Pemex llega a 2026 en una posición que, hasta hace muy poco, parecía políticamente imposible y financieramente inalcanzable. Por primera vez en años, la petrolera que dirige Víctor Rodríguez, pero que opera bajo la conducción de la Secretaría de Hacienda y de la Secretaría de Energía, busca dejar atrás la lógica del rescate permanente y transitar hacia la autosostenibilidad operativa y financiera, algo que hoy aún luce muy complicado de lograr.
El cambio de rumbo no es menor si se contrasta con el sexenio Andrés Manuel López Obrador, cuando ni Rocío Nahle desde Energía ni Rogelio Ramírez de la O desde Hacienda lograron imponer una estrategia integral sobre una empresa que, en los hechos, fue controlada por Octavio Romero Oropeza y su círculo más cercano, con Manuel Herrería como uno de los operadores clave. El resultado es conocido: endeudamiento récord, deterioro operativo y una empresa que perdió el grado de inversión en 2019 y estuvo envuelta en escándalos de corrupción.
Hoy el plan es distinto. Desde Hacienda, el equipo encabezado por Edgar Amador y su subsecretaria del ramo, María del Carmen Bonilla, ha comenzado a corregir el perfil financiero de Pemex con una estrategia menos ideológica y más técnica. Los avances comienzan a ser visibles con la reducción gradual del saldo de la deuda financiera —que se prevé cierre el año en alrededor de 85 mil millones de dólares—, una ligera mejora en el pago a proveedores y, sobre todo, una mejoría del perfil financiero frente a las agencias calificadoras. Fitch Ratings elevó recientemente la calificación de Pemex de BB- a BB, y Moody’s estima que la deuda podría bajar hacia los 79 mil millones de dólares en 2027 si se mantiene la disciplina financiera y el respaldo explícito del soberano. No es todavía grado de inversión, pero sí un cambio de tendencia que no se observaba desde hace al menos seis años.
En el plano operativo, Pemex lleva a cabo un rediseño profundo de su relación con el capital privado. Tras años de cerrazón, la empresa volvió a abrir la puerta a asociaciones mixtas, esquemas de coinversión y contratos compartidos que recuerdan, con matices, al modelo aplicado en el sexenio de Enrique Peña Nieto. En el gobierno saben que sin inversión privada, la producción seguirá estancada y las reservas continuarán en mínimos históricos. Aunque en octubre Pemex logró exportar más crudo, el propio gobierno reconoce que no alcanzará el superávit operativo en 2025, lo que obliga a acelerar decisiones que antes eran políticamente intocables.
La apuesta más relevante, y también la más polémica, es el shale gas. Lo que durante años fue un tabú absoluto bajo el discurso energético del obradorismo hoy se plantea como una necesidad estratégica. La fracturación hidráulica comienza a verse como el único salvavidas real para aumentar la producción de gas, reducir la dependencia de importaciones y mejorar los márgenes. El nuevo esquema contempla contratos mixtos con inversionistas privados, bajo control del Estado, pero con reglas claras de rentabilidad y reparto de riesgos. Pemex, por sí solo, no tiene la capacidad financiera ni tecnológica para explotar este tipo de yacimientos.
Las agencias calificadoras alertan que sin inversión suficiente y sin un cambio estructural en el modelo operativo, el deterioro de Pemex continuará. Fitch advierte que la falta de capital ha erosionado el desempeño de la empresa y que la recuperación del grado de inversión dependerá de tres factores: apoyo sostenido del gobierno, disciplina financiera y una mejora real en producción y rentabilidad. En otras palabras, ya no basta con transferencias de presupuesto; se requiere un modelo de negocio viable.
En el sexenio anterior, Hacienda nunca logró imponerse sobre la dirección de Pemex ni sobre la visión energética del presidente. Hoy, la presidenta Claudia Sheinbaum ha optado por una conducción más técnica y un poco menos dogmática. El objetivo es que Pemex sea financieramente autosuficiente a la mitad del sexenio y que, hacia el final, recupere el grado de inversión perdido en 2019. No es una meta fácil, pero por lo menos existe una estrategia y, sobre todo, una alineación institucional que apunta en esa dirección.
Pemex sigue siendo la petrolera más endeudada del mundo, con reservas limitadas y enormes retos operativos. 2026 será el año de la prueba definitiva: o el giro se consolida o la petrolera volverá a quedar atrapada en el ciclo de rescates gubernamentales que la convierten en un riesgo sistemático para el sector financiero y para las finanzas públicas.
Posdata 1
Por cierto que en Pemex ya empezaron a haber cambios en el área de Exploración y Producción. En un oficio interno girado este martes, el director general, Víctor Rodríguez, designó como suplente por ausencia del titular de la Dirección de Exploración y Extracción, Ángel Cid Munguía, a Octavio Barrera Torres, entonces subdirector de Diseño, Ingeniería y Ejecución de Proyectos. El nombramiento surte efectos a partir de hoy.
La suplencia conlleva todas las funciones del titular, además de la representación de la Dirección de Exploración y Extracción “para todos los efectos legales”, con el apoyo del personal del área. En otras palabras, quien queda como suplente no sólo “cubre la silla”, sino que firma, decide y representa. Por eso el oficio se giró a una fila de directores clave, desde Exploración y Extracción, Planeación, Finanzas, Jurídico, Administración, entre otros, como para dejar claro que el movimiento está notificado en toda la cadena interna.
El relevo temporal se lee como parte de algo más grande, que apunta a que pronto podría venir un cambio en la Dirección General. El reacomodo podría abrir cancha para impulsar a Cid, aunque otras versiones advierten que esa silla estaría reservada para un perfil más cercano a la presidenta Claudia Sheinbaum; se habla del excoordinador de Asesores de AMLO, Lázaro Cárdenas Batel.
Posdata 2
Vaya noticia la que se dio este martes en el ámbito deportivo y de negocios. El Grupo Ollamani, que agrupa al Club América, el Estadio Azteca y sus terrenos adyacentes, formalizó una alianza estratégica con el fondo de inversión global General Atlantic para crear una nueva entidad controladora bajo el nombre de Grupo Águilas. En la operación, Ollamani retendrá el 51% del capital, manteniendo el control operacional, mientras que General Atlantic tomará el 49% restante, en una transacción valuada en 490 millones de dólares antes de ajustes por deuda neta. Emilio Azcárraga Jean, principal accionista de Ollamani, permanecerá al frente como presidente ejecutivo del consejo de administración para dar continuidad y visión de largo plazo para la franquicia.
Esta alianza no es solo un cambio de inversionistas, sino una jugada corporativa de alto impacto en el ecosistema del deporte y el entretenimiento en México. General Atlantic, con casi 3 mil millones de dólares invertidos en 14 empresas mexicanas desde 2015, aporta experiencia global en crecimiento estratégico, mientras que Grupo Águilas busca capitalizar la enorme base de aficionados —de más de 30 millones en México y 15 millones en Estados Unidos— y el impulso global del Club de cara a eventos como el Mundial de Futbol 2026, que verá al Estadio Azteca (rebrandeado como Estadio Banorte) como sede principal tras su remodelación.
La operación incluye la asociación con Kraft Analytics Group (KAGR), firma especializada en análisis de datos propiedad de The Kraft Group (dueños de los Patriotas de la NFL), lo que sugiere un enfoque creciente en inteligencia de mercado, experiencia del aficionado y monetización de activos digitales y físicos. El cierre de la transacción queda sujeto a aprobaciones regulatorias, incluida la de la Comisión Nacional Antimonopolio y el respaldo de los accionistas de Ollamani. Una jugada maestra del grupo de Emilio Azcárraga.
Posdata 3
Y quien se reunió ayer con la presidenta Claudia Sheinbaum en Palacio Nacional fue Jane Fraser, la CEO global de Citi, a días de la culminación de la venta del 25% de Banamex al empresario Fernando Chico Pardo, una operación valuada en alrededor de 42 mil millones de pesos.
Fraser agradeció a Sheinbaum el respaldo brindado al banco estadounidense y refrendó el compromiso de Citi con el crecimiento y la prosperidad a largo plazo de México, destacando la importancia estratégica del país para la institución financiera con más de un siglo de presencia en el mercado local.
Tras el encuentro, ambas se tomaron fotografías y la mandataria publicó un mensaje en redes sociales calificando a Fraser como “una gran mujer”. Se resaltó la “colaboración continua” entre el gobierno federal y uno de los grupos financieros más importantes del mundo, con foco en fortalecer la inversión, promover la innovación y contribuir al crecimiento económico en un entorno global desafiante. La reunión se interpreta como un gesto de certidumbre tras la operación accionaria de Banamex y como un espaldarazo institucional para futuros proyectos financieros y de infraestructura.