Hoy se reúne López Obrador con los miembros que conforman el Consejo General del INE. Se adivina que la tónica de la reunión será denostar nuevamente a los ex consejeros Lorenzo Córdoba y Ciro Murayama, y aplaudir la ahora “genial” relación que lleva el Ejecutivo federal con el Instituto…
La reunión que va a tener lugar fue solicitada hace algunos años por el ex consejero presidente del Instituto Electoral, pero nunca se le concedió. Este entendía que, sin hipotecar la autonomía del INE, era necesaria la cooperación —igual que lo sigue siendo ahora—. Esto es, el diálogo institucional y respetuoso con el Poder Ejecutivo (y también con el Legislativo), lo que no siempre ha ocurrido con la inagotable intromisión de López Obrador desde el atril de la mañanera. La campaña del eterno candidato que prefirió quedarse siendo uno a actuar como el presidente que México requiere…
Por lo mismo, el Consejo General del INE deberá escuchar con atención lo planteado por Andrés Manuel y tener cuidado de no ceder —más— a su autonomía. Y es que con la entrada de Guadalupe Taddei, pareciera que el INE padece el síndrome clínico de disautonomía (lo que significa que existe un mal funcionamiento en el sistema nervioso autónomo; es decir, la parte del sistema nervioso que controla la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la digestión y otros procesos automáticos del cuerpo). Sé de lo que hablo, pues yo lo sufro desde hace décadas.
La disautonomía complica la vida de quien lo padece ya que, como el nombre lo indica, dejan de ser absolutamente autónomas las funciones y hay que estarlas “apoyando” constantemente.
Pues bien, en el INE existe hoy una suerte de aturdimiento que es típico de dicha enfermedad. El Instituto Electoral no responde a la artera e ilegal avalancha de actos anticipados de campaña que nos envuelve y arrastra. Una que no es únicamente de ahora, pero que a partir del domingo pasado promete exacerbarse. En el Consejo General se han quedado mudos ante la flagrante violación a las leyes electorales por parte de la 4t (si bien no detentan la exclusividad) y al derecho que tenemos todos los mexicanos de una vida democrática como lo marca la Constitución de la República.
Algunos aducen que Guadalupe Taddei está guardando un estratégico silencio para obtener el presupuesto que se requiere para sacar adelante los comicios federales del 2024; que ya después —una vez que haya asegurado el presupuesto— hará su trabajo de velar y hacer respetar la ley.
Temo informarle: el INE cede autonomía en aras de asegurar un presupuesto que de todas formas no obtendrá, y del cual nunca podrá hacer uso de forma independiente. Una vez que el presidente les recete la falsa austeridad ya conocida por todos, el INE se “levantará” de la reunión el día de hoy más aturdido que nunca y sin tener claro qué es lo que le pasó por encima.
El INE requiere un presupuesto que le permita la preparación y organización de las elecciones más grandes de nuestra historia, las de 2024. Los antecedentes son presupuestos menores a los solicitados, aprobados por la Cámara de Diputados. Cuidado de dar entrada a propuestas como las siguientes: que los apoyen ‘los siervos de la nación’, soldados o miembros de la Guardia Nacional; en ese caso no sólo habría disautonomía sino la pérdida total de su autonomía.
Pero además, el órgano titular de la autoridad electoral va tarde en lo que de por sí le correspondía; ni siquiera ha podido ponerse de acuerdo para nombrar a diversos nuevos directores en el Instituto…
Ojalá la reunión pueda abonar a una relación más tersa y respetuosa entre poder de la Unión y órgano constitucional autónomo, pero me temo que más bien habrá amenazas —ya no tan veladas— al INE y a sus consejeros. Bastará quizá el recordatorio de que la supervivencia del INE, desde la óptica de la 4t, depende exclusivamente de López Obrador y no de su estructura, de sus trabajadores y de la ciudadanía.
La consejera presidenta deberá reiterar ante López Obrador que debe respetar las reglas rumbo al 2024. Que Morena y las corcholatas también. ¿Se atreverá a hacerlo o instalará la disautonomía en el Instituto?
Y si bien las instituciones no equivalen a las personas (lean un poco de la literatura sobre el debate que desde hace mucho ha habido en la ciencia política al respecto del institucionalismo versus el individualismo), tener al mando de un órgano a unas figuras que han renunciado a su independencia y autonomía, augura que a la ciudadanía le están arrebatando la posibilidad de tener elecciones libres, justas, imparciales y transparentes. La democracia comicial es, después de todo, el que existan condiciones que permitan la posibilidad real de alternancia electoral.