Que hablen los hechos. En su semana de debut, con una velocidad extraordinaria, la nueva FGR eliminó las barreras y encaminó a la cárcel a un primer adversario, de ésos que simbolizan la corrupción contra la que la 4T dice luchar a muerte.
Hace días, el exgobernador chihuahuense César Duarte enderezaba en público palabras y actos contra el mundo 4T, en particular contra el exgobernador chihuahuense Javier Corral.
Anoche, Duarte durmió en el penal de alta seguridad de Almoloya y se ve cuesta arriba que salga de ahí.
¿Qué juez lo sacaría? Corral, en cambio, prófugo de la justicia por corrupción, celebró el encarcelamiento de Duarte en un programa de la televisión del gobierno desde su cargo de presidente de la Comisión de Justicia del Senado.
Desorientados, los abogados de Duarte nos pedían tiempo a fin de comprender lo ocurrido y ordenar una estrategia, no sé si de defensa o supervivencia. Su sorpresa podría ser un mensaje de alerta a quienes dudaban que la nueva FGR se esmeraría contra “el enemigo” y para que los amigos sólo encuentren la gracia.
La 4T, se sabe, no se investiga a sí misma. Pero hacía tiempo que no molestaba a los enemigos. Cárcel, pues, para Duarte. Para Corral: luces, cámaras, acción.