El domingo, mientras volaba hacia el Super Bowl en Nueva Orleans, el presidente Trump volvió a insistir en el tema de los aranceles, ahora sobre el acero y el aluminio y aseguró que los gravaría con 25 por ciento de impuestos. En la noche estableció esos nuevos aranceles que, en realidad, son los mismos que había impuesto en 2018 y luego levantó en 2019, con la renegociación del T-MEC, como hizo también con otros países,como Argentina y Brasil, para esas fechas.
Pero ahora, en este su segundo mandato, Trump está revisando incluso las medidas que festejó en el primero. Los aranceles al acero y el aluminio son una de esas decisiones que sirven para cumplir promesas de campaña, pero que traerán problemas no sólo a países productores como México y Canadá, sino también, como se comprobó en 2018 y 2019, a las propias industrias estadunidenses que utilizan esos productos.
La principal acusación que hacen los productores de la Unión Americana es que en México y Canadá se importan indirectamente estos metales de China o de otros países, se les clasifica como locales y luego se venden a Estados Unidos, con una suerte de dumpings. Algo de verdad seguramente hay, pero, por lo pronto, en México se ordenó que se dejará de comprar acero y otros productos a China. Seguramente puede haber alguna triangulación vía Vietnam o Malasia, pero en los hechos esa vía estaría cerrada. Ya veremos.
Por lo pronto, tanto Canadá como México siguen siendo los países que suministran la mayor parte de los metales que utiliza Estados Unidos. Y hay un rechazo de las empresas estadunidenses que fabrican automóviles, envases de alimentos y otros productos, porque los aranceles dispararán sus costos de producción, con precios mucho más altos si entran en vigor los aranceles.
Es exactamente lo que sucedió en el primer mandato de Trump, cuando impuso aranceles de 25 por ciento al acero y al aluminio. Según elNYT, esas medidas, en aquellos años, ayudaron a los fabricantes de metales estadunidenses pero terminaron perjudicando a la economía en general, porque aumentaron los precios de muchas otras industrias.
Un estudio realizado entonces por la Comisión de Comercio Internacional, por ejemplo, encontró que los aranceles al acero y al aluminio aumentaron el precio de las importaciones y alentaron a los consumidores de acero y aluminio a comprar más metales estadounidenses en lugar de los extranjeros, y el aumento de la demanda hizo subir aún más los precios de los metales y permitió a los fabricantes de metales estadunidenses ampliar su producción, lo que resultó en dos mil 250 millones de dólares de producción adicional de acero y aluminio en EU en 2021.
Pero los precios más altos del acero y el aluminio local y del importado se tradujeron en costos más altos para las industrias que fueron “particularmente dolorosos para las empresas que fabrican maquinaria industrial, partes de automóviles y herramientas manuales”. En total, concluyó ese estudio citado por el NYT, “las industrias que consumen acero y aluminio vieron reducida su producción en 3 mil 480 millones de dólares como resultado de los aranceles, perdiendo con creces lo que habían ganado los fabricantes de acero y aluminio”. En otras palabras, el aumento de los aranceles al acero y el aluminio le hizo perder a la economía estadunidense y a sus consumidores unos mil 200 millones de dólares en 2021, no tendría ahora porqué ser diferente.
Todo esto se hace con la coartada de que, además, no se hace lo suficiente en el tema de cárteles y fentanilo ya que, como hemos podido comprobar, en el tema migratorio la situación está más en calma y con menor movimiento de todos los últimos años. Seguridad y fentanilo es y será el punto más complejo de la relación, porque si bien se están dando avances importantes es imposible revertir el empoderamiento criminal registrado en los últimos seis años (gracias a la nefasta política de abrazos y no balazos) en unas pocas semanas.
Trump desea gestos espectaculares y éstos no siempre se pueden lograr en días, porque dependen de infinidad de factores. Lo que sí se puede hacer y ésa es una decisión absolutamente soberana, es adelantarse a denuncias y presiones que ya sabemos que se están construyendo en la Unión Americana contra personajes políticos locales y que están absolutamente documentados también en nuestro país. Esas medidas y las que pueden devenir de la colaboración entre equipos de seguridad y fuerzas militares entre los dos países es lo que puede cambiar la ecuación en términos de cárteles y fentanilo.
Por cierto, según fuentes de la Defensa estadunidense citadas por CNN, en los últimos días se han realizado no uno, sino 18 vuelos de reconocimiento en la frontera y el golfo de California con aviones P-8 y U-2. Normalmente se realizaba, dice CNN, una misión reconocimietno al mes en la frontera sur de los Estados Unidos.
Me imagino que tendrá que haber novedades importantes en los próximos días. El 1 de marzo está cerca, más allá de lo que decida Trump con los aranceles al acero y el aluminio en las próximas horas.