No nos engañemos, ayer, en los hechos, ingresamos en una suerte de mundo nuevo, en México y en el mundo. En México, ese proceso culminó ayer con la confirmación de la reforma judicial, pero ya había comenzado con el triunfo electoral de Claudia Sheinbaum en junio pasado, se confirmó con la mayoría calificada obtenida por la sobrerrepresentación y se consolidó con un ciclo de reformas que transformó profundamente la Constitución.
Nuestro sistema político, vencida la resistencia en la Corte, ya es otro, uno mucho más vertical, con un Ejecutivo en un papel central y con un Legislativo y un judicial controlados desde Palacio Nacional. No será muy diferente de lo que vivimos en los largos años del priismo tradicional. No seremos Venezuela, creo que nos pareceremos mucho más al peronismo argentino o a regímenes mixtos como el de Erdoğan en Turquía. Tampoco somos, en ese sentido, una excepción.
En Estados Unidos, el triunfo avasallador de Donald Trump lo deja sin contrapesos, no sólo tendrá la Casa Blanca, sino también la Suprema Corte, el Senado y la Cámara de Representantes. En esta ocasión ganó hasta el voto popular, incluso entre migrantes latinos y mujeres. No habrá contrapesos para Trump que, como tampoco puede reelegirse, estará pensando en un periodo de cuatro años, no de ocho, y eso hará más dinámica, más riesgosa y más agresiva su administración. En cuatro años tiene que establecer su legado.
Diez primeras conclusiones para este mundo nuevo que se abrió este martes en México y en Estados Unidos, en nuestra relación con la Unión Americana y con el mundo.
1) Amanecemos en México con un nuevo régimen político, con un nuevo sistema vertical de gobierno donde el Ejecutivo se queda con el control del Legislativo y del Poder Judicial, que pierde, en los hechos, su condición de tribunal constitucional. En Estados Unidos, Trump también se queda con la Casa Blanca, la Corte, el Senado y la Cámara de Representantes.
2) La propia reforma y el triunfo de Trump obligan al gobierno mexicano a superar lo más rápidamente posible una reforma judicial que le da mayor poder, pero que genera mucha incertidumbre para poder avanzar en las inversiones y que puede chocar con la agenda de Trump.
3) La vía para hacerlo será garantizar la seguridad, apostar claramente a revertir la situación, a mejorar los índices, frenar la migración ilegal y demostrar, en ese sentido, la fuerza del propio gobierno. Lo que no se haga en este sentido por propia voluntad, se impondrá desde fuera. Recordemos que, más allá de ser un fenómeno social, la migración, un tema central de campaña de Trump, es manejada por el crimen organizado.
4) Trump exigirá seguridad, control migratorio y seguridad para sus inversiones, que, además, fortalezcan a empresas estadunidenses en detrimento de China. No se puede vulnerar el T-MEC con conflictos absurdos como el glifosato, las semillas de maíz genéticamente modificado o la prohibición del fracking. Inversiones, seguridad y migración deberán ser los tres temas clave de agenda de CSP para no romper con Trump.
5) El dólar, como vimos ayer, se fortalecerá y también subirán las tasas de interés. Para la economía mexicana no es una buena noticia, las inversiones, exportaciones y remesas son cada vez más importantes. Se debe garantizar el más amplio flujo de todas ellas.
6) La inversión en México deberá encuadrarse en la agenda de Trump, que será proteccionista. La única forma de hacerlo es profundizar la integración en el T-MEC y participar en el intento de frenar la presencia de China, con quien Trump chocará frontalmente.
7) Al mismo tiempo, la economía estadunidense crecerá, por lo menos en el corto y mediano plazos, con un objetivo claro para Trump: reducir la inflación. Por la inflación ganó las elecciones y Kamala las perdió. Fue por la economía. ¿Recuerdan aquello de “es la economía, estúpido”? Pues bien, se repitió.
8) Trump tratará de demostrar fuerza en la relación con México, tomará, de inicio, algunas medidas duras, no debería CSP caer en provocaciones, como cayó el gobierno de AMLO en el caso de El Mayo.
9) El triunfo de Trump es una muy mala noticia para Ucrania y una muy buena para Netanyahu en Israel. También sufrirán en la Unión Europea y habrá que ver qué relación plantea con el gobierno laborista de Gran Bretaña. Nuestra política exterior deberá estar atenta a ello. La participación de CSP en la cumbre del G20 la próxima semana es una gran oportunidad para mostrar la posición internacional del gobierno de Sheinbaum.
10) Finalmente, un tema que no es en absoluto menor porque está en el centro de todo este proceso de cambio. Nos debe quedar claro que estamos cerca del fin de los sistemas democráticos liberales, por lo menos en los próximos años, y entramos en un ciclo de gobiernos más o menos autoritarios y populistas, de distinto signo ideológico, pero con objetivos antiliberales comunes. ¿Nos gusta? No, pero con esa realidad deberemos lidiar.
Hace algunas semanas decíamos que la administración Sheinbaum tenía una ventana de oportunidad hasta el 20 de enero, cuando asumirá el nuevo mandatario de Estados Unidos. El resultado electoral lo confirma y reafirma. La Presidenta debe salir de la trampa de la reforma judicial que la inmovilizó todo este mes y comenzar a aprovechar esa ventana. Hay quienes están interesados en mantenerla atada a una agenda corta, cerrada y sin réditos políticos.