Los brazos de la víctima agitan el agua calma donde ‘Bocadín’ nada sigiloso: es un cocodrilo de tres metros de largo, mascota y verdugo de quienes decidieron saltarse las normas del Cártel de Sinaloa. ‘Bocadín’ saca su cabeza del agua y con la primera mordida le arranca una pierna, el segundo bocado acaba con la mitad del brazo de un secuestrador que decidió operar en la tierra controlada por la familia Guzmán Loera.
El relato de ‘Bocadín’ está incluido en el libro Con una granada en la boca, del periodista Javier Valdez. El testigo que narra la historia es Juan, un sicario al servicio del Cártel de Sinaloa a quien se le encomendó la tarea de capturar a tres secuestradores de Navolato que no siguieron las reglas. Su misión era simple, llevarlos a una casa de seguridad para castigarlos.
‘Bocadín’ deja a su presa y los sicarios la sacan del lago. Es mucha la sangre pero en lugar de detenerla hemorragia se divierten echándole cocaína -como si fuera penicilina-, “no más brincaba, así como que se tambaleaba y le agarraban unos temblores machín (…) hasta que dejó de moverse y se murió”.
El jefe de los sicarios del Cártel de Sinaloa hacía lo mismo con los traidores, enemigos y soplones, pero el caso de los tres secuestradores fue distinto, por que “en Sinaloa está prohibido el secuestro”; era, entonces, un mensaje para quienes no respetaran las reglas del cártel. Por eso arrojaron a sólo uno de ellos al lago de ‘Bocadín’; a los otros dos los torturaron hasta asesinarlos.
El relato recogido por Javier Valdez se centra en abril de 2013, una época en la que Joaquín El Chapo Guzmán todavía gozaba de libertad, pero en la cual sus hijos (Los Chapitos) ya comenzaban a levantar la mano para hacerse presentes en hechos delictivos y como líderes de su propia facción.
Es en ese contexto cuando Néstor Isidro Pérez Salas, alias ‘El Nini’ hace su aparición como sicario y jefe de seguridad de Los Chapitos. Según un relato de Dámaso López Serrano (‘El Mini Lic’), ‘El Nini’ era “un trastornado que asesina por puro pasatiempo”, razón por la que lo rechazó cuando acudió a él para pedirle ‘trabajo’; sin embargo, quien le abrió las puertas del Cártel de Sinaloa fue el Óscar Noé Medina Gonzáles, alias “El Panu”, brazo derecha de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, líder de Los Chapitos.
“El jefe tiene 23 años y es una verg* parada, bueno para matar, matonsísimo (…) ‘Sálganse’, nos dice, si quieren, no hay pedo. No habrá ninguna bronca. Pero pobres de ustedes si me ponen, si la andan haciendo de sapos”: Con una granada en la boca.
Conviene recordar que previo a su detención (22 de noviembre de 2023), autoridades federales catearon dos domicilios vinculados a ‘El Nini’, en los que descubrieron a tres tigres de bengala que se encontraban al interior de una jaula. Según una investigación de la Agencia para el Control de Drogas (DEA), Los Chapitos alimentaban a sus tigres con la carne de sus enemigos. En el relato de Juan, el jefe de su ‘cuadrilla’ tenía más o menos la misma edad que ‘El Nini’ en ese entonces, entre 21 y 23 años.
No es extraño que con la llegada de las lluvias y el crecimiento de ríos y lagunas los cocodrilos que abundan en varias regiones de Sinaloa hagan su aparición en carreteras de ciudades como Culiacán y Navolato, sin embargo, uno de sus lugares preferidos (donde más hay cocodrilos) es la laguna de Chiricahueto.
En 2016 el diario El Debate publicó la historia de Don Luis, un habitante de Navolato que contó la historia de un cocodrilo de más de 10 metros de largo al que lo apodan “Bocadito” y que se presume es ‘amigo’ de los delincuentes.
Con ‘amigo’ se refiere a que grupos criminales arrojaban a la laguna los cuerpos de sus víctimas con la intención de no dejar rastros. Los pobladores decían que tan acostumbrados estaban a la carne humana que, apenas escuchaban que gente se acercaba, los cocodrilos salían de la laguna, entre ellos ‘Bocadito’, el más grande de todos.