Cuando el junior habla, el silencio en Palacio se hace espeso. Algo se rompió. Andy López Beltrán, secretario de Organización de Morena, ya se comporta como si fuera jefe de Gabinete, de esos que tienen oficina cerca del poder, pero más cerca del oído presidencial.
Lo que advierte es serio: los programas sociales, esa vena por donde respira la maquinaria electoral de la 4T, están estancados. El flujo de dinero no llega a su destino y eso pone en alerta máxima a todo el sistema clientelar que sostiene a Morena en pie. Andy ya lo dijo sin rodeos: hay delegados más ocupados en su candidatura del 2027 que en repartir tarjetas. Se acabó la luna de miel entre el guinda institucional y el guinda operativo.
Y como en política no hay coincidencias, mientras el heredero de Macuspana se queja del freno en el reparto, reaparece papá. El patriarca. El caudillo. El Comandante Supremo de la narrativa. López Obrador vuelve a escena, ahora con el disfraz de sombra tutelar, para recordarle a todos que sin él no hay revolución ni reparto, ni mañaneras ni mañaneros.
Mientras tanto, del otro lado de la frontera, otro junior también canta. Joaquín Guzmán, hijo del Chapo, se declara culpable en una corte estadounidense. ¿Qué dice? ¿Qué nombres da? ¿Qué secretos destapa? Solo se sabe que ya cantó… y que sigue cantando. A capela. Bajo juramento. Y probablemente con subtítulos.
Y como si los astros tuvieran coreógrafo, para enero se prepara otro tenor: El Mayo Zambada. Un viejo conocido del sistema, curtido en sinfonías de poder, afinado en la política de alcoba y guerra sucia. Medio siglo de experiencia no es poca cosa. Y viene con repertorio para todos los gustos: ópera, bolero, ranchera, incluso corrido. No canta, pero da conciertos.
La 4T se sacude. No solo por los delegados traidores o las tarjetas que no llegan. También por la presencia incómoda del Mayo, quien parece dispuesto a ponerle letra al silencio y música a la revancha. Y ojo: en esta ópera bufa nadie está a salvo. Ya sea por lo que no hicieron o por lo que ya confesaron.
La pregunta no es si empieza el concierto. La pregunta es cuándo. Diciembre, enero… el calendario está listo, solo falta que el telón se abra. Y con él, las revelaciones, las traiciones, las fracturas internas, los juicios en cortes extranjeras y los balazos en zonas de silencio.
La 4T sigue tocando su partitura, pero desafina.
Y todos los que ya cantaron.
El problema es que ahora, hasta los testigos protegidos tienen más ritmo que la secretaria de Bienestar.
