Al menos en la primera parte de la temporada navideña, Madrid se ha privado de figuras simbólicas de la 4T que en el último tiempo hicieron de la capital de España un destino favorito para pasar las vacaciones, o un punto de partida de sus excursiones europeas, o la alternativa turística ante el miedo de que les impidieran entrar —o salir— de Estados Unidos.
Los Yunes no han rondado el bar The Library de la Puerta de Alcalá, ni los jóvenes entrepreneur amigos de la familia de Palenque lo han hecho en los antros del Paseo de la Castellana, ni Pedro Haces se ha comido un cochinillo, ni Monreal desayuna a las carreras en el Villa Magna, ni se ha descubierto guindas emboscados en La Moraleja. No sé si ellos u otros vendrán después de la Nochebuena, pero esto pinta para ser un año libre de 4T.
Las ridículas justificaciones de sus dispendios en el verano y el tartamudeo con que repetían “fue-pa-ga-do-con-mis-re-cursos-pro-pi-os”, parecen haberlos agotado por el 2025. La mejor explicación la dio el propio Monreal, el caminante de Santiago. Dijo hace unos días que las imágenes del verano ocasionaron consecuencias negativas al partido, y que los lujos innecesarios sí afectan a Morena, y que por lo mismo deben apegarse a los principios de austeridad, pues “somos un escaparate transparente y una vitrina de la que ya nadie se escapa”. Nada como la sinceridad, diputado. Lástima por los meseros. Extrañarán las propinas de 20% que sólo los muy mexicanos dejan en la blanca Madrid. Lástima por los choferes, porteros, masajistas, ujieres.