Columna invitada

Caso María Amparo Casar. Feminismo de conveniencia

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  • La Cuarta Transformación prometió justicia. Lo que da es justicia selectiva. El caso de María Amparo Casar lo confirma con una crudeza que ya no admite matices. La FGR decide perseguirla por una supuesta pensión ilegal de Pemex, mientras el país observa cómo el mayor boquete financiero de la historia moderna —Pemex bajo la 4T— queda absolutamente fuera del radar penal.

    Nada de esto es casual.

    El expediente contra Casar no es nuevo. El hecho tampoco. Lo nuevo, lo verdaderamente nuevo, es el contexto político: Mexicanos contra la Corrupción e Impunidad es una de las fuentes más importantes y validadas del despilfarro que es el movimiento obradorista. Y debido a que los señalamientos que hace la organización incomodan, el Estado responde. Pero no con argumentos, sino con carpetas de investigación.



    El simbolismo es inquietante: dos mujeres en el poder —Claudia Sheinbaum y Ernestina Godoy— usando el aparato del Estado contra otra mujer. No por razones de género, sino por razones de poderFeminismo de consigna, no de principios. Feminismo que protege al régimen, no a las personas.

    Desde el punto de vista jurídico, el caso es aún más grave de lo que parece. El artículo 21 constitucional obliga al Ministerio Público a actuar bajo los principios de legalidad, objetividad, eficiencia, profesionalismo y respeto a los derechos humanos. Cuando una investigación se activa selectivamente, años después de conocidos los hechos, y coincide con la postura crítica de la persona investigada, la objetividad se rompe.

    No es necesario probar la venganza; basta con observar el patrón.



    Además, existe el principio de seguridad jurídica: los ciudadanos deben saber a qué atenerse frente al Estado. Reactivar o reinterpretar actos administrativos antiguos, sin hechos nuevos sustanciales, erosiona ese principio y abre la puerta a la persecución política disfrazada de legalidad.

    A ello se suma el principio de prescripción y el de no retroactividad de la ley en perjuicio de persona alguna (artículo 14 constitucional). El Estado no puede, a conveniencia política, resignificar actos pasados como ilícitos cuando durante años no los consideró así. Hacerlo no es justicia: es revancha.

    Mientras tanto, el contraste es obsceno.



    Si de proteger el erario se tratara, la FGR tendría trabajo de sobra con Pemex, una empresa devastada financieramente por decisiones políticas de la 4T: endeudamiento creciente, rescates fiscales multimillonarios, opacidad en contratos, proyectos fallidos y pérdidas estructurales que sí han afectado de manera directa y MASIVA a las finanzas públicas.

    Pero ahí no hay urgencia. Ahí no hay indignación oficial. Ahí no hay fiscales diligentes.

    Lo mismo ocurre con los señalamientos reiterados de corrupción, tráfico de influencias y redes de poder que rodean a figuras centrales de Morena, empezando por Adán Augusto López Hernández y su entorno. No son sentencias, cierto. Pero tampoco son rumores aislados. Y, sin embargo, no ameritan la misma energía persecutoria.



    La ley, una vez más, solo cae sobre quienes no pertenecen al régimen.

    Este caso no busca justicia ni reparación del daño. Busca disciplinar la crítica, enviar el mensaje de que cuestionar al poder tiene consecuencias penales. Convertir el derecho en garrote y a la fiscalía en brazo político.

    Pero la 4T comete un error de cálculo. Al perseguir a María Amparo Casar, está unificando lo que antes estaba disperso: ciudadanía crítica, oposición, periodistas, académicos y organizaciones civiles. Y, peor aún para el régimen, está encendiendo alertas fuera del país, donde el uso político de la justicia es un indicador claro de deterioro democrático.



    La persecución no fortalece al poder. Lo desnuda. Hoy es Casar. Mañana puede ser cualquiera que no aplauda. Y eso, por más eufemismos que se usen, no es transformación.

    Giro de la Perinola

    Toma todo: la crítica, la disidencia, la legalidad.

    Pon todo: el aparato del Estado al servicio del poder.



    Todos pierden: la justicia, las instituciones, la democracia.

    Vuelve a empezar… hasta que ya no quede nada que perseguir.

    Verónica Malo Guzmán

    Verónica Malo Guzmán es politóloga, consultora política y columnista de opinión. Miembro de International Women’s Forum, destaca por su análisis crítico y su experiencia en temas de política y sociedad.

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