Son imágenes que nunca se habían visto por acá. El rey de España, con el rostro y la ropa percudidos, mancillados por el lodo que le lanzan los afectados por las catastróficas inundaciones en el poblado de Paiporta, a las afueras de Valencia. “Se está haciendo todo lo posible”, repite el rey tratando de avanzar, no sube la voz, no reta. Inclina la cabeza, abraza a quien puede, acata la ira. La reina tiene el rostro salpicado de lodo también, y un gesto de desconsuelo que cuida no devenga en pánico, la reina camina con el rey. Atrás de ellos, Sánchez, el presidente del gobierno español, no aguanta las bolas de fango ni los palos y botellas que vuelan hacia él al grito de “asesino, asesino”, huye cuando puede. Sánchez acusará de esto a los provocadores de la ultraderecha, clásico. YouTube cumple, el mundo se entera al instante de lo ocurrido el domingo en Paiporta. Los reyes, que aducen la obligación moral de estar con los damnificados y traer esperanza, soportan el recorrido hasta el final, unos dirán que humillados, otros que enaltecidos. El recorrido que López Obrador no se atrevió a hacer en Acapulco hace un año. Aquel López Obrador que le exigía disculpas a este rey.