
Sin señalamientos ni discursos incendiarios, la presidenta Claudia Sheinbaum inauguró la 88 Convención Bancaria con un mensaje técnico y conciliador, centrado en datos económicos, programas sociales y un acuerdo clave con el sector financiero: incrementar el crédito a las micro, pequeñas y medianas empresas (Mipymes) en los próximos años.
El evento, organizado por la Asociación de Bancos de México (ABM), reunió a líderes del sistema bancario, funcionarios federales y representantes del Banco de México en Nayarit los días 8 y 9 de mayo. Fundada en 1928, la ABM es el órgano cúpula del gremio bancario nacional y agrupa actualmente a 51 instituciones.
Durante su participación, Sheinbaum destacó que solo el 33% de la población mexicana tiene acceso al crédito, pese a las altas utilidades y rentabilidad del sistema bancario. Frente a este panorama, anunció un compromiso conjunto con los bancos para ampliar el acceso al financiamiento, particularmente a sectores productivos que hoy se mantienen fuera del sistema formal.

El acuerdo plantea un aumento anual del 3.5% en el crédito a Mipymes entre 2025 y 2030, con la meta de que al menos 30% de estas empresas cuenten con algún tipo de financiamiento al cierre del sexenio. Asimismo, se contempla el uso de la banca de desarrollo para reducir tasas de interés en productos financieros dirigidos a estos sectores.
“La falta de acceso al crédito limita el crecimiento económico y el bienestar”, afirmó la mandataria, sin hacer referencia a temas polémicos que ha abordado en las mañaneras. Su discurso, más técnico que político, se enfocó en presentar cifras positivas de la economía nacional, con menciones al comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB) en el primer trimestre, la inversión extranjera y los niveles de empleo.
El tono contrastó con el estilo directo y confrontativo de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, quien en años anteriores usó este mismo foro para lanzar mensajes fuertes al sector. En esta ocasión, no hubo amenazas ni promesas de mantener a raya a los bancos, sino una invitación al trabajo coordinado entre el gobierno federal y la iniciativa privada.
En paralelo, la presidenta y los líderes del gremio bancario acordaron revisar el funcionamiento del Fobaproa, mecanismo creado en los años noventa para rescatar al sistema bancario durante una de las crisis financieras más graves del país. Sheinbaum ha criticado públicamente este instrumento, al que ha calificado como un “desfalco a la nación” que favoreció a empresarios y políticos, mientras la deuda fue trasladada a la ciudadanía.
Julio Carranza, presidente saliente de la ABM, respaldó el acuerdo y destacó que el sistema bancario mexicano ha invertido más de 150 mil millones de pesos en tecnología durante los últimos seis años, además de haber incrementado su capital de 1 a 1.7 billones de pesos. Señaló que la banca está lista para asumir nuevos retos y colaborar con el gobierno para impulsar la inclusión financiera.
También advirtió sobre un entorno global incierto, marcado por políticas proteccionistas y tensiones geopolíticas, pero descartó que México enfrente una recesión. En su visión, el país se encuentra bien posicionado para aprovechar el reacomodo de cadenas de suministro a nivel internacional.

La convención fue también escenario del relevo en la presidencia de la ABM. Emilio Romano, actual presidente de Bank of America México, asumió la dirigencia del organismo en sustitución de Carranza. Romano, con trayectoria en el sector público y privado, fue procurador fiscal de la Federación y presidente de Telemundo en Estados Unidos. Su nombramiento ocurre en un contexto estratégico: la renegociación del TMEC en 2026 incluirá un capítulo financiero clave para la integración regional.
Durante los dos días del evento, se dieron cita representantes del gabinete federal como Graciela Márquez Colín, presidenta del INEGI; Altagracia Gómez Sierra, coordinadora del Consejo Asesor Empresarial; José Antonio Peña Merino, de la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones; y Édgar Amador, secretario de Hacienda. Todos coincidieron en la necesidad de impulsar una banca más incluyente y con mayor alcance territorial.
El lema de la edición número 88 de la Convención fue “La banca y su aportación al desarrollo de México”, una consigna que sirvió de marco para delinear los desafíos y oportunidades de un sector que, pese a su solidez, sigue teniendo una baja penetración en gran parte de la población y la economía informal.
El evento concluyó sin sobresaltos, sin enfrentamientos y con una promesa: que la banca mexicana pueda ser motor de inclusión y crecimiento, en un sexenio que arranca bajo nuevas reglas de juego y otro estilo de interlocución.