Por lo pronto, mañana no habrá encuentro entre la presidenta Claudia Sheinbaum y Donald Trump. El mandatario estadunidense abandonó anoche la cumbre del G7 que se realiza en Canadá para regresar a Washington, luego de la cena con sus homólogos, donde no estará la mandataria porque, luego de un viaje comercial de nueve horas, mantuvo una reunión con empresarios y durmió en Calgary antes de dirigirse a Kananaskis, la localidad montañosa a más de 60 kilómetros de esa ciudad donde se reúne el G7.
Trump se va de la Cumbre del G7 por la situación existente en Oriente Medio, donde un ataque israelí, con ayuda estadunidense, destinado a destruir la planta de Fordo, el búnker subterráneo donde el gobierno de Irán enriquece uranio con la intención de fabricar bombas nucleares, parece ser inminente.
Apenas anoche, minutos antes de que se conociera la decisión de Trump, analistas de la Casa Blanca sostenían que sólo cabían dos posibilidades para el régimen de los ayatolas: renunciar mediante un acuerdo con supervisión internacional a enriquecer uranio (y, por ende, a fabricar bombas atómicas) o ver destruidas sus instalaciones y, quizás, el propio régimen político-religioso que gobierna el país desde 1979.
La destrucción de la planta de Fordo, una instalación a cientos de metros bajo el suelo, sólo es posible con la participación de Estados Unidos, utilizando una bomba que sólo tiene ese país, que pesa unos mil 500 kilos y mide unos 20 metros de largo, que se transporta en el bombardero B2 y que debe ser parte de una compleja operación aérea militar para ser efectiva.
Condiciones hay: desde el ataque israelí del pasado viernes, las defensas aéreas de Irán han quedado desmanteladas, fueron aniquilados los mandos de la Guardia Revolucionaria y los líderes científicos nucleares; Teherán está siendo abandonada por sus habitantes y el contraataque iraní contra Israel no ha tenido el efecto que esperaba el régimen.
Trump pidió que, al momento de llegar a Washington, esté reunido su Consejo de Seguridad en la sala de situación de la Casa Blanca y se especula que el ataque a las instalaciones iraníes sería inminente. El propio Trump escribió en redes sociales que “Irán no puede tener armas nucleares”, que debería “firmar de inmediato” un acuerdo de liquidación de su programa nuclear y ordenó a sus conciudadanos evacuar esta misma noche Teherán.
En este contexto, la reunión con la presidenta Sheinbaum quedará para otra oportunidad, porque no hay posibilidades de un encuentro con Trump. Habrá que ver quién queda en representación del gobierno estadunidense en la cumbre, pero lo cierto es que, en términos de la relación bilateral, hay novedades: por una parte, ayer, en una conferencia de prensa virtual, al terminar su gira por México y Centroamérica, el subsecretario Christopher Landau dijo que la colaboración y cooperación con México en el ámbito de la seguridad “quizá sea mayor que nunca”, después de que se firmen, dijo, acuerdos que son los que se suscribirían, decimos nosotros, en la próxima visita del secretario de Estado, Marco Rubio, con quien el canciller Juan Ramón de la Fuente tuvo una larga plática telefónica este fin de semana.
Son muchos los temas que quedarán en pausa por la cancelación del encuentro con Trump, aunque también es verdad que éstos transcurren por vías paralelas en el ámbito comercial, de aranceles, de seguridad y otros. Pero en un gobierno tan peculiar como el de Trump todos saben que, al final, la implementación dependerá de la decisión personal del presidente, que muchas veces termina sorprendiendo incluso a los suyos.
Lo cierto es que lo que se está viviendo en Oriente Medio va a determinar en mucho el futuro de la región y el mundo, desde los precios de los energéticos hasta el equilibrio global de fuerzas. Nadie sabe, al momento de escribir estas líneas, qué ocurrirá, pero es evidente que ninguna reunión bilateral (Trump canceló los encuentros con Sheinbaum, pero también con el primer ministro de Japón, con el de Australia, con el mandatario ucraniano Volodímir Zelenski y con la presidenta de la Comisión Europea) iba a ser más importante que la decisión que deberán tomar Estados Unidos, Israel e Irán en las próximas horas.
Lo que es indiscutible es que si el régimen iraní quiere mantenerse mínimamente en pie deberá renunciar a su programa nuclear y a su objetivo declarado de destruir el Estado de Israel. Pero en todo esto participan muchos otros actores, desde los adversarios de Irán en Oriente Medio, como Jordania y, sobre todo, Arabia Saudita, hasta sus aliados, Rusia y China, pasando por toda la Unión Europea con intereses particulares en la región.
Sheinbaum no tendrá reunión con Trump, pero tendrá la enorme oportunidad de poder pulsar en forma personal y directa, sin intermediarios, la visión de los principales líderes mundiales en un momento de verdadera crisis global.
Una nota al margen, hasta para poder reaccionar con rapidez en este tipo de crisis es por lo que los mandatarios deben desplazarse en vuelos privados en sus giras, dentro o fuera del país: no es capricho ni soberbia, es una necesidad de seguridad personal y nacional y, por supuesto, de eficiencia. La presidenta Sheinbaum hoy perdió un día completo volando a Calgary vía Vancouver, y apenas mañana llegará a Kananaskis, donde se realiza la cumbre, donde, desde hoy, ya estaban todos los participantes.