Columna invitada

Señor Bedolla, le quedan cinco días

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  • La persistencia del gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, de aferrarse a un cargo que ha demostrado ser incapaz de ejercer, es ya una crisis de Estado que amenaza con socavar la legitimidad del proyecto federal. Su obstinación se basa en una ficción de control, desmentida un día tras otro por la realidad michoacana, y, de continuar, convertirá inevitablemente a la presidenta Claudia Sheinbaum en blanco directo de la indignación nacional.

    El mandato de Ramírez Bedolla nació de una contingencia: su ascenso a la gubernatura fue de rebote, un premio inesperado tras la descalificación del candidato original de Morena, Raúl Morón Orozco. Este vicio de origen le negó una base robusta de legitimidad y ha sido un lastre estructural. Hoy, ese mandato frágil ha colapsado bajo el peso de una violencia que ha desmantelado la autoridad estatal hasta sus cimientos. La lista de bajas en su administración es un inventario del terror, pues han sido asesinados siete alcaldes y otros funcionarios municipales, un patrón de violencia política que busca aniquilar la estructura del gobierno local y apropiarse de ella. El crimen más reciente, el cobarde homicidio de Carlos Manzo Rodríguez, presidente municipal de Uruapan, el pasado 1 de noviembre, no es un incidente aislado.

    Pero los homicidios no se limitan a las esferas gubernamentales. La sociedad civil organizada también ha sido silenciada a punta de bala. Líderes sociales icónicos, como el exautodefensa Hipólito Mora, fueron asesinados. También cayó el dirigente limonero Bernardo Bravo.



    El control territorial de los cárteles ha escalado a niveles de conflicto armado. Los caminos rurales en la Tierra Caliente están sembrados de minas antipersona y por sus cielos surcan drones con bombas. El uso de armas para la guerra demuestra que las organizaciones delictivas han obtenido el control en vastas zonas del estado, obligando a agricultores y civiles a vivir en un campo de batalla.

    La infiltración criminal no es un rumor; es un hecho político. En la última elección, los grupos delictivos lograron sembrar a tres de sus operadores en el Congreso local, asegurando que la fuente de la ley y el presupuesto sea permeable a sus intereses. Ramírez Bedolla es la figura institucional que ha presidido este colapso. Esta situación de ingobernabilidad ha comenzado a generar un costo político insostenible para la federación. El enojo de la población, catalizado por el asesinato de Carlos Manzo, ya no se centra sólo en el gobernador. La impresionante y masiva manifestación del viernes 7 en Uruapan, que paralizó la ciudad, llevó a miles de ciudadanos —comerciantes, aguacateros, transportistas— a gritar consignas que revelan el quiebre de la confianza en la federación.

    La presidenta Sheinbaum ha impulsado el Plan Michoacán para la Paz y la Justicia, estrategia que combina el refuerzo de fuerzas federales y programas de bienestar. Sin embargo, la presencia de Ramírez Bedolla al frente de su implementación es un sinsentido estratégico. Tan lo es que, ayer, el plan se tuvo que presentar en la Ciudad de México.



    Michoacán necesita recuperar la autoridad del Estado con mayúscula. Y para eso se requiere alguien distinto en la gubernatura. Un viejo adagio de la política dice que primero hay que barrer y luego trapear. No se puede aplicar el Plan Michoacán con Ramírez Bedolla en el Palacio de Gobierno de Morelia.

    El gobernador debe entender que su permanencia lo ha convertido en un obstáculo para la paz y un lastre político. El mejor servicio que puede hacer a su estado, a la Presidenta y al país es pedir licencia de inmediato.

    Le quedan cinco días. El sábado 15 están programadas manifestaciones nacionales convocadas por la Generación Z y colectivos en todo el país para protestar contra la violencia. Si para esa fecha Ramírez Bedolla sigue en el cargo, el blanco primario de las protestas a nivel nacional ya no será él, sino la Presidencia. Su dimisión es la única acción de responsabilidad que puede desconectar políticamente la crisis michoacana del proyecto federal. Quedarse es sabotear. Debe irse.

    2 comentarios
    1. jorge sánchez rios

      Plan Michoacán para la Paz y la Justicia, dice la presidentA en sus mañaneras y que el pueblo este informado que no va haber guerra contra el narco, luego entonces para que chingaos señala un plan de Paz para Michoacán si no existe guerra, seria entonces Plan Michoacán para evitar una guerra.



    De Hermosillo, Sonora

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