lucha contra la corrupción en la Ciudad de México con una información de Transparencia Mexicana que la organización desmintió en redes sociales.

Y el revire de Xóchitl fue contundente: durante tu gobierno la Ciudad de México ostentó el primer lugar nacional en corrupción.

La candidata de Morena esquivó los temas como la mala atención en los hospitales públicos y la falta de medicinas, con el argumento de que en el periodo neoliberal se formaron pocos médicos.

Muy endeble para ser creíble.

Por los argumentos que presentó Sheinbaum, pareció que en esos flancos el gobierno actual fue un fracaso.

La gráfica del Seguro Popular y el IMSS-Bienestar no se entendió.

La cifra de Xóchitl sí: más de 30 millones de mexicanos se quedaron sin acceso a la salud.

Lo mismo en el tema de las escuelas de tiempo completo. “No levantaste la voz cuando dejaron a los niños sin alimentos en las escuelas, porque no tienes corazón”.

Xóchitl le puso rostro a la tragedia.

La acompañaron Mireya, mamá de una de las niñas muertas en el derrumbe del Colegio Rébsamen.

La mamá de Brisa, una niña que sufre cáncer.

Daniel, una víctima de la caída de la Línea 12 del Metro.

Ceci, madre buscadora de Sonora.

Sheinbaum ligó buenos golpes con el tema del cártel inmobiliario.

Aunque la respuesta, otra vez, fue inapelable:

“Soy empresaria, soy honesta, nunca me he robado un peso y Claudia lo sabe, porque me invitó a trabajar en su gobierno”.

El golpe de la noche se lo llevó el gobierno actual:

“El gobierno conoce cada peso que gastamos los ciudadanos que pagamos impuestos, pero los ciudadanos no tenemos derecho a saber en qué gasta el gobierno nuestro dinero”.

Xóchitl le preguntó a Claudia qué haría con las denuncias que presentó por la presunta corrupción de los familiares del Presidente.

Sheinbaum fue breve: presenten las pruebas.

Y Álvarez Máynez respondía por la candidata de Morena mediante la generalización, que exculpa.

Nada está decidido.

Diego ganó el debate, pero no la elección.

Pero hay contienda, y ya no sólo Claudia puede ganar. También Xóchitl, que ayer lució con solvencia para ceñirse la banda tricolor el próximo 1 de octubre.

Dependerá de que la gente vote en gran proporción o un amplio porcentaje se quede en casa.

Por lo pronto, un gran debate, con indiscutible triunfadora.

Xóchitl y Claudia.

La madre y la madrastra.

Una de las dos será presidenta de México.

Encuestas, y el debate del domingo

Las encuestas son útiles para conocer las respuestas que dan las personas que quieren opinar.

Convertirlas en una bola de cristal donde aparece el futuro es atribuirles dones divinos que no tienen.

De ser así, no habría elecciones.

El oficialismo habría ganado en Turquía la semana pasada. Sergio Massa tal vez sería el presidente de Argentina y Gran Bretaña seguiría siendo miembro de la Unión Europea.

Nada de eso ha ocurrido porque las encuestas miden tendencias y no hacen profecías.

Hay ocasiones en que coinciden con exactitud milimétrica con el resultado final de una elección. Depende del rigor científico del encuestador, de los encuestados y del contexto.

Existen encuestadoras que son contratistas de partidos políticos o gobiernos estatales. No es el caso de Alejandro Moreno, encuestador de esta casa editorial.

A las encuestas de contratistas las usan como instrumentos de propaganda: desalentar al que vota sólo a veces y a los jóvenes que son algo escépticos. O con el objetivo de crear un falso horizonte de triunfos en la bolsa o derrotas cantadas.

También para poner nervioso al adversario y que cometa errores.

Veremos si en el equipo de Xóchitl hay la madurez y el temple para no confiar en las encuestas como indicadoras de un destino inevitable.

A ver si no cometen errores suicidas, como hacen los improvisados que se cuecen al primer hervor.

En el equipo de Claudia Sheinbaum hay madurez y profesionalismo. Saben que pueden perder. No bajan la guardia. Se cubren con el cuento del golpe de Estado y atacan con furia.

Aún a riesgo de que se anule la elección por su imprudencia, en Palacio Nacional violan la Constitución. Están conscientes de que Xóchitl les puede ganar.

Tal vez no sepan gobernar, pero de elecciones sí conocen, tienen experiencia.

El azar, a veces, juega en la política. Y cambia las cosas.

Faltan un par de meses para la votación. No hay nada decidido. Con dos empresarios fuertes que tengan el arrojo de Ricardo Salinas, esto cambia.

U otros factores. El azar es el azar, y juega.

Desde luego que Sheinbaum puede ganar, pero no ha ganado.

El domingo es el debate de las candidatas presidenciales. En Morena los tensa todo. Inclusive se enervan porque uno de los conductores será Manuel López San Martín. Válgame Dios. No es un periodista partidizado.

Y eso que “ya ganamos”.

Por lo general los debates no definen una elección. Cierto: por lo general. Pero a veces sí.

En la cobertura de las elecciones en Argentina vi el debate Massa-Milei. Las encuestas daban empate, con ligera ventaja a uno u a otro. Empate técnico.

Y en el debate vi a Massa barrer con Milei. En conocimientos, soltura corporal, serenidad, facilidad de palabra, argumentos. Lo hizo pedazos.

Los argentinos vieron lo mismo. Milei hecho trizas en el suelo. Y se pusieron del lado del vencido.

Milei arrasó en la elección que, según las encuestas, estaba empatada.

Ganó en todas las provincias (estados), menos en la de Buenos Aires, bastión electoral del kirchnerismo por la derrama económica de los programas sociales.

Ahí las encuestas apuntaban a un triunfo de Massa por 15 puntos o más. Ganó por apenas un punto.

Para el debate del domingo, sostienen comentaristas inteligentes y de prestigio, Claudia Sheinbaum saldrá a la defensiva, a administrar su ventaja y no arriesgar.

Eso es muy volátil. Las encuestas no son profecías y en el equipo de la candidata de Morena lo saben.

Pienso que Sheinbaum va a salir a atacar, a ganar con la espada desenvainada porque no tiene la victoria “en la bolsa”.

Aún después de este debate faltan otros dos. Y quedará un mes con tres semanas para el día de la votación.

Cualquiera de las dos puede ganar.

Crímenes anunciados

Que esta sea la campaña con mayor violencia criminal de la historia contemporánea se debe a la negativa del Presidente a admitir la realidad.

El negacionismo, tan presente en distintas problemáticas que se viven en el país, en campaña cobra vidas de candidatos, aspirantes y dirigentes de partidos.

Así también se han dado las muertes de niños que no tuvieron medicinas para sus tratamientos contra el cáncer.

Y 506 mil muertes por covid que no debieron ocurrir.

Estas últimas no fueron muertes violentas, pero obedecen a la misma falla: la negativa del Presidente a aceptar la realidad.

Ante el asesinato político número 24 o 25, ahora contra la candidata de Morena a la presidencia municipal de Celaya, el Presidente reaccionó y le echó la culpa al gobernador panista de Guanajuato.

Salió a responder con una frase hecha para llevarse los titulares de periódicos y noticiarios, y salvar su imagen: “El gobernador gobierna, pero no manda”, acusó.

Pura politiquería. Nada de acción preventiva.

Aunque el gobernador de Guanajuato sea del PAN y el Presidente sea de Morena, son cargos ejecutivos y deben ponerse de acuerdo, trabajar juntos.

Lo mismo con otros estados como Michoacán, Guerrero y Veracruz, donde señalan la firma consultora Integralia y la organización Laboratorio Electoral (nota de David Saúl Vela, ayer en EL FINANCIERO), que no hay condiciones para realizar comicios.

En sus conferencias matutinas el Presidente se sigue peleando contra el Tribunal Electoral porque según él es “la Santa Inquisición”, porque le objetan la propaganda en favor de su candidata presidencial, contenida en su reciente libro que publicó en tiempo de veda electoral.

Y ataca las encuestas que no ponen su popularidad por las nubes. Discute y agravia por unos puntos más o menos.

Confirmado está que hace seis años la mayoría se equivocó al elegir a un agitador y no a un presidente.

Ahora que el crimen organizado mata candidatos, secuestra a otros y amenaza o realiza atentados, el Presidente dispara inútiles frases de propaganda.

Lo que vemos son crímenes anunciados, que él desestimó.

Ante las advertencias del peligro de que ocurra lo que ahora está ocurriendo, López Obrador lo negó rotundamente.

“No hay ningún riesgo, el país está en paz, hay tranquilidad, hay gobernabilidad; estamos en campaña o en vísperas de iniciar la campaña el 1 de marzo y todo muy bien”.

“No vemos nosotros el que se desate la violencia política, electoral; va a seguir la misma tendencia a que disminuyan los delitos, sobre todo los homicidios. Tenemos 20 por ciento menos de homicidios y seguimos trabajando, no hay ningún problema”, ratificó el pasado 14 de febrero.

Días antes, en un foro organizado por El Universal, magistrados del Tribunal Electoral señalaron que la influencia del crimen organizado en las elecciones es una problemática que debe reconocerse y atenderse.

El magistrado De la Mata señaló que a nivel local hay “historias de terror” sobre las repercusiones del crimen organizado en tribunales y consejos electorales. Sin embargo, “no se habla de estos temas”, dijo.

Citibanamex también alertó del riesgo: “Hay una alta posibilidad de la intervención del crimen organizado en las elecciones del 2 de junio próximo, donde se elegirán 20 mil 263 cargos en todo el país, entre ellos la Presidencia de México”.

“El riesgo de que el crimen organizado intervenga en las elecciones de junio próximo es alto, en nuestra opinión”, declaró Nydia Iglesias, directora de Análisis Político en Citibanamex.

Citado por Forbes, el (entonces) presidente del Tribunal Electoral señaló que uno de los retos más alarmantes para la elección 2024 es la presencia del crimen organizado, pues “ha permeado en todos los rincones de la vida cotidiana”.

Otro ministro del tribunal afirmó que “la violencia por grupos criminales en las elecciones es un elefante en el cuarto de la democracia mexicana y visibilizar el primer paso para remediarla”.

¿Cuál fue la respuesta del Presidente?

Palabras, frases de negación de la realidad, culpó a periodistas y señaló que esas cosas se dicen porque ahora hay libertad de expresión.

“Ante la advertencia de Citibanamex sobre un riesgo alto de intervención del crimen organizado en los próximos comicios, el mandatario federal comentó que la muestra de que las próximas elecciones no corren peligro es que los grupos políticos y líderes se pueden expresar sin problema, debido a que en su administración no existe la censura ni la represión”, nota de Sergio Ramírez en La Razón, el pasado 15 de febrero.

Usted lo leyó.

México padece, y paga con muertos, el resultado del negacionismo del Presidente.

La carga de Xóchitl

Pocas mujeres en la historia nacional han tenido la responsabilidad que hoy carga Xóchitl Gálvez: evitar el advenimiento de un régimen basado en el control de las libertades individuales por la mano de una sola persona.

Una persona que dice que ya no se pertenece y que gobernará el pueblo.

Si Xóchitl no gana en junio, los tribunales de justicia pasarán a ser dirigidos por el partido gobernante, Morena.

Las elecciones las controlará ese partido para perpetuar en el poder a un régimen iliberal.

Y el combate a la corrupción será encabezado por un zar que no le responderá a la sociedad sino a la presidenta, que lo va a nombrar y a quitar.

De ese tamaño es la tarea de Xóchitl: ganar la Presidencia para evitar el fin del país de libertades que, bien o regular, hemos construido.

Responsabilidad suya es ganar el voto ciudadano y convencer a los indecisos de lo negativo de ese nuevo régimen que tenemos a las puertas.

Sí, es responsabilidad de todos los que entienden lo que se juega en junio explicarlo, pero la abanderada es ella.

La primera traba para ganar es la intervención ilegal del Presidente en la campaña.

Hay 35 resoluciones de las autoridades electorales que exhortan al Presidente a actuar dentro de la Constitución.

AMLO se ha apartado de ella con su conducta que no guarda la imparcialidad a la que está obligado.

El Presidente no puede ser sancionado más allá de eso, un exhorto, porque tiene fuero.

Xóchitl y los partidos que la postulan podrían, en caso de perder, demandar la nulidad de la elección al TEPJF. Pero el Presidente ya advirtió que eso sería “soltar varios tigres”.

No sabemos qué hará Xóchitl en caso de perder, pero la legitimidad de la elección es abollada casi todos los días por la intervención del poder público, obligado a la neutralidad.

El domador y movilizador de los tigres amenaza con soltarlos, en centenares de ocasiones ha hablado de “golpe de Estado”.

La carga que hay en los hombros de la ingeniera hidalguense es gigantesca.

Xóchitl tiene otro obstáculo para ganar: el uso clientelar de los programas sociales.

La encuesta de EL FINANCIERO que se publicó el lunes es reveladora. La ventaja que tiene la candidata oficialista se finca en el voto de los beneficiados por los programas sociales.

En realidad no son programas sociales, sino reparto de dinero sin metas ni condiciones a desempeño escolar, laboral, o destinado a la compra de artículos de primera necesidad.

Es reparto de dinero a expensas de la educación y de la salud pública.

Treinta millones 700 mil personas reciben dinero sin compromisos, más que votar por Morena.

Veintitrés mil ‘servidores de la nación’, es decir empleados públicos obligados por ley a guardar imparcialidad electoral, llevan cinco años recorriendo el país en la elaboración de censos para repartir dinero condicionado al voto.

Es algo de una dimensión “nunca antes visto”, acusó un precandidato presidencial de Morena.

¿Cómo se le gana a una maquinaria de ese tamaño?

Xóchitl y su equipo lo sabrán.

La población, haciendo lo suyo: votar.

Con la ley en la mano, se podrá decir en caso de que el proceso no concluya apegado a las reglas básicas.

De ganar las elecciones la candidata de oposición, el reto ya no será sólo para ella, sino una prueba de fuego a las instituciones que deben asumir su papel con rectitud y valentía: Xóchitl debe tomar posesión el 1 de octubre de este año.

Su principal reto no será la economía, donde hemos perdido dinero y sobre todo hemos perdido tiempo.

El reto será unir a una población polarizada, a la que le inocularon el resentimiento social y se le enseña a odiar a otros mexicanos desde la primaria.

Sin unidad básica será prácticamente imposible concretar un programa de seguridad pública que comprometa el apoyo de una amplia mayoría, de todos los colores políticos.

El tejido social está corroído por el cáncer del narcotráfico y los delitos colaterales. Hay una economía que gira en torno al narco. Crece, gana terreno, se asume como un hecho natural e inevitable.

Sin autoridad que nos regrese a márgenes razonables de seguridad personal y patrimonial, perderemos el país.

Ese será, nada menos, el reto de la presidenta Gálvez.

Además, dotar de sensatez y visión de futuro a las políticas públicas de salud, educación, infraestructura, medio ambiente, mejorar el sistema de impartición de justicia.

Enorme la carga que se echó encima Xóchitl Gálvez.

Impedir la instauración de un régimen que se perfila bastante parecido al totalitarismo.

Sola no podrá.

Quienes ven el problema tienen la palabra.

El dilema de Claudia

Cree que va a ganar, y tiene que decidir entre acabar de deshacer al país y pasar a la historia, ella, como la autora de la gran destrucción, o cambiar el rumbo a riesgo de que el radicalismo y los nuevos poderes fácticos la tumben de la Presidencia.

Claudia Sheinbaum pertenece al ala radical de Morena, pero es inteligente y seguramente sabe que de seguir la senda al precipicio no hay más destino que ese: el precipicio.

La que cargará con la responsabilidad será ella.

Tal vez pise el acelerador con singular convicción, convencida de que vamos al paraíso. Como hacen los fundamentalistas suicidas.

O quizás entiende el tamaño del problema que recibirá y por eso la angustia que refleja su semblante.

López Obrador fue el artífice de una brutal crisis económica, deja un país sin dinero, endeudado, gasto corriente comprometido y con la promesa de aumentar el reparto de dinero.

¿No hubo megacrisis económica en este sexenio?

Claro que sí. Se inauguró con crecimiento negativo en 2019. Ese año el mundo creció 2.9 por ciento y la economía nacional decreció -0.2 por ciento.

La crisis fuerte vino el siguiente año: la economía mundial cayó -3.1 por ciento, y la mexicana -8.7 por ciento.

Como anillo al dedo le cayó la pandemia al gobierno, porque fue el pretexto donde ocultó que el desplome económico atribuible a la gestión de López Obrador fue de 5.6 por ciento.

La “disciplina fiscal” que nos vendieron como verdad resultó ser un espejismo.

Se gastaron los miles de millones de pesos que gobiernos anteriores dejaron en fideicomisos y fondos para atender emergencias. Ni recursos para combatir incendios dejaron.

Desmantelaron los servicios públicos, salud y educación, para hacer obras inútiles y repartir dinero en programas sociales que atan a la gente a la pobreza y al partido gobernante.

La deuda pública que dejará AMLO es alrededor de 16 billones 900 mil millones de pesos.

Al final del sexenio, de acuerdo con el reporte de febrero de la SHCP, la deuda pública se habrá incrementado 6 billones 200 mil millones de pesos. Es decir, subió 58 por ciento en la administración de AMLO.

La deuda por habitante crecerá de 82 mil pesos al inicio del sexenio, a 130 mil pesos al 30 de septiembre de este año.

Con un agravante adicional: la economía creció muy poco (uno por ciento promedio en el sexenio), y el PIB per cápita (esto es, el valor de la economía dividido entre todos los mexicanos) disminuyó.

AMLO deja un país más pobre que como lo recibió.

Pemex es un barril sin fondos al que se le ha metido un billón 500 mil millones de pesos.

Produce menos petróleo, ahuyentó a inversionistas privados y la propiedad real de la empresa pasó a manos de los acreedores extranjeros.

Y hay que pagar decenas de miles de millones de dólares de deuda de corto plazo.

Sheinbaum podrá gastar, en su primer año de gobierno, 833 mil millones de pesos menos que en este último año de López Obrador.

Recibirá un país con déficit público de 5.9 por ciento del PIB.

¿Qué va a hacer la presidenta Sheinbaum?

Recortes drásticos al gasto.

Y una reforma fiscal de caballo para que sigamos pagando las locuras del actual sexenio.

¿O va a retomar la reforma energética de Peña Nieto, que nos salvaría de lo anterior?

Esa es una buena alternativa, pero a ella la tumbarían de la silla que le prestaron.

Sheinbaum recibirá un gobierno que chapotea en corrupción.

Donde se levante una piedra del trenecito hay un negocio obscuro. Lo mismo en la nueva refinería, en los contratos de compra de medicamentos, en Pemex, en Segalmex, en la obra pública asignada por dedazo.

Los partidos que se eternizan en el poder se corrompen. Es una ley universal. Pero Morena acaba de llegar. Aún no termina el primer sexenio y ya se suben al podio de la corrupción.

Robustecidos hasta lo inimaginable están los cárteles de las drogas. Controlan territorio. Operan políticamente. También matan a candidatos de distintos partidos.

A este ritmo perderemos el país.

Cuando menos tres gobernadores morenistas están ligados a grupos criminales. Se la deben a ellos.

El presidente anterior metió a la cárcel a varios gobernadores de su partido. Ahora los morenistas han tenido carta blanca, con las consecuencias irreversibles de descomposición social en sus estados.

¿Qué va a hacer la presidenta Sheinbaum con esa herencia?

¿Va a seguir hablando de García Luna? (El caso, además, puede caerse en junio por fallas procesales y por la calidad de los testigos).

¿O va a tocar a los protegidos de su mentor político?

Los militares están empoderados en funciones que les prohíbe la Constitución (y el sentido común).

En entrevista con David Aponte, director de El Universal, y Carlos Benavides, Claudia Sheinbaum colgó una interrogante. Dijo:

“La Secretaría de la Defensa Nacional tiene tareas que se han dado en este sexenio, como la operación del Tren Maya, aduanas, construcción, y yo creo que hay que evaluar. Si en unos años ve uno que no funciona en algunas áreas, pues tomaremos decisiones, pero hoy, así como está, lo vamos a mantener” (esto último, en relación con las tareas de seguridad).

El país es un matadero de jóvenes y un cementerio de cadáveres escondidos.

Sobre ese desastre que ha sido el gobierno de López Obrador, Sheinbaum ofrece “continuidad”.

Ha hecho matices, es cierto, pero insuficientes.

Si no quiere pasar a la historia como la autora de la gran destrucción, tendrá que cambiar el rumbo de la economía y de la seguridad, para empezar.

La voluntad del difunto

Hace un par de años oí decir que “lo primero que muere con el difunto es su voluntad”.

Viene a cuento porque, contra la voluntad de Gabriel García Márquez está en librerías una obra póstuma suya, titulada En agosto nos vemos, que él pidió no publicar porque no acabó de gustarle.

Sus hijos Rodrigo y Gonzalo decidieron publicarla por razones difíciles de entender, aunque no carentes de sentido: “el Gabo que dijo que la novela no funcionaba no era el Gabo gran escritor, sino alguien muy disminuido por el Alzheimer”, explicó Rodrigo.

En entrevista con Los Danieles, de la televisión colombiana, Rodrigo, el mayor de los hijos de García Márquez y Mercedes Barcha, contó que su padre trabajó 12 o 14 años en el libro, “lo que ya era sospechoso”. Esa tardanza, agregó, era correspondiente con la pérdida de sus facultades.

No hay razón para dudar de lo que afirma Rodrigo García Barcha, cineasta, casado con una mexicana que prefiere estar lejos de los reflectores.

El criterio de Rodrigo y su hermano Gonzalo fue: “Leímos el libro y estaba mucho mejor” de lo que decía el Gabo.

Además, existía el riesgo de la piratería.

Ya se habían publicado algunos extractos, aunque “él decía, ya hacia el final, que el libro no tenía sentido y había que destruirlo. Nunca dio luz verde para publicarlo”, sostuvo Rodrigo en la entrevista.

Y lo publicaron.

En lo que no parece haber argumentos digeribles es en la autorización de los hijos del nóbel colombiano para hacer de Cien años de soledad una serie de televisión.

García Márquez se negó una y otra vez a llevar su obra cumbre al cine. Los personajes debían quedarse con el rostro que cada lector les había puesto, era su argumento.

Le ofrecieron cantidades millonarias, en dólares, por llevar Cien años de soledad al cine y la respuesta fue siempre la misma, no. Alguna vez leí que Anthony Quinn se quedó con las ganas de ser el coronel Aureliano Buendía.

Ahora sus hijos dieron el visto bueno y próximamente veremos en Netflix la serie Cien años de soledad, rodada completamente en Colombia, y el coronel Aureliano Buendía será (si se concretó el acuerdo del reparto) el actor bogotano Claudio Cataño.

En la mejor entrevista que he leído a García Márquez, le dijo a Peter H. Stone (The Paris Review, 1981): “No quiero que la adapten al cine, porque el espectador vería entonces una cara que no es la que él se había imaginado”.

-¿Hubo algún interés en llevarla al cine? –le preguntó Stone.

-Sí. Por la venta de los derechos, mi agente fijó la cifra de un millón de dólares, para desalentar las ofertas. Conforme las ofertas fueron acercándose a esa cifra, la subió a unos 3 millones. Pero yo no tengo el menor interés en que se haga una película y, mientras pueda impedirlo, lo haré. Prefiero mantener la relación íntima que existe entre el lector y el libro.

-¿Cree usted que hay libros que se puedan llevar a la gran pantalla con éxito?

-No se me ocurre ni una sola película que haya mejorado una buena novela, pero muchas películas buenas se basan en novelas pésimas –contestó García Márquez.

Rodrigo y Gonzalo, que sirvieron de traductores en la entrevista con Stone, hecha en la Ciudad de México, también en este caso piensan otra cosa.

Hace poco más de una semana The New York Times publicó una nota de Alexandra Alter en la que, a propósito de la aparición de esta “última obra contra los deseos de un escritor” (GGM), recuerda que “la historia está llena de obras famosas que no existirían si los herederos no hubieran hecho caso omiso de los deseos de sus autores”.

Virgilio pidió que destruyeran el manuscrito de La Eneida y Kafka ordenó que quemaran todas sus obras, dice Alexandre Alter.

En el primer lugar de ventas está En agosto nos vemos, que según la crítica no pasará a la historia como uno de los mejores libros del hijo ilustre de Aracataca.

Algo distinto es el caso de Cien años de soledad, que irá a la pantalla contra la voluntad del autor que tuvo razones válidas para negarse.

Verla o no verla será decisión libre de cada uno. Yo me quedo con el rostro y la figura que desde niño le puse al personaje que más me cautivó de Cien años de soledad: José Arcadio Buendía.

“Es una de las grandes obras de la literatura latinoamericana”, le dijo un entrevistador a Jorge Luis Borges, que leía poco a los escritores de la época.

“No sólo de la literatura latinoamericana”, corrigió Borges con seriedad.

El mundo va a la guerra

Corremos rumbo a la tercera guerra mundial.

Desde la invasión rusa a Ucrania, el gasto militar en el mundo desplazó al gasto en salud y en educación.

Un loco, Vladímir Putin, nos lleva al cataclismo nuclear del que “sólo sobrevivirán las cucarachas”, como adelantó Gabriel García Márquez.

El año pasado, el gasto militar global tuvo su mayor incremento (9 por ciento) desde el fin de la II Guerra.

Los países no estadounidenses de la alianza atlántica (OTAN) gastan 32 por ciento más en defensa que en 2014, cuando Rusia invadió Crimea, de acuerdo con el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos, con sede en Londres.

Una locura, pero es lo que hacen los locos y los fanáticos: locuras.

Difícilmente encontraremos otra época con tantos locos o fanáticos gobernando al mismo tiempo. Putin, Kim Jong-un, Lukashenko, Netanyahu, Erdogan, Jamenei, y tal vez por ahí venga Donald Trump, por sólo mencionar a los que son una amenaza global.

Para 2024, los miembros europeos de la OTAN destinarán 380 mil millones de dólares a gastos militares.

Es la primera vez en la posguerra que el gasto militar en la Europa aliada supera 2 por ciento de su producto interno bruto (PIB).

Polonia, Grecia, Finlandia, Rumania, Hungría, Gran Bretaña y los países bálticos tienen gastos militares históricos, por arriba de 2 por ciento de su PIB.

En 2023, Polonia tuvo el mayor incremento de su gasto militar que se recuerde, 3.9 por ciento de su PIB, por encima incluso de Estados Unidos.

¿Gastan porque quieren?

No. Los polacos lo hacen porque su vecino, Rusia, amenaza con invadirlos luego de acabar con Ucrania.

Rusia dedica 6 por ciento de su PIB al gasto militar. Para este año, 2024, Putin aumentó en un 66 por ciento su gasto militar.

Japón, amenazado por otro loco, Kim Jong-un, rompió con su tradicional política de gasto militar mínimo y aumentó 13 por ciento de su gasto en defensa para el año fiscal 2024. Por encima de los 50 mil millones de dólares.

Con su plan quinquenal de aumento de gasto militar, los japoneses destinarán a ese fin 300 mil millones de dólares.

Así, el país que después de la II Guerra puso en su Constitución que sólo se armará en caso de estar en extremo riesgo, se convertirá en la tercera nación con mayor gasto militar, después de Estados Unidos y China.

¿Enloquecieron los japoneses?

Desde luego que no. El loco es el dictador de Corea del Norte que prueba misiles atómicos para destruir a Japón.

El plan militar japonés, que rompe con los límites autoimpuestos a defensa, consiste en la compra de misiles de largo alcance. Debe hacerlo. Hay un loco que los quiere matar a todos, y tiene con qué.

Además, Japón se arma con misiles crucero Type-12 y Tomahawks de fabricación estadounidense.

Su industria militar desarrolla misiles hipersónicos, guiados, con alcance de tres mil kilómetros.

Gasta en un sistema de defensa antimisiles y barcos de guerra con radares Locked Martin SPY-7 para localizar los misiles que tienen trayectoria “de arco alto”, que son los usados por Corea del Norte, muy difíciles de detectar.

Junto con Estados Unidos, los japoneses desarrollan un sistema de intercepción de misiles hipersónicos que están en fase de fabricación en China, Rusia y Corea del Norte.

Tras la invasión rusa a Ucrania, los alemanes debieron adoptar un “cambio de paradigma” y el canciller Scholz anunció que Alemania tendrá el mayor ejército de los países europeos miembros de la OTAN.

Para este año fiscal, que empezó en marzo, Alemania va a destinar 73 mil 410 millones de dólares a gasto militar, equivalente a 2.01 por ciento de su PIB.

Las compras, por rubro, están reservadas, pero se conoce que los alemanes van a renovar su flota de helicópteros de carga pesada (comprarán 60, marca Chinook) y adquirirán un sistema de defensa aérea (el Arrow), con capacidad para interceptar misiles intercontinentales.

Rusia, según la Casa Blanca, desarrolla un arma nuclear que destruye, en el espacio, los satélites de comunicaciones.

El incremento atípico de los presupuestos militares es un preparativo de guerra mundial.

Viviremos en riesgo de supervivencia mientras los votantes sigan eligiendo a locos para que los gobiernen, o se les dé trato de naciones con plenos derechos a las gobernadas por dictaduras.

Arde Sinaloa

El gobernador Rubén Rocha Moya llegó al cargo con la colaboración siniestra del Cártel de Sinaloa, hoy en guerra interna, y está atado por sus compromisos.

En la lucha entre el tío (Aureliano Guzmán Loera, alias el Guano) y sus sobrinos (hijos del Chapo), ¿para dónde se hace el gobernador?

Hacia Los Chapitos, pero en los pleitos de familia tomar partido es delicado.

Les debe el puesto y la mayoría en el Congreso del estado.

Rocha Moya está moralmente inhabilitado para gobernar.

Así es como la población paga las consecuencias de un gobernador insolente que ostenta un cargo mal habido.

El viernes una fracción del Cártel de Sinaloa, en un operativo relámpago, secuestró a 66 personas –familias completas, con todo y niños– en Culiacán y Mazatlán.

Fue en respuesta al asesinato de tres personas de Los Chapitos en Badiraguato, calcinados y decapitados, con una cartulina que llevaba los atentos saludos de la Gente del Guano (GDG).

Rocha Moya, que tiene una estatua en bronce de dos metros 30 centímetros en Badiraguato, acusó a la prensa de crear alarmismo al dar a conocer la noticia de los secuestros y señaló “a los intereses que mueven a los que sacan esas notas escandalosas”.

Pidió tranquilidad a sus gobernados: “No tengan miedo, son cosas que suceden; la autoridad no está rebasada”.

Rebasada y comprometida de origen está la autoridad.

El anterior secuestro masivo realizado por el Cártel de Sinaloa fue en las elecciones intermedias. En unas cuantas horas secuestraron a más de 200 dirigentes y operadores electorales del PRI para asegurar el triunfo del morenista Rocha Moya.

¿Cuántos detenidos hubo por ese espectacular y eficaz operativo electoral del Cártel de Sinaloa?

Ninguno. La complicidad del gobierno estatal y la inacción de la administración federal le otorgaron a la mafia impunidad absoluta.

Más de 200 secuestrados para que Morena ganara la gubernatura y la mayoría calificada en el Congreso, y no hubo un solo detenido.

Crimen que queda impune, se repite.

El fin de semana se repitió.

Se enviaron a Culiacán 600 integrantes de Fuerzas Especiales del Ejército, más 300 de la Guardia Nacional y los elementos que ya estaban, más policías estatales y municipales.

No rescataron a nadie.

El cártel los fue liberando (hasta el momento de enviar esta columna al diario, aún quedaban ocho personas levantadas) porque quiso.

Oswaldo Villaseñor, prestigiado periodista sinaloense, formuló ayer las siguientes preguntas que desnudan a los gobiernos federal y estatal:

-¿Cuántos detenidos como responsables por los levantones masivos hay desde el inicio del intenso operativo? Ninguno.

-¿Cuántas personas fueron rescatadas de las manos de sus captores por parte de las Fuerzas Especiales del Ejército, la Guardia Nacional o policías estatales o municipales? Ninguna.

-¿Cuántas casas de seguridad han sido reventadas en la búsqueda de las personas levantadas? Ninguna que se sepa.

¿Cuántos ‘punteros’, que siguen como sombra y como ‘brothers’ a los convoyes de soldados, han sido detenidos? Ninguno.

-¿Cuántas armas han sido decomisadas como resultado del intenso despliegue militar que se realiza en Culiacán y alrededores? Ninguna.

Las preguntas de Villaseñor desnudan al gobierno del estado y al federal.

No hay labor de inteligencia.

Es el cártel el que sigue al Ejército y no al revés. Yo lo vi.

Cincuenta o 70 metros detrás de los camiones con tropa viene el motociclista del cártel, con un radio, que avisa de los movimientos del Ejército.

Luego se releva, por otro u otros motociclistas. Son los ‘punteros’ del Cártel de Sinaloa.

También vi en la zona de El Mercadito, de Culiacán, casi un centenar de puestos callejeros de compraventa de dólares y pesos.

El Departamento del Tesoro de Estados Unidos señala que hay “mercado negro del peso (BMPE), para lavar dinero producto de la venta del fentanilo ilícito para el Cártel de Sinaloa”. Desconozco si hay relación con los puestos callejeros, pero no es normal.

Vi en tiendas de Culiacán cachas de pistolas Magnum y Browning bañadas en oro y perlas preciosas.

Desde luego vi en Badiraguato la estatua del gobernador Rocha, que en febrero reveló que le había propuesto al Presidente lanzarse por la reelección a través de “una curvita de la ley”.

El 21 de este mes fue el asesinato de los tres presuntos cercanos a Los Chapitos en la sierra de Badiraguato, a manos de GDG (Gente del Guano, hermano del Chapo y por el cual EU ofrece cinco millones de dólares de recompensa por su captura).

Un día antes, en el golfo de Santa Clara del estado vecino, Sonora, se dio la llegada de 35 camionetas con pistoleros de Los Rusos, que encabeza Juan José Ponce, señalado como operador del Mayo Zambada.

La batalla fue contra Los Chapitos por el control de la pesca y tráfico ilícito de totoaba (a cuyo preciado buche se le llama “la cocaína del mar”), así como el acceso a 500 kilómetros de frontera con Estados Unidos.

En la balacera entre Rusos y Chapitos cayó muerto Samuel Ibarra Peralta (alias el Pío), jefe de plaza de los hijos del Chapo en Sonora y Baja California.

Mientras en Pesquería (Nuevo León), también el día 20, se encontraron los cadáveres de 10 personas asesinadas, calcinadas, tres adentro y siete al exterior de una camioneta, con cartulinas firmadas por sus asesinos, el Cártel del Noreste, que tiene su base en Tamaulipas y está en guerra con otros grupos criminales.

Así está esa región del país.

“No tengan miedo, son cosas que suceden”, dice el gobernador de Sinaloa.

Ricardo Salinas es el agredido

Lo que quiere el gobierno es llevar a la quiebra a Grupo Salinas para quedarse con la televisora.

Que no lo crea quien no conoce a López Obrador.

Busca el regreso de IMEVISIÓN.

No es sólo porque –dicen quienes lo estiman– necesite un buen paracaídas mediático en su expresidencia.

Conoce lo voluble de las lealtades de quienes hoy se le cuadran, y requiere un medio poderoso para contraatacar e inhibir la crítica.

Pero no es eso lo que sustancia la agresión de López Obrador a Ricardo Salinas, sino la vocación estatista del Presidente.

Desde hace más de tres décadas López Obrador se ha manifestado en contra de la privatización de empresas del Estado.

Ahora lo vemos tomar todo lo que puede, sin pagar el costo electoral de aparecer como un gobierno expropiador.

Compra plantas eléctricas que no le aportarán al país un solo watt adicional.

Compra empresas de sal sin ningún sentido.

Congeló las rondas petroleras que eran para los privados.

Compró una línea aérea.

Hizo un banco para el gobierno.

Aeropuertos para el gobierno.

Construyó un tren del gobierno.

Levanta una refinería en un pantano.

Todo eso que parece una locura económica –y ciertamente lo es– responde a una convicción de fondo, que comparte con su candidata a sucederlo: el estatismo.

Por esa idea equivocada, que ha mostrado su fracaso en los países socialistas, en México se han dilapidado, en este sexenio, 2 billones 520 mil millones de pesos.

Más lo que seguiremos perdiendo en subsidiar obras faraónicas e inútiles, así como el billón de pesos anuales que no ingresarán a la economía por la destrucción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Dinero de los impuestos que pagan empresas y ciudadanos, tirados en la obsesión estatista del Presidente de la República.

¿Y la seguridad?

¿Y la educación pública?

¿Y la salud pública?

Todo ha venido a menos para gastarlo en el dogma ideológico: empresas del Estado, que con un poco de sensatez deberían ser operadas por el sector privado.

Ahora quiere una televisora. Venga Azteca.

Y lo hace con la mano del gato.

Primero una campaña para desprestigiar a Ricardo Salinas y crear incertidumbre sobre la viabilidad del banco.

Sí, en eso gasta el gobierno parte de los recursos públicos. Desprestigiar y diseminar insidias contra empresas privadas.

Luego, lo que es un diferendo fiscal que se dirime en tribunales, el Presidente ordenó escalarlo.

Al presidente del Grupo Salinas le cercaron con la Guardia Nacional un campo de golf, que tiene la concesión vigente.

El dueño alzó la voz en protesta, acusó al gobierno de gastar sin rendir cuentas, y exigió respeto al Estado de derecho. En cinco días le duplicaron la (supuesta) deuda en impuestos.

No se han cansado, ni el Presidente ni sus voceros, en difamar a jueces y a ministros de la Corte para ganar el litigio y doblar al empresario.

Conozco analistas que optan por abstenerse de opinar sobre el tema con el argumento de que “en ese pleito de gigantes más vale no meterse”.

No, no es un pleito entre gigantes.

No son iguales un empresario, por acaudalado que sea, y el Presidente de la República con la fuerza del Estado, la legal y la ilegal, que detenta y ejerce.

Los propagandistas del gobierno quieren presentar el pleito como una batalla épica del poder político que enfrenta al poder económico y le cobra impuestos.

Eso sí lo saben hacer: propaganda para distorsionar.

Distorsionar para distraer: llevar a la quiebra al empresario que se les enfrentó en defensa propia, y quedarse con la televisora.

Estamos en el umbral de un “lopezportillazo” de fin de sexenio.

Guardar silencio es darle un aval al estatismo.

Y a todo esto, ¿dónde está el Consejo Coordinador Empresarial?

Nota: durante dos décadas he conducido varios programas en Azteca, empresa a la que sigo ligado. Hace años que no converso con directivos del grupo, por lo que no tengo la menor idea a qué atribuyen la agresión presidencial. Esta columna expresa única y exclusivamente mi punto de vista sobre el tema.

El miedo de los empresarios

Se entiende que estén hartos de auditorías, hostigamiento, chantajes, maltrato público del Presidente y de que sus empresas estén al capricho de los contratos directos que el gobierno les dispense.

Con ese hartazgo sobre los hombros, los grandes empresarios, en su mayoría, han optado por alinearse con la candidata oficial pues tienen la esperanza de que así comprarán paz personal y tranquilidad para sus empresas.

Están equivocados. Totalmente equivocados.

Y no porque Claudia Sheinbaum sea mala persona (no tengo la menor idea), sino porque el proyecto que encabeza es contrario a la libre empresa.

Sheinbaum no viene de la izquierda democrática ni ha militado en ella.

Son estatistas, y lo dicen.

Están contra la vigencia del Estado de derecho, y lo dicen.

También lo practican: por encima de la ley, sus caprichos y sus fobias.

El empresario Ricardo Salinas Pliego está litigando un tema de impuestos con el gobierno, y en lugar de esperar a que se agoten las instancias legales donde un poder autónomo –el Judicial– diga en definitiva quién tiene la razón, le propusieron una rebaja sacada de la manga.

¿No le gusta la oferta al dueño de Azteca?

Ahí va la Guardia Nacional a tomar por la fuerza y cerrar un campo de golf de su propiedad en Huatulco.

Eso es propio de un gobierno gánster: “plata o plomo” es lo que le están diciendo.

A otro empresario le quitaron sus vías de ferrocarril con fusiles en la mano.

La ley, el Estado de derecho y las garantías individuales importan un bledo cuando el intérprete de “la voluntad del pueblo” decide otra cosa.

No es un asunto de la personalidad del Presidente actual. Es la esencia de una corriente política que creció y llegó al poder con la idea de que la pobreza es culpa de la riqueza.

La ley, piensan, tiene por función defender a la mafia del poder económico. No debe cumplirse, por injusta.

¿Esa filosofía respaldan los empresarios a cambio de contratos discrecionales?

Pues eso tendrán.

Tanto el Presidente como su candidata presidencial respaldan un proyecto de reformas constitucionales, que ya está en el Congreso, que significa el fin del Estado de derecho.

Que decida la voluntad de la mayoría, que llevó al puesto de juzgador a un candidato popular.

Tribunales populares.

A los jueces los pone y los quita “el pueblo”.

Y el intérprete último de la voluntad del pueblo es el Presidente.

En eso creen López Obrador y Sheinbaum.

No es que sean buenas o malas personas el Presidente y su candidata: creen y luchan por esa idea de impartición de justicia.

¿Y los empresarios, también creen en eso?

Ahí está la nuez de lo que se define en junio.

Sobre eso vamos a votar.

Tuvo razón Xóchitl Gálvez al decir el martes ante integrantes de la Coparmex: “Pierdan el miedo o nos lleva el carajo”.

Empresarios que han mantenido distancia de las ocurrencias y crímenes del gobierno se esfuerzan en recomponer la relación con la cuatroté.

Están cansados de sufrir las consecuencias económicas del estigma que les pone el Presidente en las conferencias mañaneras y no quieren vivir otros seis años de pesadilla.

Piensan que doblándose en asuntos sustanciales van a tener una buena relación con la presidenta Sheinbaum. Están en lo cierto, pero tendrán que vivir doblados.

Con la presidenta Gálvez no habrá problema, al cabo que es una demócrata y no perseguirá a los críticos.

Por eso ven como una buena apuesta, “pragmática”, doblarse ante la candidata que no cree en la convivencia armónica con quienes tienen una visión del país diferente a la suya.

O te sometes o te someto.

Ese es el dilema, entre otros, para los empresarios de la comunicación.

Clarísimo lo dijo el presidente López Obrador –y lo respaldó horas después Claudia Sheinbaum– cuando sometió a Cuauhtémoc Cárdenas: “No hay justo medio. O se está con el pueblo o se está con la oligarquía”.

Es cuestión de optar, ahora que aún se puede.

¿Quieren contratos sacados de la voluntad de su dedito?

Entonces hagan valla para echarle porras al Presidente en la plancha del Zócalo, luego de 800 mil muertos por covid.

Cállense y asistan sonrientes a Palacio a la rifa del avión presidencial, que con lo que se recaude “el gobierno va a comprar medicinas”, según les dijeron.

Acaben de entregar México a un grupo de intolerantes, autoritarios e incompetentes.

Casi nadie se da cuenta de su miedo para defender la preeminencia de un país de leyes.

Sólo los están viendo sus hijos y las siguientes generaciones.

Director: Juan Luis Parra

Hermosillo, Sonora.

Edición: 

Online desde el 2010

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