En “Reflexiones sobre la guillotina” (1957), dice Albert Camus sobre los condenados: “A medida que pasan las semanas, la esperanza y la desesperación aumentan y se hacen igualmente insoportables. Según todos los testigos, cambia el color de piel, el miedo actúa como un ácido”.

Así corroe la amenaza para no ser sancionados por el autócrata que nos condena. Mejor bajarle el volumen a la evidencia. Mucha detención, mucha prohibición y mucha negociación como respuesta. El miedo no anda en burro.

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En “Tardes de soledad”, película de Albert Serra, (ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián, España) la fotografía de Artur Tort Pujol capta de frente al torero peruano Andrés Roca Rey, cuando invita a un astado de la ganadería de Antonio Bañuelos a embestir. Agita la muleta hacia abajo como si sacudiera polvo y tres segundos después el toro embiste pero directo al abdomen del torero para llevarlo cinco metros alzado rumbo a las tablas del ruedo donde lo rebota y somete, dejándolo sentado. El golpe es seco y parece definitivo. El toro aprisiona con su cabeza por cuatro segundos más al hombre vencido, sin cornearlo.

La escena, climática en el filme, con un encuadre directo sobre la cabeza del toro y el cuerpo del torero, ocurrió el 25 de julio de 2023 en la Feria de Santiago, en Santander. El toro suelta a Roca Rey quien revive, pide muleta y espada y retorna al ruedo en medio de la confusión. Renguea. Su cara tiene un dibujo de sangre que corre desde el párpado abierto hasta la comisura de los labios, le salpica la oreja, le pinta el lóbulo; su terno escarlata y negro está roto en la pantorrilla izquierda. Así acude a retar, otra vez, al animal. Da pases como reflejo, con una palidez impresionante y al cabo de minutos mata al toro de un espadazo profundo.

Con la vista al toro muerto, arrastrado por unos caballos, Roca Rey balbucea: “me has perdonado la vida”.

En un encuentro realizado hace dos semanas en San Sebastián, cuyo tema central fue el significado del miedo, Roca Rey dijo: “No sé si el valor se irá acabando. Estoy seguro de que en algún momento me voy a ir de esta vida. Al saber que eso pasará, me siento lleno de valor. Eso será lo último que pase y es lo que más miedo me da. Pero cuando eres consciente de que eso llegará, lo demás ya no te da tanto miedo. El valor aumenta y el miedo baja”.

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Un torero azotado contra las tablas por un animal de media tonelada no puede pedir que paren la pelea. En su diálogo con el toro, el hombre (Roca Rey) admite que el animal lo indulta. Y en respuesta, lo mata.

“El miedo a la muerte, surgido del fondo más oscuro del ser, devasta; el instinto de vida, cuando (el hombre) está amenazado, enloquece y se debate en las peores angustias”, escribió Camus.

El torero tiene la oportunidad de trucar el miedo, más allá de las polémicas también prohibicionistas.

Pero a un hombre sentenciado, dijo el escritor argelino, lo convierten en algo que nada puede hacer “contra la mano que te desplaza, te sujeta o te rechaza… El animal aún puede negarse a comer. El condenado no puede. Se le hace beneficiario de un régimen especial; se cuida de que se alimente. Si es preciso se le obliga”.

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La imposición de injustos aranceles, los drones que se preparan para disparar en territorio mexicano, el colapso con el cierre del abastecimiento de combustible, es la amenaza de la condena que impone el régimen especial. El miedo provoca respuesta a la carta.

En tanto, el estado policial, el de terror, se expande. El caso Ábrego García, enviado al Gulag de Bukele, aturde.

“El terrorismo de Estado implica no solo el desarrollo maligno de los órganos estatales de opresión, como los hombres enmascarados en camionetas negras, sino también la retirada del Estado de su función de guardián de la ley. Lo que los aspirantes a tiranos presentan como ‘fortaleza’, la capacidad de aterrorizar a inocentes, se basa en lo que podría considerarse una debilidad fundamental: la retirada del principio del Estado de derecho”, escribe el historiador estadounidense Timothy Snyder sobre el gobierno de Trump.

El miedo del torero o el miedo del cautivo o ¿cuál es el miedo?

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