Cuenta regresiva. Desde Arizona, estado puntal del voto latino trumpista y centro de milicias armadas antiinmigrantes, Donald Trump lanzó ayer la confirmación del desafío. Deportará migrantes y atacará a los cárteles mexicanos del narco. Los aniquilará, dijo. Y ya mira hasta la recuperación del Canal de Panamá.

Horas después, desde Sinaloa, entidad que marca la suerte del gobierno de la 4T, sede del cártel histórico del narcotráfico mexicano y donde están los laboratorios del fentanilo que llega a Estados Unidos, Claudia Sheinbaum rebate con la defensa de la cooperación y el rechazo al injerencismo.

Donald Trump lo tiene cronometrado: dos de la tarde del lunes 20 de enero de 2025. A esa hora apretará el botón de la Grandeza para decretar el Día de la Liberación de Estados Unidos.

Lo reiteró ayer domingo en Phoenix, Arizona en la reunión del conglomerado ultraconservador Turning Point America con su advertencia de que esa tarde, apenas tome posesión, firmará “históricas órdenes ejecutivas” para “cerrar las fronteras a la inmigración ilegal y detener la invasión” a Estados Unidos e iniciar la que denominó como la operación de deportación más importante que haya emprendido un gobierno estadounidense.

Y con ello asoció la otra orden que emitirá para declarar como grupos terroristas a los cárteles de la droga que operan en territorio estadounidense.

“Toda organización criminal que opere en suelo estadounidense, cada integrante de esos cárteles criminales, sus redes serán desmanteladas; serán deportadas y destruidas”, insistió en el marco de su denominada Operación Aurora.

Lo sabe Claudia Sheinbaum. “Fui muy fuerte con México cuando hablé con la nueva Presidenta, una mujer encantadora, la Presidenta (Claudia) Sheinbaum, una mujer maravillosa, pero le dije: ‘No pueden hacerle esto a nuestro país, no lo vamos a soportar más'”, mencionó Trump cuando hablaba de los daños a los estadounidenses por el consumo de fentanilo.

“Hemos perdido 300 mil estadounidenses al año. Todos conocen a alguien que les ha dicho que perdió a su hija, a un hijo, por las drogas, por el fentanilo; familias que han sido destruidas por la droga pero eso lo vamos a detener”, comentó el Presidente electo.

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¿Cómo amanecerá el mundo el 21 de enero? Más allá del desplante, las medidas de Trump requieren recursos e inevitablemente cooperación. Pero lo que ha generado alrededor de esa expectativa ha sido impresionante. Él lo admite y celebra y como lo dijo en el mismo discurso de Arizona, le parece poco. No ha tomado posesión y los gobiernos implicados ya han pasado a la defensiva. En el caso mexicano, han tratado de ajustar algunas políticas para administrar el golpe de una deportación masiva el mismo 20 de enero.

Aunque en el ambiente subyace la peor amenaza, la posibilidad de un golpe demoledor. Que Trump, esa tarde del 20 de enero, ataque comunidades cercanas a Culiacán, lugares donde presuma haber descubierto los laboratorios de fentanilo. O incluso buscar a El Mencho donde fuera sin importar bajas civiles. No es el argumento o la fantasía de una teleserie de streaming. Es la advertencia, es la opción.

Al argumentar sobre su decisión de recuperar el respeto para Estados Unidos, Trump dijo que ése se gana con la fuerza. Y la fuerza, dijo, se ejerce con inteligencia. Cuando él fue presidente de Estados Unidos por primera vez, relató, decidió aniquilar al grupo fundamentalista ISIS. “Decían que tardaríamos 5 años; me tardé 4 semanas”, dijo ayer Trump.

En 2019, el líder islámico Abubaker al Bagdadi murió al detonar su cinturón con explosivos en un túnel cuando era acorralado por militares estadounidenses de la Fuerza Delta y Rangers. “El animal que trató de intimidar al resto ha terminado llorando y gimoteando, aterrado de ver que las fuerzas estadounidenses se le venían encima”, dijo Trump entonces al festejar la baja.

No parecería Trump tener reparos para atacar en México. El asunto rondó como decisión en 2020. Lo han reiterado tanto él como cercanos. Dos de la tarde del lunes 20 de enero. ¿Cómo amaneceremos el 21?

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