Ligeramente… bajo el agua

Las lluvias desgajaron cerros, arrasaron pueblos, se llevaron vidas. La incompetencia de las autoridades hizo el resto. Pero que esa rabia no nos vuelva ajenos al dolor de quienes hoy lo han perdido todo. Si uno se acerca a las zonas del desastre, la única respuesta posible es ayudar.

Lo anterior no borra la responsabilidad de quienes debieron prevenir lo evitable. En especial, la de Rocío Nahle, gobernadora de Veracruz, quien minimizó las lluvias y la crecida del río Cazones pese a contar con reportes de riesgo alto de desbordamiento. No alertó, no evacuó, no previno.

Hasta ahora -según datos de Protección Civil federal- hay 64 muertos, 65 desaparecidos y más de 150 municipios afectados en Veracruz, Hidalgo, Puebla, Querétaro y San Luis Potosí. La Ciudad de México tampoco se salva: las inundaciones no se deben solo a la lluvia, sino a la falta crónica de mantenimiento del drenaje profundo y de los colectores pluviales.

Todo colapsado, incluyendo las instituciones… y la responsabilidad política de autoridades morenistas. La 4T pasó seis años culpando a Calderón de todo; ahora, sin regodeo pero con justa impotencia, se puede decir: parte de esta tragedia es herencia de López Obrador, el presidente que desapareció el FONDEN, aquel mecanismo ordenado y eficaz para atender emergencias. La simulación del sexenio pasado pasa factura: ni inversión suficiente en protección civil ni en infraestructura básica, salvo sus obras faraónicas.

¡Qué fácil resulta para las autoridades locales esperar a que “llegue la ayuda federal” mientras la gente clama entre el lodo! ¡Qué cómodo dejar que Sheinbaum sea quien reciba los reclamos y los gritos de ‘¡fuera!’!

No hay manera de disculpar la ineptitud de las autoridades estatales que no revisaron cauces ni diseñaron protocolos ante lluvias inminentes. Ya no se puede minimizar lo sucedido ni esconderlo bajo el agua. Y si la 4T quiere seguir culpando a gobiernos pasados, que recuerde: López Obrador fue el presidente que menos invirtió en infraestructura y mantenimiento en tres décadas, según cifras oficiales de la SHCP y del INEGI.

Mientras AMLO sobrevolaba a los damnificados en helicóptero, Sheinbaum -para sorpresa de muchos- bajó a escucharles. Parecería un gesto “neoliberal”. Ojalá ese “neoliberalismo” se contagie a todo su gabinete.

El Ejército y la Guardia Nacional hacen su parte, pero la coordinación federal sigue siendo un caos. Migrantes veracruzanos en Estados Unidos rentaron un helicóptero para llevar víveres a Ilamatlán y comunidades incomunicadas. Su ayuda llegó antes que la del gobierno. Nada más que agregar: el helicóptero de la gente fue más rápido que el del Estado.

Colapsada la capacidad de Nahle, que tras su sobrevuelo en helicóptero declaró que el río Cazones se había desbordado sólo “ligeramente”… hasta que Poza Rica quedó bajo el agua. Colapsada también la empatía de Clara Brugada, quien prefirió seguir con su informe de gobierno en vez de acudir a las alcaldías inundadas. Ni luto, ni visita, ni respeto hacia los muertos por la explosión de la pipa de gas en la capital.

Y qué decir de Anabel López Sánchez, directora de Políticas de Prevención en la Secretaría de las Mujeres, que celebró su asamblea en Coatzacoalcos mientras comunidades cercanas estaban incomunicadas. No hubo brigadas, ni apoyo, ni coordinación. Solo discurso.

Colapsada la cadena de ayuda: unos que no quieren ayudar por fastidio político; otros que, siendo autoridad, detienen a los particulares que sí quieren hacerlo. No por seguridad, sino por mezquindad.

Ligeramente bajó el agua después de la tromba. Pero el cinismo y la irresponsabilidad gobernantes está a todo lo que da.