Ayer ingresó al penal del Altiplano Jorge Armando Gómez Sánchez, El Licenciado. Es, según las autoridades, “uno de los autores intelectuales, de los que planearon el homicidio de Carlos Manzo”. Las autoridades han marcado también su relación con el CJNG, el cártel al que se le atribuye el asesinato del citricultor Bernardo Bravo, la influencer Valeria Márquez, el exgobernador Aristóteles Sandoval y los atentados a Omar García Harfuch y a mí.
La lista de sus supuestos atentados y ejecuciones de ese tipo es larga. De ser correcta, estaríamos atravesando por la edad de oro de la mayor agrupación de sicariato político del mundo. Pero ¿cuánto de ese relato es verdad y cuánto una salida para desembarazarse de problemas e investigaciones que no pueden hacerse? ¿Qué es el CJNG en realidad? ¿Un Estado dentro del Estado mexicano? ¿Un poder tan ensoberbecido que mata incluso en contra de la lógica criminal clásica?
La Evaluación Nacional de Amenazas de Drogas 2024 de la DEA esquematizaba al CJNG como una eficiente estructura financiera que vendía su marca en franquicias con el objetivo de llegar a gran parte del territorio nacional y estadunidense. Un sistema para multiplicarse con rapidez, contar con liquidez inagotable y desplegar gente sólo en ciertos momentos y ocasiones. ¿Cómo lo categoriza el gobierno mexicano? Lo preguntaré. Porque son demasiados muertos y demasiada violencia política para resignarnos con el enunciado de que, otra vez, “fue el Cártel Jalisco”.
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