El secretario Ebrard dijo varias veces con consonancia que Estados Unidos no lo haría y, en el último momento, pese al ventarrón de amenazas, Estados Unidos no lo hizo. La presidenta Sheinbaum defendió que su fórmula para encarar a la temible Casa Blanca sería cabeza fría, diálogo y acuerdo. Ayer por la mañana pudo exhibir la sonrisa radiante de quien no sólo ha sabido sortear un escollo de alto riesgo, sino que lo ha hecho con fidelidad al método de cabeza fría, diálogo y acuerdo. Impecable. Así haya sido una victoria parcial, una pausa, el gobierno mexicano, el de la presidenta Sheinbaum y funcionarios como Ebrard, se convirtió en el primero del mundo en plantarse exitosamente, con inteligencia y convicción, ante el Trump desatado y con ganas de morder. Y eso hay que registrarlo, porque no ha sido poca cosa. En el intercambio con el Washington embravecido, el gobierno mexicano sólo parece conceder que se hiciera explícita la información de que desplegará 10 mil guardias nacionales (soldiers, según Trump) para hacer trizas las últimas esperanzas de una generación de migrantes que, aun en estas condiciones, sigue soñando cruzar la frontera. Son los hechos.