Kenia López Rabadán, del PAN, llegó apurada al Palacio Legislativo. La presidenta de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados venía del desfile militar con motivo del 115 aniversario de la Revolución Mexicana.
Nos topamos con ella en los pasillos del Palacio Legislativo. Tenía prisa. Iba a una conferencia de prensa. Nos dio tiempo de preguntarle “¿cómo te fue con la Presidenta?”.
“Es el discurso más duro de todo su mandato”, respondió, sin el menor asomo de duda.
Pensamos que era en off the record —fuera de grabadora—, pero lo repitió ante la fuente del Senado:
“No puedo compartir un discurso que divida a los mexicanos porque la división le hace daño al país… No puede haber blanco y negro, no puede haber buenos y malos…”.
—¿No teme que no la vuelvan a invitar?, preguntamos en la conferencia de prensa.
Sonrió antes de responder. Cito textual lo que dijo: “Hoy describían el régimen de Porfirio Díaz y justamente señalaban que en el régimen de Porfirio Díaz, o sea, a la oposición, quien pensaba distinto, evidentemente, no tenía espacio.
“Yo confío en que, en este momento de nuestra historia, hay espacio para que los Poderes podamos expresarnos… hay un país que necesita un mejor presente, un mejor futuro y hay que construirlo entre todos, más allá de los partidos”.
Nos dio curiosidad lo declarado por Kenia. Buscamos la versión del discurso y al terminar de leerlo, concluimos que el México de la 4T no es el que se describió en la ceremonia.
En el discurso oficial se reivindicó el México de la Cuarta Transformación.
Se dijo que hay paz, justicia, libertad y prosperidad compartida. Hasta la honestidad se presumió.
Nada se dijo del territorio controlado por el narco. Tampoco de la violencia criminal que diariamente enluta a las familias mexicanas.
Mucho menos de las extorsiones que arrebatan a los ciudadanos el producto de su trabajo. Los desaparecidos desaparecieron.
Tampoco se habló de la destrucción del sistema de justicia para poner uno a modo –ya lo estamos constatando— ni de la división de Poderes, que sólo existe en el papel. Hoy, el Legislativo y el Judicial obedecen al Ejecutivo.
Tampoco de los múltiples escándalos de corrupción registrados en tiempos de la 4T: huachicol fiscal, La Barredora, el Klan, las visas retiradas a prominentes morenistas…
Fue un discurso excluyente que, efectivamente divide a la población entre buenos y malos. En la “democracia” de Morena no se dialoga con la oposición. México está dividido entre los “honestos” de la 4T y los “corruptos” del pasado.
Se denostó a la oposición, con la que no se dialoga y a la que se acusa de querer regresar al “Porfiriato”.
Dijo: “Quienes hoy reivindican la mano dura, la fuerza por encima de la ley, los que reivindican la ultraderecha o esa libertad que sólo reivindican los privilegiados, no conocen la historia de México ni a nuestro pueblo.
“El Porfiriato de entonces es el mismo al que quieren convocar ahora; al del despojo, al del exterminio silencioso; al de la esclavitud; al de una prensa callada, al de una paz impuesta.
“Tampoco hay que olvidar el periodo previo al de la actual transformación: 36 años de regresiones, desigualdad, corrupción y privilegios”.
Se puso a la 4T a la altura del México de la Independencia, la Reforma y la Revolución. “Está fuerte porque hay honestidad, resultados y amor al pueblo”.
Dijo más:
“El que convoca a la violencia se equivoca.
“El que alienta el odio se equivoca. El que cree que la fuerza sustituye a la justicia se equivoca.
“El que convoca a una intervención extranjera se equivoca.
“El que piense que aliándose con el exterior tiene fuerza se equivoca.
“El que cree que las mujeres somos débiles se equivoca.
“El que cree que la transformación duerme se equivoca.
“El que piensa que las campañas de calumnias y mentiras hacen mella en el pueblo y en los jóvenes se equivoca.
“El que piensa que el pueblo es tonto se equivoca.
“Mexico —sintetizó— vive un momento que antes parecía imposible. Hoy, el poder ya no se usa para someter, sino para servir. Ya no hay imposiciones ni privilegios. Hay Constitución, hay democracia, hay un gobierno que escucha, que respeta y que responde al pueblo.
¿Coincide? Yo no.
