El pasado viernes Andrés Manuel López Obrador reunió a un grupo de gobernadores de Morena y les comunicó, sin demasiado espacio al intercambio, que es necesario que apoyen a su hijo Andy López Beltrán como próximo secretario general del partido.
Les pidió que dejen los teléfonos fuera de la reunión y, quienes asistieron, cuentan que el mandatario tenía un humor áspero, distante, poco efusivo. Nada parecido a la reunión anterior que organizó en el hotel Hilton a los días del triunfo en la contienda presidencial.
El presidente rechazó de plano que se estén considerando otras opciones para el cargo y le restó puntos a la llegada de Esthela Damian integra el entorno de la próxima presidente Claudia Sheinbaum.
AMLO entiende que Luisa María Alcalde puede estar a cargo de la comunicación y la teoría pero que Morena requiere de un operador como Andy. Dijo que espera que su hijo revise cuestiones de la elección de medio termino y que refuerce tanto a Delfina Gómez en Edomex como a Clara Brugada en la capital.
Para los gobernadores hace sentido porque Alcalde viene de protagonizar un episodio en San Lázaro – cuando entregó el Informe de Gobierno -, que da cuenta de cierta falta de jerarquía.
López Obrador entiende que es preciso alejar de Morena a todos aquellos que estén vinculados a Mario Delgado porque cree que el actual dirigente puede tener dolores de cabeza en los tribunales de Estados Unidos por su vinculación con la trama Carmona. Esto explicaría también porque Delgado terminó en la SEP y no en Bucareli.
Otro nombre que se mencionaba para la secretaría es el de Jesús Ramírez pero este todavía pujar por entrar al gabinete de Sheinbaum, donde entiende que genera múltiples anticuerpos.