La semana pasada fui a Guadalajara. Ir a menudo, incluido el hablar con amigos, ayuda a notar cambios de ánimo. El Mundial de futbol los tiene muy emocionados. No había notado eso, ánimo, a lo largo del año. Entusiasmo que tampoco alcanza para que dejen de hablar del tema que más escuece a la población de Jalisco: los desaparecidos.
Un Mundial puede ser aprovechado para negociar agendas no coyunturales. La visibilidad que la Copa del mundo dará a al menos tres zonas metropolitanas mete presión a esas sedes. Prepararse no debería ser sólo cuestión de infraestructura o mercadotecnia.
Tenemos que estar presentables. Es decir, además de estar animados por convertirnos en el primer país en hospedar tres citas mundialistas y por la derrama económica implícita, vale la pena revisar el tiradero antes de que lleguen las visitas. Si no, otros lo harán.
Como Mary Beth Sheridan, que en agosto pasado, en una de sus últimas asignaciones en nuestro país para The Washington Post, publicó un reportaje sobre Guadalajara cuyo título es en sí mismo una bomba: “The World Cup city where young people are disappearing”.
Obviamente, no es sólo la prensa extranjera la que nos recuerda ese “pendientito”.
En la edición de septiembre de Nexos, el académico Jorge Ramírez analizó las desapariciones –un universo de unas 16 mil tragedias– en Jalisco, una problemática en la que se enredan la leva forzada de jóvenes y menores de edad, los engaños con ofertas de empleo y las fosas. https://www.nexos.com.mx/?p=86008
Publicados un año antes de la justa futbolera, son sólo dos ejemplos de la cobertura periodística permanente de un problemón estatal y federal que los respectivos gobiernos no quieren ver.
Desde luego que leeremos noticias de que representantes del gobierno de Jalisco abordarán el tema con colectivos de búsqueda, o incluso con la FIFA, sobre todo luego de recientes hallazgos de fosas con decenas de cuerpos en Zapopan, donde está un estadio sede. (https://elpais.com/mexico/2025-12-17/un-estadio-mundialista-rodeado-de-cadaveres.html)
El problema, planteaba una persona con quien conversé la semana pasada en Guadalajara, es que el gobierno de Pablo Lemus equivoca el enfoque: promete más apoyos para buscar, no más recursos para que ya no secuestren o recluten a jóvenes.
Es decir, algo así como un lavado de cara; un ardid propagandístico para que, cuando la prensa visitante, algún dignatario o una autoridad extranjera pregunte, podamos decir con cara de circunstancia: es una tragedia, pero las madres buscadoras ya tienen palas nuevecitas.
Si todo queda en eso, no estaríamos muy lejos de lo que el gobierno de Claudia Sheinbaum acordó con la FIFA: una “operación limpieza”, según lo revelado el sábado por la periodista Peniley Ramírez en Reforma.
Según un documento con la imagen de la administración Sheinbaum, dado a conocer por Peniley, titulado “Operación Limpieza”, la Federación se compromete a “aplicar medidas provisionales en materia de propiedad intelectual”, con las que “se busca inhibir conductas respecto de la invasión de derechos de propiedad intelectual”. ¿Dónde serán aplicadas esas medidas? En “inmediaciones Fan Fest, mercados notorios y estadios mundialistas (Ciudad de México, Monterrey y Guadalajara)”.
Peniley detalló que “también se planea una campaña para que el público compre ‘productos originales’ de FIFA”; el gobierno le contestó que “no utiliza expresiones ni políticas propias de gobiernos autoritarios, represores y totalitarios, como sería una ‘operación limpieza’”.
Es decir, niegan lo que su documento afirma. Nada nuevo.
Va a ser interesante advertir esos “operativos” en el país que reportaba justo la semana pasada que la economía informal rompió todos los récords y ahora implica 24.5% del PIB.
A la FIFA le prometen promover y cuidar sus marcas, exenciones fiscales y quitarles ambulantes de las inmediaciones de los Fan Fest y de los estadios. ¿A las madres buscadoras? Ellas pueden presionar y negociar antes de que lleguen las visitas, porque luego, en una de esas, también las ponen lejitos de la fiesta que nos trae bien animados.