Ismael El Mayo Zambada, Ovidio y Joaquín López Guzmán, hijos de Joaquín El Chapo Guzmán, que llevan meses hablando con fiscales estadounidenses, pusieron los últimos clavos en el ataúd de Nicolás Maduro. Según fuentes de inteligencia, describieron los negocios que hacía el presidente de Venezuela con el Cártel de Sinaloa, que dio como resultado que el Departamento de Estado designara el 24 de noviembre pasado al Cártel de los Soles, que afirmaron encabeza Maduro, como una organización terrorista internacional.
La designación fue el último paso para un ataque contra Maduro y quienes junto con él, de acuerdo con fuentes estadounidenses, controlan esa organización criminal: Diosdado Cabello, ministro del Interior venezolano, y Vladimir Padrino, ministro de Defensa. La sociedad del Cártel de Sinaloa con los venezolanos, agregaron las fuentes de inteligencia, reforzó los planes en Estados Unidos para preparar, mediante negociación o intervención, la caída de Maduro y sus cómplices.
El diario Miami Herald y la agencia de noticias Reuters revelaron que el presidente Donald Trump le había dado un ultimátum a finales de noviembre y que Maduro aceptó salir del país, pero no sólo con su familia inmediata, como se lo propuso, sino con amnistía total para él, su familia y cercanos, así como la cancelación de las sanciones por abusos de derechos humanos, narcotráfico y corrupción. Trump rechazó la contrapropuesta, y los planes de intervención militar están listos desde hace semanas. Puede ser con un comando que lo secuestre, un bombardeo quirúrgico con drones, o un F-35 que se encuentra en una base militar en Malambo, en el caribe colombiano, cuyas bombas lo separan 17 minutos de Caracas.
Una acción intervencionista en Venezuela tendrá implicaciones en México, por la estrecha relación ideológica, política y económica que endosó a la presidenta Claudia Sheinbaum Andrés Manuel López Obrador. La presidenta se encuentra en una situación extremadamente delicada. No está claro si sabe o no, que la captura o derrocamiento de Maduro sería preámbulo de una eventual acción contra López Obrador, de quien Washington tiene información sobre los vínculos que tiene su entorno con los cárteles de los Soles y de Sinaloa. En cualquier caso, está siendo arrastrada a un conflicto donde difícilmente podría mantenerse neutral ante una eventual intervención.
De acuerdo con fuentes estadounidenses, el pantano en el que se encuentra por el tema venezolano está detrás de la visita de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, a México, en vísperas de las elecciones presidenciales en su país y que hubiera permanecido aquí por 72 horas. Las fuentes deslizaron la posibilidad de que viajó para informarle sobre los movimientos inusuales que se están viendo en la Base Aérea José Enrique Soto Cano, en Comayagua, a unos 90 kilómetros al norte de Tegucigalpa, desde donde operan unidades del Comando Sur de Estados Unidos, y pedirle su respaldo. Esa base, conocida también como “La Palmerola”, fue utilizada para entrenar a la contra antisandinista en los 80.
Castro tiene razones de sobra para estar preocupada. Un video obtenido por la publicación especializada Insight Crime, muestra que narcotraficantes hondureños se comprometieron a financiar parte de su campaña presidencial en un encuentro con el entonces diputado Carlos Zelaya, hermano de su esposo, Manuel Mel Zelaya, que la antecedió en la Presidencia. No hay información pública que vincule a Mel Zelaya con narcotraficantes mexicanos, pero en Washington lo han relacionado con El Chapo Guzmán.
Se desconoce la cantidad de información que sus hijos y El Mayo Zambada pudieron haberle dado a las autoridades estadounidenses sobre las relaciones comerciales y criminales del Cártel de Sinaloa con presidentes latinoamericanos, pero las revelaciones de su vinculación con Maduro y con el Cártel de los Soles propició la escalada final de Trump contra el régimen venezolano.
Ni López Obrador se distanció de Maduro, ni Sheinbaum se ha alejado del presidente venezolano, como tampoco lo ha hecho con otros gobiernos de la región o exgobernantes, vinculados a actividades criminales. “Para tomar una decisión sobre Venezuela”, dijo una fuente estadounidense, “México tiene que estar más estable por los intereses rusos, cubanos y chinos involucrados”. Sheinbaum se encuentra en la periferia de un conflicto geopolítico, pero cada vez se acerca más y más al núcleo de tensión.
Ayer sostuvo una reunión en Palacio Nacional con varios miembros del gabinete, para revisar el viaje a Washington el próximo viernes para asistir al sorteo de la FIFA para definir los grupos del Mundial de futbol que se llevará a cabo el próximo año en México, Estados Unidos y Canadá. Una asistencia al evento, sin una reunión bilateral con Trump, no sería políticamente conveniente, particularmente en las condiciones actuales que impactan la relación bilateral de manera directa.
No son únicamente temas conocidos como la narcopolítica, la inseguridad en México, comerciales y de degradación del Estado de derecho, sino fenómenos adicionales que se han sumado en los últimos meses. El de mayor relevancia es quién manda en México, si Sheinbaum o López Obrador, como lo están registrando en Washington. “En Estados Unidos nadie duda que quien manda es Trump”, dijo una fuente estadounidense. “El embajador (Ron Johnson) le ha dicho a Sheinbaum que no se pierda el sentido de unidad y mando en el país”.
Dejar que la herencia de López Obrador la siga colocando en un terreno que no es benéfico para México, como en el caso venezolano, sino un error que los estadounidenses están viendo cómo se ha estado repitiendo en otros diferendos con países latinoamericanos. Pero la prioridad de política exterior, en el contexto de la relación con Estados Unidos, es Venezuela, y lo que tarde o temprano, por todas las señales en el ambiente, sucederá. La ola expansiva llegará a varios países y, en México, de manera particular. Quienes contribuyeron a darle la puntilla a Maduro son los mismos miembros del cártel con el que López Obrador fue más tolerante y laxo, a cuyas familias les hizo favores, como a la de El Chapo Guzmán.
Zambada y Los Chapitos consideran que en algún momento las más altas esferas del régimen los traicionaron, al inclinarse por los hijos de Guzmán por encima del jefe del Cártel de Sinaloa, y estos, porque, como lo registraron en las redes sociales, también les dieron la espalda cuando Estados Unidos aumentó la presión. Sheinbaum no las debe, pero de acuerdo a lo que haga, lo pagará o no.
