¿Acaso Sheinbaum y su ventrílocuo pensaron que los mexicanos nos íbamos a convertir en meros espectadores de nuestro propio suicidio y que nos resignaríamos al desmantelamiento de nuestro futuro? La 4T subestimó el peligro de despertar al México Bronco.
El coraje juvenil se desbordó ante la inmovilidad de sus padres cuando un grupo de cleptómanos nos robó el país. Las redes sociales jugaron un papel incontrovertible.
En el 15N los jóvenes decidieron recuperar las instituciones y nuestra democracia, por lo que, por lo pronto, solo derribaron las vallas de acero sin penetrar, todavía, en Palacio Nacional. Sheinbaum debe entender las dimensiones del peligro y renunciar con tal de recuperar la paz pública de México, para lo cual debe convocar en un plazo de 90 días a la nación para integrar un nuevo INE y otro tribunal federal electoral y acto seguido, una vez nombradas las nuevas autoridades electorales, éstas puedan organizar sufragios federales en los siguientes 90 días para elegir a un nuevo jefe del Ejecutivo y a otro Poder Legislativo, en donde no tendría cabida nadie de la 4T. Si Sheinbaum no renunciara a pesar de la ingobernabilidad reinante, tendría que mantenerse por medio de la Guardia Nacional, que tal vez se negaría a masacrar a la muchedumbre ávida de justicia, porque, de hacerlo y asesinar a los jóvenes, el incendio del país sería incontrolable.
Lo anterior podría ser tomado como una exageración, una ingenuidad, aceptado, solo que Sheinbaum también padece un intenso fuego amigo y que este movimiento social en contra de Morena se expandirá ferozmente en un plazo muy breve.
Si el pueblo quita y el pueblo pone, es hora de demostrarlo. Es el final de la 4T, de un narco Estado corrupto y retardatario. A Sheinbaum le corresponde escoger si la desaparición de ese siniestro movimiento se ejecutará con sangre o sin sangre. Si ella impusiera a balazos un estado de excepción para reprimir las marchas y las garantías individuales y, así llenar las cárceles de presos políticos, la convulsión social acabaría con todo.
¿Qué sigue, Sheinbaum?

La asesoría de Diaz Canel la tiene hundida . . . y atada. Ahora es capaz de recurrir, sin tapujos, al mismo Vladimir Putin . . . Al tiempo.