Sonora Presente

Martes 28 de Marzo.

Presumen lo que detestan

De no creerse la campaña de Morena para presumir la fortaleza del peso y la recuperación de la economía, como si fueran méritos suyos. Esos logros se los deben a quien aborrecen: Carlos Salinas.

Él es el padre de las dos grandes reformas que han evitado un colapso económico por el derroche y la impericia populista: el Tratado de Libre Comercio de América del Norte y la autonomía del Banco de México.

Cuando estaban en la oposición, los actuales gobernantes machacaron con la promesa de echar abajo “las reformas salinistas”.

Ahora, en el gobierno presumen un peso fuerte, que lo es gracias a las decisiones de los integrantes de la Junta de Gobierno del Banco de México.

Contra la opinión del gobierno, los miembros de la Junta han ejercido su autonomía y las tasas de interés se han puesto muy por delante de las de la Fed, con lo que se atraen los ahorros a México.

El TLC ha madurado y hoy la vinculación entre ambas economías es indisoluble y ampliamente ventajosa para México: dejamos de depender por completo de las ventas de petróleo y exportamos manufacturas como nunca y más que todo el resto de América Latina junta.

Con el TLC se logró que nuestro comercio y el de Estados Unidos sean, como alguien lo definió hace algunos años, una cacerola de huevos revueltos: la clara y la yema no se pueden separar.

Quedó a prueba de aldeanos temerosos del mundo, como los que hoy gobiernan México. Y a prueba de fanáticos antimexicanos, como Donald Trump.

Prometieron echar abajo el TLC. No pudieron. Y ahora que gobiernan presumen los logros del tratado como méritos suyos.

Durante más de dos décadas prometieron tirar las reformas y con ello ganaron votos.

¿Qué pasó? ¿A ver? Tiren una reforma económica y se les cae el país.

Como dijo hace algunas semanas el economista Luis de la Calle, “estamos en el vecindario correcto y eso te lleva a tener más exportaciones, más actividad económica, más inversión, a pesar de que no la quieras”.

Exacto: a pesar de que el actual gobierno no quiera la inversión extranjera, sigue llegando.

Si por el actual gobierno fuera, estaríamos unidos al vecindario de Nicaragua, Cuba y Venezuela, los “países progresistas” con los que se quiere formar un “bloque”, según se anunció en Campeche luego de la reunión con el presidente Díaz-Canel.

Los bloques son contra algo. ¿Contra qué es el “bloque progresista”? Contra Estados Unidos y el “neoliberalismo”.

Vaya sandeces. Y sin embargo, el país se mueve.

Las remesas que mandan mexicanos, venezolanos y cubanos son pilares de la economía popular en México y subsidian el consumo en Cuba y en Venezuela.

Si no hubieran echado abajo o bloqueado las “reformas del PRIAN” que se hicieron en el sexenio anterior, estaríamos mucho mejor que ahora.

El fenómeno nearshoring traería más empresas porque en México se preparan técnicos y científicos con educación de buena calidad.

Vaya delirio combatir a la “ciencia neoliberal”.

Oscurantismo medieval destilan nuestros gobernantes al perseguir penalmente a científicos.

Con empresas petroleras privadas perforando y extrayendo, nos habríamos ahorrado 800 mil millones de pesos en incentivos fiscales y subsidios a ese barril sin fondo llamado Pemex, que alguna vez fue el pilar del presupuesto federal. Hoy es al revés.

Llegarían dinero, tecnología e inversión.

El pésimo arranque del sexenio, con la decisión absurda e infantil de hacerle caso a la almohada y no al secretario Carlos Urzúa, al cancelar el NAIM, tiró la economía.

Luego vino el mal manejo de la crisis provocada por la pandemia, que derrumbó el PIB a -8.

Cientos de miles de empresas medianas y pequeñas cerraron y millones perdieron el empleo, además de 700 mil mexicanos muertos porque el gobierno reaccionó tarde ante lo que negó: la gravedad de la pandemia de Covid.

Y ahora la economía se recupera. Con ella, vuelven los empleos y el consumo. México muestra su fortaleza, a pesar de los disparates del populismo autoritario que nos gobierna.

¿Cuánto vamos a crecer este año? Un 1.5 del PIB. Bajísimo, pero no se le puede pedir más a los que prometieron crecer al cuatro, seis o siete por ciento en el sexenio. No saben.

Las decisiones del Banco de México, el empuje de las exportaciones y la atracción de empresas a nuestro país, que es vecino de la mayor potencia económica del mundo, se han logrado a pesar del gobierno.

Es obra de reformas que repudiaron, creadas por estadistas cuyos nombres siguen combatiendo.