Con un cierto aire poético, al cumplirse siete meses de la muerte de Isabel Miranda de Wallace, un tribunal federal confirmó en apelación que tres implicados en el secuestro y asesinato de su hijo Hugo Alberto en 2005 formaban parte de un grupo de secuestradores. Se trata de Jael Antonio Malagón, Alberto Castillo Cruz y Tony Castillo Cruz, quienes enfrentan condenas de entre 36 y 41 años.
El grupo de secuestradores estaría encabezado por César Freyre Morales, preso y en proceso también. Además del secuestro de Hugo Alberto, habrían secuestrado a dos personas. “Realizaban conductas con las cuales se cometían ilícitos, entre otros, secuestros”, determinó por unanimidad el Tribunal.
La noticia se conoció a mediados de semana y es la primera resolución adversa para esas personas con las nuevas autoridades judiciales. Difícil que sus defensores en las cortes y los medios atribuyan esa sentencia a la perniciosa influencia de la vieja mafia del poder, sobre la cual Isabel tendría un control misterioso.
La sentencia puede ser impugnada mediante un amparo directo, pero 20 años después hay evidencia de sobra para seguir afirmando que aquello fue lo que Isabel investigó, persiguió y contó: un secuestro y un homicidio. ¿O su influencia es tan grande que se sigue imponiendo desde el más allá en los tiempos de la reforma al Poder Judicial?
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