Las investigaciones por el asesinato el 20 de mayo pasado, de Ximena Guzmán y José Muñoz, los dos estrechos colaboradores de la jefa de Gobierno capitalino Clara Brugada, un crimen político que tuvo como foco, sin duda, los más altos niveles del Gobierno de la Ciudad de México tuvo ayer un avance muy importante con un operativo coordinado por la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana federal en colaboración con instituciones de seguridad federales y capitalinas que permitió la detención de 13 personas, entre ellos tres participantes directos en el atentado cometido hace tres meses.

Es, sin duda, un logro realizado en condiciones muy complejas, porque el doble asesinato fue realizado con una alta preparación previa y al refugiarse los autores en zonas del oriente del Área Metropolitana, donde no hay cámaras de vigilancia, la persecución obligó a realizar un minucioso trabajo hasta localizar a parte de los responsables.

La investigación, como se dijo, está abierta, falta el principal autor material y, por supuesto, los autores intelectuales y esclarecer el móvil del crimen: mientras no sepamos las causas últimas del mismo, el margen de sospechas y especulaciones seguirá creciendo.

Los detenidos anunciados ayer no permiten esclarecer nada de esto, por lo menos con base en lo que se ha informado, pero no deja de ser preocupante ver cómo avanzan las investigaciones en este tipo de crímenes, como el afortunadamente fallido atentado contra nuestro amigo Ciro Gómez Leyva y muchos otros, como el asesinato de Milton Morales, también funcionario de inteligencia de la CDMX que se integraría al equipo de seguridad federal de Omar García Harfuch, cómo se alcanza a golpear a las células criminales que los cometen, pero no se avanza hasta los autores intelectuales ni quedan claros los móviles de esos ataques.

Tener detenidos, tener autores materiales, aunque en el caso de Ximena y José faltan todavía varios, es muy importante, pero en crímenes políticos y de personajes públicos hay que saber por qué se cometieron y quién los ordenó. Por supuesto que no es fácil, pero sin ello quedan abiertas todas las hipótesis y todas las teorías de la conspiración, y eso nos ha llevado a un demérito de la justicia que alcanzó su cota más alta con las investigaciones, de alguna manera hay que llamarlas, que hizo Pablo Chapa Bezanilla de los crímenes de Luis Donaldo ColosioJosé Francisco Ruiz Massieu y el cardenal Jesús Posadas Ocampo. Desde entonces, hasta ahora, cada crimen de estas características, con orígenes políticos, cometido en el país ha tenido autores materiales detenidos, pero en casi ningún caso hemos llegado hasta los autores intelectuales, más allá de sospechas o de generalidades. Decir que un crimen fue ordenado por una líder del crimen organizado sin saber por qué no aporta nada, al contrario, alimenta las fuentes del sospechosismo y mucho menos otorga tranquilidad a las víctimas y a sus familiares.

Existen condiciones para que en el asesinato de Ximena y José se pueda terminar la investigación y se llegue hasta el final. Hay unas secretarías de seguridad, federal y capitalina, dispuestas a hacerlo, existen medios tecnológicos más afianzados y una centralización de esfuerzos que, sin duda, tendrá resultados hasta alcanzar a los autores materiales. Pero tenemos que saber por qué se cometió este crimen, qué se buscó con él, porqué fueron ellos, Ximena y José las víctimas, cuál es la mano que mece la cuna de este tipo de actos de violencia.

Ése es el verdadero desafío. Es lo mismo que está sucediendo en otros ámbitos. Sin duda el Gabinete de Seguridad ha dado fuertes, muy fuertes golpes al crimen organizado y a estructuras como la de Los Chapitos, por ejemplo, que están a punto de colapsar. Pero más allá de ellos, tiene que haber redes de protección y complicidad con esos grupos en distintos ámbitos. El crimen organizado, las mafias, no pueden crecer sin complicidades y sin protección, y eso lo sabemos y lo vivimos.

Después de todo lo ocurrido en Sinaloa y a un año de la caída en Estados Unidos de El Mayo Zambada y de Joaquín Guzmán López, ¿no tenemos realmente información de lo ocurrido, no hay ni un funcionario político relacionado con esos hechos, con el Cártel de Sinaloa, con las facciones de El Mayo o Los Chapitos?

Qué bueno que se persiga al exjefe de Seguridad de Tabasco, Hernán Bermúdez, jefe del cártel de La Barredora, qué bueno que sus principales operadores hayan sido detenidos ¿pero seguirá Adán Augusto López al frente del Senado, que fue quien le dio ese cargo y tuvo acceso a los informes de inteligencia militar que ligaban a Bermúdez con la organización criminal, como líder de Morena en el Senado?

Insistimos, no debe demeritarse en lo más mínimo la investigación realizada por los asesinatos de Ximena Guzmán y José Muñoz. Tenemos ya 13 detenidos, tres autores materiales y, sin duda, muchas pistas que pueden llevar hasta el resto de los asesinos y, sobre todo, a los autores intelectuales del crimen. El gran desafío es concluir la misma y responder, finalmente, lo que es la base de cualquier investigación: quién, cuándo, dónde y, sobre todo, el porqué.

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez es periodista y analista, conductor de Todo Personal en ADN40. Escribe la columna Razones en Excélsior y participa en Confidencial de Heraldo Radio, ofreciendo un enfoque profundo sobre política y seguridad.

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