La convención nacional republicana, que arranca este lunes en Milwaukee (Wisconsin), es un “evento nacional de seguridad especial”, lo que significa que todos y cada uno de los más de 50.000 asistentes acreditados estarán fichados por el servicio secreto de Estados Unidos, el responsable de la planificación. De hecho, la convención de 2024 será el 77º “acto especial” coordinado por esta agencia, con el apoyo de una descomunal presencia de fuerzas del orden estatales y locales. Este despliegue será reforzado a consecuencia del
lank” data-link-track-dtm=””>atentado sufrido por Donald Trump el sábado en Butler (Pensilvania), cuando el republicano resultó herido leve por una bala y fue desalojado del estrado en el que celebraba un mitin.
Siempre que lo ocurrido en Butler no obligue a cambiar los planes, durante cuatro días, hasta el jueves, los 50.000 delegados, compromisarios, asesores, invitados y periodistas —una legión de ellos, extranjeros— se darán cita en el Fiserv Forum, el estadio del equipo profesional de baloncesto Milwaukee Bucks. Pero habrá otros foros paralelos, en convocatorias de medios y grupos de interés diversos que contarán con invitados que acapararán la atención, como Donald Trump Jr., el hijo mayor del expresidente.
Los 2.400 delegados que representan a los 50 Estados y los seis territorios de EE UU elegirán oficialmente en la convención a los candidatos a presidente y vicepresidente. No se prevén sorpresas en la agenda, ya que Trump se aseguró la gran mayoría de los delegados en el proceso de nominación republicana a principios de año, por lo que su designación en Milwaukee es sobre todo un trámite de pompa y circunstancia mediáticas. Si en 2016 y 2020 se enfrentó a muchas críticas internas, ahora el partido le rinde completa pleitesía, como demuestra el hecho de que los votantes registrados reciben correo del equipo de recaudación de fondos con el sello Trump National Committee estampado sobre la dirección del Comité Nacional Republicano en Washington.
Por eso el momento culminante será su coronación como candidato presidencial, con un discurso previsto para el 18 de julio, la última noche de la convención; un acto al que asistirá su esposa, Melania, que ha permanecido ausente durante casi toda la campaña, y muy probablemente su hijo menor, Barron, que ya se ha dado algún baño de multitudes en ella. El candidato a la vicepresidencia, que será designado durante la convención, se dirigirá a los asistentes el miércoles 17 de julio.
Milwaukee, de 562.000 habitantes, es la ciudad más grande de Wisconsin, uno de los siete Estados basculantes que pueden determinar el resultado final de las elecciones de noviembre. La decisión de los republicanos de celebrar la convención en Wisconsin, que ha elegido al candidato que ganó a nivel nacional en las últimas cuatro elecciones, no es casual. El presidente Joe Biden se hizo con el Estado en 2020 por menos de un punto porcentual, y los sondeos de intención de voto muestran una lid muy reñida entre él y Trump en noviembre.
El candidato republicano calificó a Milwaukee de “ciudad horrible” en una reunión con legisladores republicanos celebrada el mes pasado. Portavoces de su campaña matizaron enseguida sus palabras, asegurando que probablemente se refería a problemas de delincuencia y de fraude electoral. De nuevo con razonamientos infundados, ya que la inseguridad ciudadana ha remitido según todos los indicadores en Milwaukee —al igual que en las principales ciudades de EE UU— y no hay ninguna prueba de corrupción en las elecciones de 2020 y las de medio mandato, en 2022.
Entre una marea de globos rojos, blancos y azules, música atronadora y una coreografía digna de una superproducción, la entronización de Trump como candidato a la presidencia es también una oportunidad de oro, mediáticamente hablando, para atraer la atención del país, conseguir publicidad gratuita y arrastrar a dudosos e indecisos a la participación, que será clave en el resultado final en noviembre.
Será también el momento programático en el que pesos pesados como el gobernador de Florida, Ron DeSantis, —que abandonó en enero la carrera a la nominación— y estrellas emergentes del partido intentarán descollar con sus discursos, algunos de ellos televisados. El Comité Nacional Republicano ha anunciado los bloques temáticos para cada uno de los días. El lunes, cuando se prevé la mayor asistencia, se dedicará a los planes económicos de Trump, centrados en desmantelar la denominada Bidenomics (el expresidente tiene especial fijación en “acabar con el mandato [promoción] del coche eléctrico” por parte de la Administración demócrata). También asegura, sin explicar cómo, que sus planes de deportar a millones de inmigrantes irregulares harán bajar la inflación.
El martes la frontera estará en el punto de mira, con discursos dirigidos específicamente a las familias de personas asesinadas supuestamente por indocumentados, en una equivalencia falsaria —inmigración igual a delincuencia— que obsesiona a Trump, pero que los datos se empeñan en desmentir. El miércoles es el día de la seguridad nacional, en el que los delegados y el público escucharán argumentos sobre la “debilidad” y el “fracaso” de Biden como comandante en jefe del país. El jueves será todo un ejercicio de narcisismo: el propio Trump, encarnado en su promesa de “volver a hacer grande a EE UU” (Make America great again, en su acrónimo MAGA, la espina dorsal de la revolución republicana).
Entre los oradores de la convención estará el emprendedor David Sacks, que tiene un influyente podcast llamado All-In (todos dentro) para el que entrevistó a Trump hace unas semanas. Sacks es también conocido por su cercanía a Elon Musk y al multimillonario Peter Thiel, que pronunció un discurso en la convención republicana de 2016, el año que Trump llegó a la Casa Blanca. También participará el líder sindical Sean O’Brien, responsable de Teamsters (1,3 millones de afiliados), una intervención muy criticada por la cúpula de la organización y que además abre una grieta en el frente sindicalista de apoyo a Biden.
Entre los asistentes a la convención hay algunos imputados, como los tres miembros de la delegación de Arizona, a los que el juez ha debido conceder un permiso especial por haber participado, como falsos electores, en el complot para subvertir el resultado de los comicios de 2020. También habrá notorias ausencias, las de media docena de senadores que se han abstenido de apoyar a Trump en el proceso de primarias, entre ellos Lisa Murkowski, Mitt Romney y Rand Paul. La mayoría ha citado compromisos en su Estado o fuera del país para excusarse. “Estoy ocupado”, dijo lacónicamente Paul. Pero la ausencia más notable será la de Nikki Haley, última rival de Trump en las primarias hasta que tiró la toalla en marzo. La precandidata, no obstante, pedirá a sus 97 delegados que respalden a Trump, según fuentes de su equipo.
Los demócratas han contraprogramado los fastos republicanos para recordar a los habitantes de Milwaukee que, no hace mucho, Donald Trump insultó a su ciudad llamándola “un lugar horrible”. Medio centenar de autobuses urbanos circularán estos días empapelados con publicidad que rememora el insulto, pero también con críticas a las posturas del republicano sobre el aborto o el coste de los medicamentos, así como un recordatorio de su reciente condena penal en Nueva York por el caso Stormy Daniels. A juzgar por la escasa distancia entre el estadio donde se celebra la convención y el hotel que sirve de cuartel general a la campaña, apenas unas manzanas, no parece que los autobuses vayan a tener mucho trabajo y menos aún, público. Mientras, Cavalier Johnson, el primer alcalde negro de Milwaukee, que es demócrata y no ve con buenos ojos el tsunami republicano, se frota sin embargo las manos porque la convocatoria ha colocado a su ciudad en el mapa global y, cómo no, por el retorno económico que el evento tendrá en las arcas públicas. En la ciudad y sus alrededores no queda ni una sola habitación de hotel, pese a los precios astronómicos: las pocas que se ofertan, por cancelaciones, rondan los 800 dólares la noche, en un tres estrellas.