La frase «Si vis pacem, para bellum» es un título en latín atribuido a Marco Aurelio. Es imposible que el “Rey Filósofo” haya leído «El Arte de la Guerra» de Sun Tzu, ya que esta obra no se escribió hasta varios siglos después de su muerte. Aun así, es posible que haya conocido otros textos militares de su época que trataban sobre estrategia y historia militar romana.
En México, nuestro Marco Aurelio, sigue en la guerra contra el narcotráfico, y no nos está llevando a la paz, a pesar de que ha sido la principal promesa de campaña. En el actual gobierno, específicamente, en la secretaría de seguridad, donde Durazo fue fundador, seguramente son lectores de «El Arte de la Guerra», pero parece que no lo han entendido.
En el tercer capítulo de dicha obra, se habla sobre «ganar sin luchar», que sugiere que la mejor victoria es aquella que se logra sin necesidad de recurrir a la fuerza. Este concepto puede ser interpretado de manera ambigua. Por un lado, puede significar la importancia de fomentar el diálogo y la cooperación entre diferentes partes para encontrar soluciones a los problemas de violencia. Por otro lado, se puede interpretar como la necesidad de acabar con el problema mediante la eliminación de toda actividad que genere beneficio al enemigo, en este caso, los negocios del crimen organizado.
Un general afirmaba: «Practica las artes marciales, calcula la fuerza de tus adversarios, haz que pierdan su ánimo y dirección, de manera que, aunque el ejército enemigo esté intacto, sea inservible: esto es ganar sin violencia. Si destruyes al ejército enemigo y matas a sus generales, asaltas sus defensas disparando, reúnes a una muchedumbre y usurpas un territorio, todo esto es ganar por la fuerza».
Según esta perspectiva, los mejores maestros del Arte de la Guerra son aquellos que consiguen que se rindan impotentes los ejércitos ajenos sin luchar, no aquellos que ganan todas las batallas.
Mientras tanto, en México, mientras destruimos la Policía Federal y la reemplazamos con la apresurada creación de la Guardia Nacional, el crimen organizado se sigue profesionalizando, mejorando y perfeccionando en todos los sentidos. Han pasado los tiempos en que el narcotráfico era dominado por sombrerudos que no conocían de negocios, ahora son empresarios de la violencia, cuya herramienta de negociación y capital es precisamente la violencia.
Mientras nuestro país experimenta una reestructuración cada 6 años, los dos ejércitos del crimen organizado se rigen bajo las órdenes de un solo hombre, cada uno con el respaldo de todo su ejército. En tanto, nuestros líderes están ocupados en política y elecciones, sus enemigos se apoderan del país, ciudad por ciudad, dejando en claro quién domina el arte de la guerra.