Desde que se lanzó la aspiración presidencial de la entonces senadora Xóchitl Gálvez, en Grupo Reforma se otorgó un fuerte respaldo editorial al proyecto, al punto que columnistas, editores y directivos asesoraron a la candidata, algo que queda bastante presente en la última columna de Jorge Castañeda, que todavía padece no haber sido demasiado escuchado en el War Room opositor.
La compañía de la familia Junco De la Vega se compenetró hasta tal punto con el armado de Xóchitl que la jefa de la división de encuestas, Lorena Becerra, dejo su encargo en el grupo mediático para asesorar directamente a la candidata. Desde ya, a cambio de un elevadísimo contrato.
Esta es la única arista del resultado del 2 de junio que festejan en Monterrey. Las encuestas de Becerra fueron un desastre ya que, hasta la tarde de ese domingo fatal para la oposición, cultivó la teoría de que la elección estaba cerrada. Y Claudia Sheinbaum ganó por 30 puntos.
En Reforma festejan lo sucedido porque, entienden, revalida el prestigio y la calidad de su división de encuestas y que, de ningún modo, Becerra era esencial, sino más bien, la cara visible de un engranaje consistente de segundas y terceras líneas que se encargan de hacer los relevamientos.
Debe decirse: Reforma tiene la división de encuestas más asertiva de toda la política mexicana, algo que se demuestra en sus áreas de influencia: la CDMX, Jalisco y Nuevo León. Pero, claramente, no era por Becerra.
Por cierto: en el PRI causó sorpresa que Alejandro Moreno Cárdenas invitó a la encuestadora a dar una plática a puertas cerradas la semana pasada. Allí Becerra dijo que era casi imposible vencer a Morena. Nula consonancia con lo que sostenía en el War Room de Xóchitl.