Luego de escuchar ayer a la presidenta Sheinbaum en el evento por los 100 días de su gobierno, muchos desearán vivir en el país que describió la mandataria. En parte ese país existe: los apoyos sociales son enormes y de todo tipo, ocupan más de 5% del PIB, dijo la Presidenta, se suman a ellos 65 mil millones de dólares en remesas que mantienen a millones de familias, y eso es tan inocultable como el 73% de popularidad que muestran las encuestas.
Pero eso tampoco oculta una realidad que la trasciende: muchas de las iniciativas y propuestas que se presentaron no son hoy más que eso, y tampoco transforman al país en una potencia científica y cultural, como se dijo ayer, ni garantizan la seguridad cotidiana y jurídica que el país requiere para poder mantener, vía inversiones, producción, impuestos y esa política social que tantos réditos le ha dado al gobierno.
Los límites que imponen la realidad y la economía al gasto no son intangibles y para mantener esta lógica política y social se necesitarán en el futuro inmediato muchos más recursos. Dejemos un poco de lado la retórica de todos estos informes, tan parecida desde los tiempos del viejo priismo hasta los actuales, veamos algunos de los capítulos que sí marcan el futuro inmediato del país. Primero, la relación con Estados Unidos a una semana de que Donald Trump asuma el poder.
Hizo bien la presidenta Sheinbaum en destacar los momentos en que las relaciones bilaterales han sido positivas para los dos países, y vía el TLC, y luego el T-MEC, y también para Canadá. Hace bien en presentar, se supone que será hoy el primer avance, el llamado Plan México para incentivar la inversión pública y privada, nacional y extranjera, y reducir la dependencia de las economías asiáticas: ojalá ese plan se transforme rápidamente en inversiones de todo tipo que exploten adecuadamente, hasta ahora no se ha hecho, el llamado nearshoring, la relocalización de empresas que se frenó durante la pasada administración por una serie de trabas legales que tienen poco sentido, sobre todo en el ámbito energético y en otros como el agua o la agricultura. Por lo menos en el discurso, la disposición de las autoridades federales en ese sentido parece ser mucho más abierta para avanzar, aunque al final los discursos se tendrán que cotejar con los hechos.
Dedicó la Presidenta el final de su mensaje a los migrantes, pero no conocemos, a una semana de que asuma Trump, cuál es el plan de contingencia que se implementará ante las amenazas reales de deportaciones masivas anunciadas por la próxima administración estadunidense. Todas las ciudades fronterizas están en alerta, pero no saben, ni en las ciudades ni en los estados, qué medidas tomará el gobierno federal, ni qué apoyos recibirán. Pareciera que en el tema Trump el gobierno federal sigue pensando que será una suerte de repetición de lo sucedido durante el primer gobierno trumpista, sin comprender que no será así y que la dinámica y la agenda serán distintas a las de entonces, tanto como lo es el personal que rodeará a Trump en la Casa Blanca, comparado con el de su anterior administración.
En Migración no termina siquiera de realizarse la transición de mandos en el instituto nacional, y está muy bien activar a cónsules y personal diplomático para defender migrantes, pero, mientras tanto, se tiene que tener una política interna muy clara sobre qué hacer con quienes sean deportados, y, por otra parte, para cerrar los flujos no deseados de migración en la frontera sur, lo que se cruza con la seguridad.
La presidenta Sheinbaum dedicó pocos minutos al tema de la seguridad, destacando la disminución de 16% de los homicidios en el lapso septiembre-diciembre. No lo dijo, pero eso es así porque la actual estrategia de seguridad descartó la seguida por la anterior administración y se asentó sobre nuevas bases y los nuevos funcionarios que se han hecho cargo de ella. Pero es un error no reconocer lo mucho que falta, la magnitud del desafío, los problemas enormes que existen en regiones enteras del país que no están en manos de las autoridades.
Existe en el plano interno, en las propias dependencias del gobierno, un diagnóstico real sobre cómo están las cosas en el ámbito de la seguridad y sobre eso se está trabajando con varios aciertos, pero para enfrentar ese desafío ese diagnóstico también se debe hacer público, para que la sociedad también lo asuma y comprenda. Porque sin ello, las presiones que vendrán desde la nueva Casa Blanca se sentirán mucho más duras.
El tema del fentanilo es una demostración de ello: se están desmantelando más laboratorios e incautando más dosis de fentanilo ilegal que en mucho tiempo atrás, pero al mismo tiempo el gobierno se enfrasca en un debate absurdo con el New York Times por un reportaje que tiene errores, pero que no dice nada nuevo respecto a lo que se ha dicho y mostrado en muchos otros espacios, incluyendo éste. La producción de fentanilo en México es tan real que desmantelarla se ha convertido en una prioridad de seguridad del propio gobierno, en tal caso ¿para qué el doble discurso?
En una semana asume Trump y entonces sabremos qué tan preparados estamos como país para afrontarlo. El gobierno federal tiene, lo demostró ayer, popularidad y una narrativa que funciona para el mercado interno. Ya veremos si está preparado para la ofensiva trumpista.