Un fin de semana como éste, hace ocho años, fuimos a Washington a cubrir el Armagedón. Si Trump y el mal se imponían en la batalla electoral arremeterían como jamás se vio contra los migrantes, los mexicanos y México. Eso se creía, por eso estábamos allá, sin mucha razón periodística, por cierto, pues las elecciones en Estados Unidos se narran y dirimen en tres o cuatro pantallas de televisión: CNN, Fox News, NCBS… El martes de la votación, el dólar interbancario se cotizaba en 18.32 pesos, al día siguiente, con Trump triunfante, subió a 19.84 y a 20.21 una semana después. Alcanzó los 21.92 el 19 de enero, día previo a la toma de posesión, día en que, también, el régimen judicial del peñanietismo entregó como ofrenda la extradición de El Chapo Guzmán. Pero a mediados de 2017 el dólar había bajado a 17.50. Trump chuleó, buleó, amenazó que nos impondría aranceles pavorosos y, es verdad, llevó a López Obrador a reprimir como nunca a los migrantes que cruzaban por nuestro territorio. Luego firmó el Tratado Comercial y no hizo mucho más. Por eso me asombra escuchar de lejos que ahora sí arrasará todo, más o menos lo que escuché de cerca un fin de semana como éste, hace ocho años.