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Foto del avatar About Carlos Loret de Mola

Es uno de los periodistas mexicanos más influyentes de la actualidad. Tiene más de 9 millones de seguidores en Twitter, es colaborador del Washington Post, su programa de radio vespertino en W Radio es líder de audiencia, escribe la columna de opinión más leída del país en el periódico El Universal y hace poco más de dos años fundó el proyecto periodístico digital Latinus.

Claudia y los riesgos de su estrategia

Uno podría pensar que Claudia Sheinbaum ha basado toda su estrategia de campaña presidencial en las encuestas, que en su inmensa mayoría le dan una amplia ventaja sobre Xóchitl Gálvez. Y que por eso ha apostado a administrar su ventaja: no polemizar, no engancharse, no contestar, dejar que el rival se desgaste y adherirse a la popularidad del presidente López Obrador (que marcan las mismas encuestas) para presentarse ante el electorado como una garantía de copia fiel de eso que tanto parece gustarles.

Pero toda estrategia es una apuesta. Y la apuesta que ha hecho en esta campaña Claudia Sheinbaum conlleva un doble riesgo: el primero es obvio, el segundo no tanto.

El obvio es que si las encuestas no están midiendo bien las preferencias electorales —como ha sucedido en no pocos procesos de México y otros países— habrá perdido la oportunidad de mostrar una personalidad propia, una idea personal de cómo se imagina al país, cómo lo conduciría, un proyecto con su firma, un lienzo de su autoría que los votantes quieran animarse a dibujar con ella. No habrá apostado por conseguir nuevos votantes, por acercar a los lejanos, por reconquistar a los desencantados. Se habrá atrincherado en lo que le dijeron que era suyo, y en una de esas resulta que era un espejismo.

El segundo —que no es tan obvio— es que esas mismas casas encuestadoras tradicionales que le dan un aproximado de 20 puntos porcentuales de ventaja sobre Xóchitl Gálvez y que reflejan una buena popularidad del presidente López Obrador (del 66% de aprobación en promedio), marcan que la ciudadanía reprueba al gobierno en varios rubros: combate a la violencia, combate a la corrupción y muchas veces también en acceso a la salud.

Y ahí Claudia Sheinbaum no ha escuchado a las encuestas. Porque su mensaje al electorado es que seguirá la misma estrategia de seguridad, que ya se acabó la corrupción y que —como dice el Presidente— estamos a cuatro meses de tener un sistema de Salud como en Dinamarca.

Si la estrategia era basarse en las encuestas, quizá lo lógico hubiera sido administrar la ventaja, dejarse arropar por un presidente popular, resaltar los beneficios de los programas sociales y los resultados de la economía (ambos muy bien evaluados en las encuestas), pero marcar claros matices en lo que tiene que ver con seguridad, corrupción y salud. Ahí estaban las áreas de oportunidad para diferenciarse del Presidente como suelen hacer los candidatos oficiales, asumir una personalidad propia y plantear los matices.

Pero en el cuarto de guerra de Sheinbaum no mandan las encuestas. Manda el presidente López Obrador. Y esa ha sido la prioridad de prioridades, digan lo que digan los números.

Estamos a 11 días de que sepamos si esta contradicción es costosa en las urnas, si fue la estrategia correcta o si México se suma a la lista de los países donde fallaron las encuestas.

¿Quién es Claudia? Ya sabemos

¿Por qué tenemos la manía de no creer lo que dicen los políticos en campaña? ¿Por qué optamos por autolavarnos el cerebro con que una vez que lleguen al poder no serán tan rudos como exhiben que van a ser?

No creyeron que AMLO fuera a cancelar el aeropuerto. Lo anunció desde que se puso la primera piedra, y optaron por el anhelo. “Se va a moderar”, decían. Pensaron que era bluff lo de tratar de acabar con el INE y la Suprema Corte, de los que llevaba quejándose dos décadas. Lo anunció, no le creyeron, se los cumplió.

No es un tema exclusivo de México. Los gringos no creyeron que Trump iba a abrazar a Putin, romper el Acuerdo de París para el cambio climático, ponerle tarifas a China (amenazar a México con lo mismo) y no aceptar su derrota electoral. Los británicos no creyeron que Boris Johnson iba a hacer el Brexit. Nadie creyó que Putin se atrevería a invadir Ucrania ni que Maduro impidiera contender a todas las Corinas que se le pusieron enfrente.

Con el tercer debate presidencial, Claudia Sheinbaum nos dejó claro qué presidenta quiere ser. Ya no es parte de un análisis, una prospectiva o una especulación. Más vale empezar a creerlo.

Claudia Sheinbaum está resuelta a, en caso de ganar, completar la destrucción de la democracia mexicana que arrancó Andrés Manuel López Obrador. Claudia no quiere ser la versión light de AMLO. Es la versión recargada.

Cooptar a la Suprema Corte y destruir su esencia de contrapeso. A López Obrador le faltó un paso, Claudia lo quiere dar. Cooptar al INE y dinamitar su esencia de árbitro imparcial de la democracia. A López Obrador le faltó la última milla, Claudia la quiere recorrer. Como en los regímenes autoritarios más salvajes, todo esto se hace con el pretexto del poder del pueblo, que en realidad es el poder del líder o la líder.

En el país de Claudia no cabemos todos. Su cierre del debate del domingo fue pensado y ensayado: allá están ustedes, aquí estamos nosotros. En la discusión, dejó claro que en su eventual mandato la oposición no cabe. Persecución, no diálogo. Igual para la crítica, venga de la prensa, de la intelectualidad, la sociedad civil, los activistas, las feministas. El que piensa diferente está inhabilitado moralmente. No merece ni que se le voltee a ver.

Como si fuera una mañanera, la vimos muy suelta y muy segura desestimando pruebas contundentes, manipulando estadísticas, inventando otras, mintiendo con descaro y soberbia. Mucha, mucha soberbia. Sectaria, ruda, indolente. Negó hasta los muertos de la pandemia. Frases de terror maquilladas con dulce voz.

Con ese handicap, lo que López Obrador no se atrevió a hacer o decir, ella sí lo dirá y lo hará. De los hijos de AMLO ella es la más obediente y la más perversa. Ha adoptado el discurso y el plan. Decir que separaron el poder económico del poder político cuando la mayoría de los grandes oligarcas de México desfilan por Palacio intercambiando elogios por contratos. Decir que se ha pacificado el país con 180 mil muertos. Decir que no hay corrupción, cuando están los hermanos, los hijos, Segalmex, Bartlett, Nahle. Hablar de profundizar la militarización —usando el disfraz de la Guardia Nacional— cuando militares y democracia deberían aparecer en el diccionario como antónimos.

En julio de 2022, me marcó un artículo de Janan Ganesh en el Financial Times: “Cuidado con la ola de populistas competentes”. Hablaba de cómo se jubilaba una generación de populistas excéntricos y llegaban sus herederos, los populistas disciplinados. Se van los showmen desordenados y llegan sus hijos nerds capaces de terminar de leer un dossier con datos, de dedicar horas al tedioso trabajo de caminar desde la planeación hasta la implementación. Se van los manojos de impulsos y llegan los del excesivo autocontrol. Se acaban las payasadas, empieza la frialdad. Se va el circo y se quedan los leones sin jaula.

Como dice el presidente al abrir las mañaneras: “Ánimo, que lo mejor es lo peor que se va a poner”.

Los últimos 138 días

En la mañanera del lunes el presidente confesó cuál es su prioridad para la recta final del sexenio. No es disminuir la violencia, enderezar la educación, acabar con el desabasto de medicinas ni transparentar los grandes casos de corrupción de su gobierno. La prioridad es la venganza personal.

Anunció que en los cuatro meses y medio que le quedan se va a encargar de procesar sus venganzas personales, combatir a quienes lo estén cuestionando. Hizo una lista inicial de objetivos entre los que me incluyó. ¿Su argumento? Que tiene derecho a defenderse ante todos los malos que lo atacan y que no quieren el bien del país… según él.

El sexenio terminará igual que como comenzó: el presidente destilando odio, atacando con fiereza para responsabilizar a otros de su propia incapacidad.

Su estrategia es clara:

Primero se pone en el papel de víctima. A pesar de que lleva siendo 5 años el hombre más poderoso de México, sigue con su cantaleta de que hay un grupo de adversarios conservadores a los que sólo les importa tener privilegios, que son los que manipulan a los medios para atacarlo. Como si no fuera evidente que la gran mayoría de los medios están entregados a él. La lista de periodistas y medios críticos a los que suele aludir palidece frente al concierto de medios masivos y comunicadores en espacios de privilegio que han bailado al son que les toca el régimen y han fungido como simples repetidores del discurso oficial, potenciadores del alcance de la versión de país que se sostiene en la mañanera.

Segundo, polarizar. Pide definiciones. Obliga a tomar partido. Estás conmigo o estás contra mí. Eres de los buenos o de los malos. Del pueblo o de la mafia.

El tercer paso es justificar el uso faccioso que le da al cargo de Presidente de México para violar la ley como forma de acción cotidiana. So pretexto que él lidera el bando de los buenos y que los malos son más poderosos, se salta la ley electoral, usa al SAT o la UIF para perseguir a quien quiera y exponer datos personales de quienes para él están en el bando contrario. Como si fuera lo mismo un periodista o analista que el presidente. AMLO presenta esto como una pelea pareja. Para él es pelea. Pero pareja no es por ningún lado: por muy influyente que sea un analista, un periodista o un intelectual, no se compara con el presidente de un país, que es el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas, que tiene 9 billones de pesos al año de presupuesto bajo su control y que cuenta además con los citados instrumentos de investigación del Estado para presionar, intimidar, someter, doblegar.

Pero así llevamos 5 años. El que dijo que iba a cumplir la ley, es el primero que la está violando. Siempre. En todo. Fue su modo de gobernar. La mentira y la ilegalidad. No tendría por qué cambiar en la recta final.

Encuestas: qué dicen “los clásicos”

En la elección presidencial las encuestas son tan dispares, que hay una que le da 40 puntos de ventaja a Claudia Sheinbaum sobre Xóchitl Gálvez y hay otra que marca una diferencia de 0 (cero) entre las dos candidatas. Es decir, hay una que habla de una paliza inconmensurable y otra de un empate con final de fotografía.

En medio de ese rango de 0 a 40, existe un diferencial Sheinbaum-Gálvez para todos los gustos: de un dígito, de dos, de dos decenas, en los 30s… Pero en este abanico de encuestas hay muchas empresas desconocidas y otras de muy reciente creación.

Así que vale la pena mirar a “los clásicos”. Me refiero a quienes llevan publicando encuestas desde hace veinte años. Si con los datos que vemos en los portales que las comparan separamos a “los clásicos” del resto de las encuestas, casi todos marcan una ventaja que ronda los 23 puntos a favor de Claudia Sheinbaum:

Mitofsky (Roy Campos) y Covarrubias dicen 29, Berumen e Indemerc 25, Reforma y Parametría 24, Buendía & Márquez traen 23, Alejandro Moreno en El Financiero pone 18, y GEA-ISA 17 en sus preferencias efectivas. Entre la más alta y la más baja hay sólo doce puntos de diferencia. Esto quiere decir que 9 de las casas encuestadoras “clásicas” no están tan separadas como el concierto de todos los estudios de opinión.

Sólo dos “clásicas” se salen de este margen de 6 puntos alrededor de la ventaja de 23: Mendoza que tiene 31 y Demotecnia (De las Heras) con 37.

La polarización que ha caracterizado a este proceso electoral —en mi opinión, más que nunca— ha contagiado a la lectura de las encuestas. Los morenistas —que antes las descalificaban— hoy creen ciegamente en ellas. El primero fue el presidente. Pero luego, la candidata, el dirigente del partido, los demás aspirantes y los propagandistas del oficialismo han abandonado la argumentación de campaña y sencillamente se atrincheran en presumir que van tan arriba en las encuestas que la elección del 2 de junio es un mero trámite.

Los opositores al revés. Descalifican con rabia y acusaciones graves a todo el abanico de las encuestas y se agarran de sólo un par, que son las que hablan de una contienda cerrada.

Por esto mismo, pienso que el gremio de los encuestadores se está jugando mucho en este proceso electoral. Más que nunca. Puede ser un parteaguas para la industria. Estarán publicando sus últimas “fotografías” dentro de un par de semanas. Y esas servirán para evaluar su desempeño y el papel político que irremediablemente jugaron en la narrativa de las campañas. Tienen una actividad profesional, una actividad económica y un nombre qué defender. Será una más de las aristas a atender la noche del 2 de junio.

El Clan de los hijos de AMLO haciendo negocios con el desabasto de medicinas

“Yo soy experto en salud… jajaja” dice cínicamente Amílcar Olán, el íntimo amigo de los hijos del presidente, Andy y Bobby López Beltrán, en una llamada con un empresario beneficiado por el IMSS con millonarios contratos por la venta de medicamentos.

En las grabaciones, Amílcar Olán desnuda el modus operandi: se coluden con altos funcionarios para retrasar las licitaciones de compra de medicinas, generan desabasto, justifican así las adquisiciones desesperadas a un precio mayor y le ganan el doble o el triple a la venta. Por si esto no fuera suficientemente escandaloso, utilizan para hacer este enjuague a empresas de personajes que según el presidente López Obrador son miembros distinguidos de “la mafia del poder”. Así opera El Clan, la red tráfico de influencias que orquestan los hijos del presidente y cuyos millones canalizan a través de su íntimo amigo Amílcar.

La semana pasada, en otra entrega de El Clan, autoría de Ana Lucía Hernández e Isabella González en Latinus, exhibimos con audios y documentos cómo el ahora empresario multimillonario Amílcar Olán, gracias al tráfico de influencias de los hijos del presidente, también está metido en el negocio de la venta de medicamentos. Los cómplices de Olán dentro del gobierno en este esquema son Daniel Asaf, jefe de la Ayudantía presidencial y brazo derecho de López Obrador, y Alejandro Calderón Alipi “Cuchillo”, quien estuvo en el Insabi, hoy es director del IMSS-Bienestar y es uno de los amigos de Andy López Beltrán colocados en puestos clave del gobierno. A Calderón Alipi el presidente AMLO le entregó el control del sistema de salud y un presupuesto de más de 128 mil millones de pesos este año.

En el reportaje se muestra una llamada de Amílcar Olán con un tal “Robert”, a quien no se identifica con apellido. Los audios y los documentos demuestran que El Clan usó la empresa de “Robert” para canalizar dos adjudicaciones directas de las delegaciones del IMSS en Tlaxcala y Sonora por 100 millones de pesos.

Hoy se sabe que el tal “Robert” es Roberto Dagnino, a quien varias fuentes identificaron sin duda alguna al escuchar su voz en las grabaciones. Es el director de la empresa Biosistemas y Seguridad Privada. Es cuñado (hermano de la esposa) y operador del exgobernador panista Guillermo Padrés, cuya administración estuvo marcada por acusaciones de corrupción, al grado que fue encarcelado por delincuencia organizada y lavado de dinero en el sexenio de Peña Nieto. Salió de la cárcel en este sexenio de AMLO tras pagar una multa de 40 millones de pesos. Aparecen como socios de la empresa que dirige “Robert”, Eduardo Guajardo Aguayo y Conrado Xibille Bustamante, sonorenses cercanos al exmandatario.

Hoy la familia de Padrés hace negocios con El Clan de los hijos del presidente de México. Y son grandes beneficiarios del desabasto de medicinas. “Soy experto en salud”, se ríe cínicamente Amílcar. “Claro, papá”, le responde obsequioso el cuñado de Padrés. Así queda sellado el pacto entre la vieja mafia del poder y la nueva mafia del poder.

Las 4 advertencias a AMLO de que habría apagones

Al inicio del sexenio, cuando López Obrador estaba por cumplir tres meses en el poder, publiqué en estas Historias de Reportero una entrega titulada: “El peligro de apagones masivos”. El título no podía ser más explícito. El texto señalaba el riesgo de falta de luz por las deficiencias en la generación de energía eléctrica y la falta de gas natural. Textualmente señalé: “Hoy, México está parado al borde del colapso por lo que he insistido en estas columnas: el sexenio de Peña Nieto dejó el asunto colgado con alfileres y la administración de López Obrador se los está quitando”.

Recuerdo que fue una de las primeras reacciones furibundas del régimen. Que si yo estaba mintiendo, que si estaba al servicio de los intereses de las empresas privadas del sector energético, que si vendepatrias que quiere entregar la industria eléctrica al extranjero, y todo el catálogo completo que luego se volvió costumbre en el obradorato.

No fue la única alerta que expresé en mis columnas. El 11 de abril de 2019: “La consecuencia inevitable será que no se podrá generar toda la energía eléctrica que demanda la zona y entonces habrá apagones mayores a los ya vistos, que afectarán de manera aún más importante a las personas y a la actividad económica. Lo peor, pues, está por venir. Y lo sabe el gobierno. ¿Hará algo?”. No hizo nada.

Otra más. 25 de junio de 2019. “La respuesta del presidente a esta crisis equivale a la del dueño de una empresa que no tiene gasolina para sus camiones repartidores, lo que está generando desabasto de mercancías. Y para solucionarlo (el desabasto), decide comprar más camiones. ¡El problema es que no hay gasolina!”.

Una última. 19 de mayo del 2021: “La causa es una pésima gestión de la CFE por lo que a mantenimiento e inversión en generación respecta. Por eso fallan las plantas. Además, con la nueva política energética se han frenado tanto la operación como las inversiones en energías renovables. Y si bien es cierto que tenemos combustóleo para dar y regalar (literalmente), ni siquiera pueden hacer eso bien: no han podido quemar adecuadamente ese combustible que ni los barcos quieren. De continuar en esta necia ruta, en el futuro cercano los apagones seguirán”.

En los últimos dos días se han registrado apagones en cuando menos 21 estados del país. Que haya una crisis de apagones en la recta final del sexenio tiene dos claros responsables: Andrés Manuel López Obrador y Manuel Bartlett Díaz. Vaya dupla para la historia. Se les está cayendo el sistema… eléctrico, y para que no se queme del todo, tienen que bajar el switch de cuando en cuando, de donde en donde. Sabían lo que podía pasar y no hicieron nada. Les advirtieron por todos lados que lo que estaban haciendo conduciría a este desenlace, y no quisieron rectificar.

Pero no pasa nada, que no se preocupen, en este país no pasa nada.

Si el arroz ya se coció, por qué tanto estrés en la cocina

¿Por qué se ven tan nerviosos y están tan agresivos? El presidente ha redoblado la ración de hígado en las mañaneras. Más enojado por todo. Cualquier excusa es argumento para soltar todo el veneno de su poder. La candidata ahora lanza declaraciones soberbias para cantar a los cuatro vientos que la elección ya se definió, que la gente la eligió, que el 2 de junio es un “trámite”. Antes no lo hacía, era más elegante. El dirigente del partido, Mario Delgado, protagoniza desplantes dignos de quien se subió al avión privado del Rey del Huachicol, recibió su dinero y salió impune: se mete a la guerra de encuestas, se instala en el troleo a la oposición. Los paleros y los propagandistas, en el mejor momento de la campaña de Xóchitl Gálvez (tras el segundo debate), tratan de posicionar la idea de que va a la baja.

Y mientras hacen todo esto, dicen que Claudia Sheinbaum le lleva decenas de puntos porcentuales de ventaja en las encuestas a Xóchitl Gálvez. Qué raro. Sus actitudes no parecen ser de quienes simplemente tienen que administrar un mesecito más su amplísima ventaja. Si el arroz ya se coció, por qué tanto estrés en la cocina.

Algunos datos han animado la discusión política sobre qué tan cocido está el arroz, potenciados desde un público crítico que piensa que no todo está dicho:

1.- En las encuestas hay para todos los gustos: desde quien dice que van empatadas (Massive Caller) hasta quien asegura que Claudia le saca 37 puntos a Xóchitl (Demotecnia). En medio, lo que pida el marchante: 6 puntos México Elige, 9 LaEncuesta.Mx, 15 GEA/ISA, 17 El Financiero, 22 Berumen, 24 Enkoll, 25 Roy Campos y Covarrubias, 27 Mendoza y Blanco y Parametría… Ojo: ninguna dice que Xóchitl va arriba, pero la dispersión es asombrosa.

2.- Un estudio de Data OPM para la revista Este País ofrece datos que van contra la teoría de que “este arroz ya se coció”: el 45% dice que ya está definido que gana Claudia, pero el 46% dice que todavía puede ganar Xóchitl. 44% dicen que ya definieron su voto y no cambiarán, un 26% (uno de cada cuatro) asegura que ya se definió, pero está atento a las campañas a ver si cambia y un 17% dice que aún no sabe por quién votar.

3.- Han estado circulando análisis de especialistas en datos que señalan que, si se suman los votos de todas las elecciones llevadas a cabo en el sexenio de López Obrador, están prácticamente empatadas las alianzas oficialista y opositora (a diferencia del promedio de las encuestas). Y que está demostrado que en las casillas donde más gente acude a votar, a la oposición le va mejor, con lo cual si la gente sale a votar, la elección se cierra.

Viene el tercer debate. El tema central es la inseguridad. El presidente está tratando de ayudar a Claudia con la narrativa. La realidad le está ayudando a Xóchitl.

El militar acusado de huachicolero rompe el silencio y contraataca al régimen

No sé si el general Eduardo León Trauwitz es inocente o culpable. No sé si es el alto mando militar que facilitó la operación de los huachicoleros en Pemex durante el sexenio pasado, en el que se rompieron todos los récords de robo de combustible. No sé si es el chivo expiatorio del presidente López Obrador para esconder sus fracasos en Petróleos Mexicanos y en su supuesta lucha contra el huachicol.

Ayer lo entrevisté en W Radio. El general León Trauwitz no había hablado en cinco años del proceso en su contra, desde que el gobierno actual lo acusó mientras decretaba una lucha contra los ladrones de combustible y dejaba sin gasolina a todo el país al arranque del sexenio cuando hubo filas de kilómetros para poder tener un poco de gasolina. Gente durmiendo, peleando en las filas. Estaciones cerradas, pérdidas millonarias. Con eso se estrenó el gobierno de AMLO.

Me dijo que era inocente, que le mintieron al presidente su director general de Pemex y su secretaria de Energía, que su caso sirvió para esconder una de las primeras negligencias de este gobierno: no haber comprado gasolina al extranjero y tenerse que inventar una lucha contra el huachicol cuando en el fondo no había gasolina que distribuir en el país. Y que esto queda demostrado con la gran tragedia impune de esta administración: la muerte de 137 personas en Tlahuelilpan por la explosión de un ducto de Pemex.

Que después de que lo acusaron en la mañanera, lo recibió el general secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, muy amable en su oficina, lo escuchó pero no le dijo nada. Que de este gobierno le ofrecieron ser testigo protegido porque querían que ligara con delitos a un funcionario de Peña Nieto con una de Calderón, pero él no aceptó porque no le consta. Que cuando lo procesaron formalmente, cortaron comunicación con él todos sus amigos militares. Que Peña Nieto fue su jefe, pero no lo puede considerar su amigo. Lo mismo Emilio Lozoya.

Que escogió Canadá para refugiarse porque ahí estudiaba su hija y tenía avanzado un proceso de residencia legal. Me dijo que no era un hombre rico, que en su expediente sólo lo acusan por un préstamo de 400 mil pesos, y que en Canadá trabajó como intendente de limpieza en una empresa de alimentos. Ya se le venció su permiso de trabajo.

Su decisión de conceder una entrevista después de cinco años no puede estar sustraída de tres datos de contexto. Primero, el sexenio está en su recta final, hay campañas presidenciales y se viene una transición que puede cambiar todo. Segundo, que hace unos días Canadá accedió a iniciar el proceso que podría conducir a su extradición a México, cosa que el obradorato festejó como un triunfo definitivo y el equipo de abogados del general ha tratado de desinflar. Y tercero, que su caso aparece en el grueso expediente contra el expresidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar: asegura que presionó a jueces para fallar en su contra, y visibilizar su expediente, robustece su defensa.

Mientras tanto, en la agonía del sexenio, Pemex reporta que el año pasado hubo el mismo número de tomas clandestinas de huachicol que en el 2018 (casi 15 mil). Pemex también reporta que su producción de petróleo es 200 mil barriles diarios menos que cuando llegó AMLO. Le inyectaron 2 billones de pesos, pero la deuda de Pemex sólo bajó de 105 a 101 mil millones de dólares. Sus bonos siguen siendo casi basura. Y la gasolina que prometieron a 10 pesos el litro cuesta 24.

Las gubernaturas y el legado de AMLO

Las grandes promesas de López Obrador que lo llevaron a la Presidencia fueron que acabaría con la corrupción, que quitaría los privilegios del poder y que sería el gobierno más transparente de la historia. Además de lo que se ha documentado para contradecir esa propaganda oficialista, las contiendas por las gubernaturas en estas elecciones nos exhiben cuál será el verdadero legado del actual presidente.

Hay dos estados que se consideran con amplio margen a favor de Morena: Chiapas y Tabasco. En Tabasco, el estado de López Obrador, puso de candidato su cercanísimo Javier May, cuyo paso por Fonatur como encargado del Tren Maya fue un escándalo, al grado que lo tuvieron que quitar de ahí: costó el triple de lo presupuestado, no estuvo a tiempo, taló 7 millones de árboles, y contaminó el agua al perforar cuevas y cenotes. No sólo eso. Las pruebas que hemos presentado en el serial El Clan en Latinus, con grabaciones telefónicas y contratos, desnudan también que la obra está rodeada de corrupción y tráfico de influencias ?involucrados los hijos del presidente y sus primos?, y una irresponsabilidad que indigna por cómo se maneja este grupo de mirreyes disfrazados de proveedores. Javier May fue premiado con la candidatura. El presidente lo protege. Por eso no pocos dicen que su desliz al declarar que “Hoy es ley la corrupción en México” fue una traición del subconsciente.

En dos de los estados que Morena pretende arrebatar a la oposición, Yucatán y Jalisco, los candidatos del obradorato están enfrentando acusaciones por su patrimonio. A “Huacho” Díaz Mena, expanista yucateco, se le acusa de no haber declarado dos propiedades. Y a Claudia Delgadillo, expriista tapatía, también de haber escondido en su declaración patrimonial una mansión de 4.5 millones de pesos en un fraccionamiento exclusivo.

Pero nada como lo de la morenista Rocío Nahle en Veracruz. Como May, tuvo a su cargo otra gran obra manchada de corrupción: Dos Bocas, que costó el doble y no ha refinado nada. Ahí también hicieron negocio los hijos del presidente y sus cuates. En Veracruz, Morena vislumbraba una carrera cómoda. Ya no lo es. A la candidata morenista y su familia les aparece una propiedad de lujo cada tres días: lo que empezó por una casa en Veracruz con muelle privado, ya va en departamento de millones de dólares en Nueva York.

En Guanajuato, Morena usa la inseguridad para atacar al gobierno local que es panista. En Morelos no puede: la inseguridad es totalmente su culpa. Imaginaba un paseo por el parque, ya se le complicó. Nada más en los últimos días se reportó el asesinato de un periodista, el secuestro de un obispo y la entrada de un comando armado a un hospital para consumar una ejecución.

Frente a todos los señalamientos —los sobrecostos, la corrupción, las propiedades, la complicidad con la violencia— la respuesta de los candidatos morenistas al gobierno es la misma: acusan guerra sucia, dicen que no es cierto y ya, sanseacabó. Se tratan de sacudir los señalamientos con el mismo desparpajo que le ha funcionado al presidente durante todo el sexenio.

Queda un mes de campañas. Falta ver cuál es el desenlace de todo esto. Si estos perfiles de candidatos del oficialismo terminan ganando, quedará claro el verdadero legado del presidente: un nuevo modelo de comunicación política, heredable, que apuesta por la posverdad, por dibujar con saliva una realidad inventada y salirse con la suya.

SACIAMORBOS. Llegan noticias desde Sinaloa. Que el delfín del gobernador no es Insunza (acusado de delitos sexuales) sino su secretario de Finanzas, Enrique Díaz vega.

Xóchitl, usando la exitosa estrategia de AMLO

La política les ha invertido los papeles. En el debate presidencial del domingo vimos a la candidata presidencial opositora, Xóchitl Gálvez, emplear las técnicas que encumbraron a Andrés Manuel López Obrador para ganar las discusiones públicas y empatizar con la gente.

Xóchitl Gálvez utiliza frases cortas y fáciles de entender para descalificar al gobierno en turno. Lo que durante varios sexenios hizo AMLO. Y así, arrinconó a Claudia Sheinbaum a asumir el rol de tecnócrata que trata de dar explicaciones largas y complejas.

Xóchitl dice que te están robando las Afores. Claudia tiene que hacer una explicación larga sobre cómo el dinero se toma de las cuentas, se va a un fondo, no se le niega a nadie, etcétera. Xóchitl dice que prometieron la gasolina a 10 y la tienen a 25. Claudia tiene que contestar hablando de precios internacionales del petróleo, ajustes inflacionarios y IEPS. Xóchitl dice que el AIFA es un aeropuerto que no sirve. Y Claudia tiene que argumentar que como aeropuerto de carga resulta que es el que tiene más tráfico aéreo del país, pero los aviones de carga no llevan pasajeros. Acusa récord de asesinatos, y le tienen que contestar hablando de tendencias anuales y variaciones porcentuales. A frases duras, contundentes, sencillas de entender para el gran público -se te cayó el Metro, se te cayó el colegio Rébsamen- las explicaciones del oficialismo están llenas de tecnicismos y matices.

Es una estrategia sumamente efectiva. López Obrador la usó sin parar en su vida como opositor y ahora como presidente. Al Fobaproa le llamó el fraude más grande del mundo, y le tenían que contestar explicándole los riesgos de una corrida bancaria y cómo al rescatar bancos en realidad se rescataba a los cuentahabientes. “Están vendiendo Pemex”, decía frente a una reforma energética llena de complejidades y matices que no tenía como eje central la venta de ningún activo de Petróleos Mexicanos. “Quieren privatizar las escuelas”, y con eso se imponía en el complejo debate sobre la reforma educativa, la evaluación a los maestros de escuelas públicas y el reparto meritocrático de las plazas.

Es agua de su propio chocolate. Si Xóchitl Gálvez tuvo éxito en el segundo debate fue por esa capacidad de aturdir a su rival con cuestionamientos y preguntas. Le hizo 48 y Sheinbaum apenas pudo contestar 16. Le aplicó un López Obrador.

Ahora el reto para la candidata opositora y su equipo es mantener durante un mes la inercia favorable que les dejó el segundo debate. Porque los momentos estelares anteriores de Xóchitl Gálvez (cuando tocó las puertas de Palacio Nacional, cuando arrebató a los partidos la candidatura presidencial, su discurso de cierre de precampaña) se han desvanecido rápidamente, dejando una sensación de burbuja que se rompe muy rápido. Si quiere dar la sorpresa, Xóchitl Gálvez está obligada a tener un mes perfecto, un mayo perfecto. Arranca hoy.

Los 10 días negros de Claudia Sheinbaum

Viernes 19 de abril. Se descubre un feminicida serial en la Ciudad de México. En su departamento encontraron restos humanos de al menos siete víctimas. El trágico hallazgo despedaza el discurso y las cifras que había presumido Claudia Sheinbaum en el primer debate sobre feminicidios a la baja. Dos días antes, se había caído una mega-grúa del tren interurbano, cuya construcción ella dijo que iba a supervisar.

Sábado 20. En dos mítines en Chiapas la candidata oficialista pregunta al público si hay medicinas. Le contestan en un grito que ¡No! Pregunta qué les falta. Le dicen que ¡Todo! Golpe de realidad.

Domingo 21. Un grupo de encapuchados, organizados como autodefensas en Motozintla, Chiapas, bloquean el paso del vehículo de la candidata presidencial y la detienen un par de minutos para denunciarle extorsiones, secuestros y asesinatos. Su equipo de seguridad no hace absolutamente nada. Los autodefensas dicen que hablaron con los militares para que les dejaran interceptar a la morenista.

Lunes 22. Sheinbaum acusa que el retén fue un montaje. Hasta sus periodistas afines la desmienten: Chiapas está lleno de retenes clandestinos. Xóchitl Gálvez se burla de ella por descubrir que no hay medicinas en el país y sorprenderse de que hay un retén en una carretera, situaciones que los mexicanos experimentan cotidianamente.

Martes 23. En un acto de campaña nocturno en Ciudad Valles, San Luis Potosí, la gente se empieza a ir a medio discurso.

Miércoles 24. Los autodefensas que detuvieron en un retén a la candidata emiten un video para desmentir a AMLO y a Sheinbaum: no es un montaje.

Jueves 25. Mientras está de gira por Veracruz arropando a su candidata, a Rocío Nahle le aparece otra lujosa propiedad, ahora en Nueva York, con valor de casi 3 millones de dólares.

Sábado 27. Rocío Nahle dice en el debate por la gubernatura de Veracruz: “corrupción es estar en los Panama Papers”. Unos días antes, Sheinbaum había aceptado, tras una denuncia de Xóchitl Gálvez, que su familia figuraba en los Panama Papers, como personas con dinero en paraísos fiscales.

Domingo 28. El colapso. Le va fatal en el segundo debate presidencial. El consenso es que perdió. Recibe 48 dardos de Xóchitl Gálvez y responde a 16. Matemática sencilla: se quedó en silencio 2 de cada 3 veces. La jornada termina con su equipo de redes sociales posteando un fotomontaje de una Claudia vencedora al frente de miles de personas: por error usaron la imagen del zócalo lleno por la marcha en defensa del INE y tuvieron que retocar tanto la foto que a Claudia Sheinbaum le pusieron seis dedos en la mano.

Peña Nieto: manual del expresidente obradorista

Enrique Peña Nieto entendió cómo quería López Obrador que se portaran los expresidentes: que se fueran, se callaran, que no trabajaran en ninguna empresa y que se sometieran.

Siguió al pie de la letra los mensajes del morenista, y a cambio, el presidente lo dejó en paz: desactivó personalmente cualquier expediente que hubiera contra su antecesor y en las mañaneras casi no se mete con él: en su narrativa de culpar a gobiernos pasados de los males actuales, se “salta” el sexenio de Peña Nieto y concentra sus ataques en Calderón, Fox, Salinas de Gortari y hasta Zedillo.

En sus mañaneras, el presidente López Obrador ha sido claro en mandar estos mensajes sobre cómo quería que fueran los expresidentes durante su mandato. Condenaba los activismos tuiteros de Calderón y Fox opinando sobre política, denunciaba los supuestos amarres bajo la mesa que buscaba hacer Salinas y descalificaba que Zedillo trabajara en Consejos de Administración de empresas privadas.

Así que Peña Nieto no hizo nada de eso. Ni habló, ni se metió en política, ni buscó incidir en temas nacionales ni se consiguió ningún empleo. El libro de moda, “Confesiones desde el exilio” del periodista Mario Maldonado, a través del cual Peña Nieto “rompe el silencio”, es una ratificación de todo esto: no hace una sola crítica a la administración de López Obrador, y sí en cambio se muestra como un expresidente que no se mete en política, que está bastante solo y que se la pasa jugando golf entre España y República Dominicana.

La única vez que el gobierno armó algo contra Peña Nieto fue una pantomima que duró menos de una mañanera. Tomó el micrófono el flamante titular de la Unidad de Inteligencia Financiera, el histórico izquierdista Pablo Gómez, relató un complejo esquema de empresas familiares para acusar a Peña Nieto de enriquecerse con miles de millones de pesos, y una vez que terminó su larga y tediosa exposición, López Obrador le quitó el micrófono y sentenció: no hay nada contra Peña Nieto y no se le está acusando a él de nada. Aniquilada la investigación, minimizado el jefe de la UIF, exhibido el pacto. Porque en el libro, Peña Nieto dice que no hay pacto. Es evidente que lo hay.

El contraste es especialmente notable con los mandatarios más odiados por López Obrador, cuya participación político-electoral está a la vista de todos, y que han tomado con orgullo la bandera de ser adversarios, enemigos frontales del actual gobierno, como Felipe Calderón y Vicente Fox, a costa de incesantes persecuciones.

A López Obrador le quedan cinco meses en el cargo. Me pregunto si en su calidad de expresidente se comportará como él pidió que se comportaran los otros. No lo veo metiéndose a trabajar —nunca lo ha hecho—. Pero si gana Xóchitl Gálvez, ¿se quedaría calladito y con las manos amarradas en su rancho? Si gana Claudia, ¿no se va a meter ni a operar desde las sombras? Ja.

Sacudida en el gabinete de Delfina

Se prepara una sacudida en el gabinete de Delfina Gómez, en el Estado de México. Tiene que ver con el tema que es, por mucho, el más sensible para la población de esa entidad: la inseguridad.

La morenista lleva siete meses en el poder y no está satisfecha con los resultados que ha dado su secretario de Seguridad Pública, Andrés Andrade Téllez, según me reportan fuentes de primer nivel. Este personaje llegó al gabinete mexiquense como fruto de una recomendación de quien es un padrino político, el general Audomaro Martínez Zapata, titular del Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

Andrés Andrade Téllez llegó al gabinete de Delfina Gómez con una sombra de sospecha. Tan pronto fue nombrado, se recordaron sus controvertidos antecedentes: fue cesado del CNI en 2020 por órdenes del entonces secretario de Seguridad, Alfonso Durazo, y se le inició investigación interna por el delito de “filtración de información de seguridad nacional”. Cuando Durazo se fue de gobernador a Sonora, el general Audomaro Martínez lo recontrató.

Dicen las fuentes que la gobernadora ya diagnosticó que el individuo no dio resultados y lo va a cambiar. Sólo le falta tomar la decisión de a quién poner en su lugar. Hay dos perfiles ya definidos: uno civil y otro militar. El civil llega recomendado por la candidata Claudia Sheinbaum y su estratega de seguridad y candidato a senador, Omar García Harfuch. El militar trae el aval del presidente López Obrador y del secretario de la Defensa, general Luis Cresencio Sandoval.

Así que para Delfina Gómez la decisión es doble: no sólo qué perfil quiere sino a quién se quiere alinear. Y si desea dar el golpe de timón antes o después de las elecciones, en función de ese cálculo político.

Andrade Téllez no es la única figura incómoda en el gabinete de Delfina Gómez. Las mismas fuentes revelan que también se está evaluando el relevo de la joven secretaria de Finanzas del estado, Paulina Moreno García. Ella llegó al cargo por recomendación de Juan Pablo De Botton, subsecretario de Egresos de Hacienda. De Botton es una de las piezas que ha colocado en lugares clave Andy López Beltrán, el hijo del presidente de México. Como subsecretario de Egresos, De Botton maneja los nueve billones de presupuesto federal. Andy tiene ahí a su alfil, y éste a su vez promovió a Paulina Moreno para que en el gabinete mexiquense tuviera control del presupuesto estatal más grande del país.

El argumento para relevarla del cargo es que aparentemente lleva mala relación con la gobernadora y con buena parte de sus compañeros de gabinete. Le atribuyen incluso el soberbio desplante de haber organizado un “apagón” en el flujo de dinero con tal de que la gobernadora le diera una cita, porque se negaba a recibirla. Este “apagón” habría causado estragos en la operación del gobierno estatal y habría sido la gota que derramó el vaso. Pero a diferencia del secretario de Seguridad, que tiene un pie fuera, en el caso de la secretaria de Finanzas aún hace falta cabildear su salida y su relevo con el hijo del presidente.

Proteger a Claudia y esconder los feminicidios

Durante el primer debate presidencial, Claudia Sheinbaum presumió que los feminicidios habían bajado 30% durante su administración en la Ciudad de México. Con ese dato se quiso sacudir los cuestionamientos de Xóchitl Gálvez por el aumento de la violencia bajo los gobiernos de Morena.

La semana pasada el dato estrella de Sheinbaum se derrumbó: fue descubierto el caso de Miguel Cortés Miranda, un feminicida serial que actuó en la capital del país y habría ejecutado a aproximadamente 20 víctimas (se están haciendo los análisis de los restos óseos descubiertos en el departamento del asesino para saber exactamente de cuántas personas se trata), de acuerdo a la información que difundieron extraoficialmente los gabinetes de Seguridad tanto federal como local. Las aproximadamente 20 mujeres habrían estado registradas como desaparecidas, y por tanto no figuraban en la estadística de feminicidios en la Ciudad de México.

Con esos 20 nuevos casos, la defensa de Claudia Sheinbaum se esfuma. Si los sumamos a la estadística tendríamos que, en realidad, en la Ciudad de México los feminicidios de abril 2022 a marzo 2023 habría sido exactamente los mismos 79 que de abril 2023 a marzo de 2024, es decir, no hay disminución.

No sólo es la derrota de un argumento matemático. También implica la derrota de una narrativa. Y ahí el gobierno está haciendo su mejor esfuerzo para que no se les ponga rostro a las víctimas del feminicida serial. El viernes pasado, la Secretaría de Gobernación circuló un amenazante oficio dirigido a medios de comunicación electrónicos, es decir radio y televisión, sobre los que tiene rectoría por tratarse de concesiones del Estado.

En el oficio se hacen dos advertencias a los medios para no difundir nombre ni fotografías de las menores de edad víctimas, so pena de ser sometidos a una sanción, cuyos alcances no se especificaban.

Es muy loable que se busque erradicar la explotación mediática de imágenes de menores de edad, pero en el caso concreto del feminicidio que permitió conocer la identidad de asesino, el de una adolescente de 17 años de edad, sus propios familiares quisieron difundir su fotografía para recordarla de la mejor manera. El gobierno desea impedir eso.

El gobierno se atravesó en los deseos de los familiares, con tal de que la sociedad no empatizara más con la familia, para evitar que el nombre y la foto de la adolescente asesinada se volvieran una bandera para exhibir los niveles de violencia contra las mujeres en México y reclamar la inacción de los gobiernos.

En México matan a 6 menores de edad cada día. En la Ciudad de México asesinan a 5 niños al mes. Gobernación no envía oficios para proteger todas sus identidades. Según una rápida búsqueda, la última vez que lo hizo fue en el 2020, en el caso de unos niños mutilados en la capital del país.

Está claro: la prioridad es proteger a la candidata, no a las mujeres asesinadas por el feminicida serial. Y la situación es peor si contemplamos la deficiencia en el actuar de los órganos de seguridad en cuanto a la investigación: en uno de los casos, a la víctima se le vio por última vez con el feminicida y no se hizo nada. Un rápido actuar seguramente hubiera aminorado lo trágico de todo este caso.

Hasta el cierre de esta columna, Claudia Sheinbaum no ha dicho una sola palabra sobre el feminicida, no ha expresado sus condolencias ni ha empatizado con los familiares de las víctimas.

El caso también deja a su Batman sin máscara, capa ni disfraz. ¿Qué van a salir a presumir ahora?

Claudia, la aspirante a dictadora

Claudia Sheinbaum quiere meter a la cárcel a la candidata presidencial de oposición y a la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Estamos hablando de su principal rival política y la principal contrapeso del régimen. Eso es una práctica dictatorial aquí y en China… y en Venezuela… y en Nicaragua… y en Rusia.

El equipo de campaña de Sheinbaum anunció esta semana que emprenderá procesos de denuncia política, administrativa y penal en contra de Xóchitl Gálvez y Norma Piña.

Antier, en la misma mañana, con el respaldo de Mario Delgado, el dirigente nacional del partido en el poder, Morena, el régimen amenazó con las dos denuncias.

Arturo Zaldívar, exministro presidente de la Suprema Corte de Justicia convertido en vocero de la campaña de Sheinbaum y paradójicamente mariscal de campo de la guerra contra la independencia del Poder Judicial, advirtió que solicitará juicio político y denunciará penalmente a su sucesora en el cargo, la ministra Norma Piña, actual presidenta de la Corte. ¿El cargo? Atreverse a dar luz verde para que se investigue si Zaldívar -como lo señala una denuncia- presionó a por lo menos 70 magistrados, jueces y secretarios para que sus sentencias se alinearan con sus intereses personales y los del presidente López Obrador. Mario Delgado anunció el respaldo de su mayoría legislativa para desaforar a la ministra Piña, y luego buscar que sea procesada por la Fiscalía General de la República (FGR) por una serie de delitos que le imputa y por la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) por otros más. Cárcel pues, para la presidenta de la Suprema Corte.

En la misma conferencia de prensa, que resultó en un aviso oportuno de los ímpetus autoritarios de Claudia Sheinbaum, otro integrante del equipo claudista, el cuestionado exdelegado en Miguel Hidalgo, Víctor Hugo Romo, artillero de la guerra sucia contra Xóchitl Gálvez, anunció una serie de denuncias administrativas que según declaró él mismo, pueden derivar en procesos penales por decisión de la Secretaría de la Función Pública federal y la Contraloría del gobierno de la Ciudad de México (ambos de Morena). Cárcel pues, para la candidata presidencial de oposición.

Sheinbaum escondió la mano y dijo que los casos los está llevando su equipo. Vaya engaño. Esto cuenta con el aval de la candidata presidencial morenista, Claudia Sheinbaum, y de su jefe político, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador.

Si el director general de Segalmex estuviera en el bote, si le hubieran congelado las cuentas y quitado los contratos a Amílcar Olán, si los tres hijos mayores del presidente estuvieran compareciendo ante la FGR, si Pío y Martinazo López Obrador hubieran tenido que enfrentar a la Fepade por los sobres amarillos, si hubiera en la cárcel responsables por el desabasto de medicinas, si Gatell y Bartlett estuvieran al menos fuera del gabinete, podría argumentarse que todo es una investigación independiente e imparcial porque en este país nadie es impune.

Pero no. Esto es un ensayo de dictadura que lleva la firma de quien pretende gobernar México los próximos seis años.

Director: Juan Luis Parra

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