En medio de la campaña presidencial en México, a mes y medio de las elecciones, el expresidente Enrique Peña Nieto decidió romper el silencio y de esta manera se metió a la agenda pública, aun cuando los pocos que acusaron de recibo se encuentran en el círculo rojo de Palacio Nacional y en la dirigencia nacional del PRI.
En el caso de Alito Moreno Cárdenas no se ha referido públicamente al reciente libro de memorias de Peña Nieto, pero a sus colaboradores del CEN les ordenó seguir respaldando la campaña de Xóchitl Gálvez y no distraerse con los mensajes crípticos de la usanza del Grupo Atlacomulco. Este mensaje lo transmitió Enrique de la Madrid al peñanietismo, quien por cierto tiende puentes entre ambos liderazgos.
En particular, Alito pidió seguir con atención los movimientos de Alejandra del Moral quien renunció en febrero a la postulación de una curul en la Cámara de Diputados, mientras refuerza con ayuda del exgobernador Alfredo del Mazo su campaña para la dirigencia nacional del PRI que entrega en unos meses Moreno Cárdenas.
En el Senado será la chilanga Cynthia López Castro, antigua colaboradora de Aurelio Nuño en la Secretaría de Educación Pública, quien representará al grupo peñanietista y los intereses de Alejandra del Moral ante otras fuerzas, sobre todo el priismo de Manlio Fabio Beltrones hoy en alianza estratégica con el priismo del campechano. Una sólida alianza con millones de pesos y cargos en toda la estructura, de arriba a abajo. Son dueños de las llaves.
El propio Nuño hará lo suyo en el recinto legislativo de San Lázaro, plataforma que usará para volver a los temas educativos, su agenda, y su negocio. La Comisión de Educación en la nueva legislatura tendrá importantes asuntos que resolver en el próximo sexenio, ya sea si gana la Presidencia Xóchitl Gálvez o Claudia Sheinbaum.
A nivel internacional, Luis Videgaray sigue en el exilio en el MIT. Un exilio pero no uno inactivo. Al contrario. Como se ha documentado, el excanciller trabaja en el equipo de Jared Kushner para la campaña presidencial de su suegro, Donald Trump. Fiel a la creencia tecnócrata de la influencia por encima del trabajo político, ofrece su cercanía al republicano a la cúpula de la oposición. Un diálogo vis à vis, lejos de la Cancillería de México e incluso sin la OEA de Luis Almagro.
Desde luego esto no le hace gracia a Alito Moreno, uno de los muchos enemigos de Videgaray en el PRI. Pues a quien llama “ex vicepresidente” es a quien el campechano responsabiliza por el descrédito del tricolor en las preferencias electorales. Una afrenta de tribus priistas que deberá hacer un balance luego del resultado en las urnas, con los números computados y la derrotada medida en su justa proporción.
Peña Nieto, como algunos integrantes de la cúpula del PAN, no ve con buenos ojos la continuidad de la alianza opositora y para ello puso a trabajar a sus generales más conocidos: Alejandra del Moral, Aurelio Nuño, Luis Videgaray, y disputar de nuevo la dirigencia del tricolor en contra de quienes lo han llevado a su peor momento histórico (si se miden gubernaturas, curules en San Lázaro y escaños en el Senado).