A 10 mil kilómetros de distancia, un grupo de mexicanos decidió jugar a los héroes en una guerra que ni entienden ni les corresponde. Montaron una pantomima con cámaras, discursos y barquitos, hasta que el ejército de Israel los bajó del guion. Y claro, ahora son “víctimas” de un secuestro.
Lo curioso es que no se fueron a Sinaloa, a la Sierra de Guerrero, ni al norte de Jalisco, ni a la frontera donde el narco gobierna con más autoridad que cualquier presidente. No. Se fueron a Gaza, porque allá es más fácil señalar al enemigo sin arriesgar la comodidad. ¿Cuántos de ellos alzan la voz por los desplazados de Chiapas? ¿Cuántos denuncian la complicidad del gobierno con el crimen organizado? Ninguno.
Porque eso incomoda. Porque eso tiene consecuencias.
Greta Thunberg, ex niña símbolo del ambientalismo, ahora la porta banderas de palestina, es la mejor representación de la lógica del social justice warrior: moverse siempre al conflicto más viral, al dolor más rentable, al trending topic más compartible.
Militancia con algoritmo estilo TikTok.
Y aquí en México, la 4T aplica el mismo libreto. Simulan pelear con “los poderosos”, mientras mantienen intactas las estructuras de impunidad. Juegan al rebelde desde el poder. ¿No es eso el colmo de la hipocresía?
Se comportan como si aún vivieran en sus casas de campaña en Reforma, cuando hoy son los dueños absolutos de la República.
Pero claro, eligen guerras fáciles. Como en El Príncipe de Maquiavelo: es preferible pelear con débiles que puedan deberte el favor después, que enfrentarte a los que pueden aplastarte. Por eso no se meten con el crimen organizado. Por eso atacan periodistas, opositores, empresarios… todos más seguros que los verdaderos villanos del país.
La gobernadora de Campeche expropia terrenos vinculados a Alito, y lo vende como acto de justicia. Pero el trasfondo es otra cosa: la persecución política se ha vuelto tradición nacional. Los de la 4T no quieren gobernar: quieren venganza. Vienen cargando resentimientos de toda una vida.
No les molesta la riqueza, les molesta no haberla tenido antes.
Por eso hoy tragan con tanto ruido. Casas, terrenos, ropita de lujo, fortunas inexplicables… y ni siquiera cuidan las formas. Como nuevos ricos corrientes, van dejando el rastro de su voracidad. Ya no son los justicieros sociales de antes. Ahora son los nuevos saqueadores, solo que más torpes y más ruidosos que los anteriores.
¿Quieren el poder? Que lo ejerzan con responsabilidad. ¿Quieren justicia? Que empiecen por limpiar su propia casa. Porque si algo está claro, es que la historia no recordará a estos comunistas de iPhone como héroes del pueblo. Los recordará como lo que son: los nuevos corruptos, los nuevos opresores, los nuevos priistas.
Solo que más brutos.
Esta columna es realmente patética. Vergüenza te debería dar haberla escrito. Cómo pseudo psicólogo infieres los motivos de los activistas sin haberlos siquiera contactado.
“Una guerra que ni entienden”. Si tú no entiendes el genocidio es tu problema. Que un grupo de valientes sí lo entienda y actúe en consecuencia más allá de quedarse apoltronadxs en una oficina con aire acondicionado en Hermosillo, habla maravillas de ellxs.
Valientes? Son unos payasos! Éso son! Y esa es la palabra, una guerra que ni entienden! Quieren ser héroes? Que se enrolen en el grupo terrorista, cobarde y asesino que es hamas! Todo lo que quieren son sus 5 minutos de fama, porque está de modo apoyar a Palestina, que no conozco nada de ellos y wuiero ser COOL, por unos instantes y regresar a la comodidad de la casa de mami y papi.
Ya bebé, ya te vimos. Deja de llorar.
Excelente columna! Perfecta descripción de ésos payasos puedo sctivistas. Por qué no se preocupan por Venezuela, Cuba, Corea del Norte, Ucrania, por TODAS LAS MUJERES sufriendo bajo gobiernos islámicos, pero sobre todo, por lo que pasa en su país! Ahora buscan a la presidenta, rogando por más notoriedad, ahora vamos a pagar con nuestros impuestos su regreso? Se fueron por sus medios? Así regresen!!!
La descripción de los morenarcos no pudo ser mejor, resentidos, nuevos ricos.