Rollo, rollo. Cero sorpresas, ausencia de aires renovadores, las caras de siempre, el cliché de que habrá apertura total a los ciudadanos de a pie y el susurro de que no dependerán de alianzas. Rollo que dominó el acto de relanzamiento del PAN. Rollo y señales supongo no fáciles de entender para los ciudadanos de a pie, por ejemplo, la invitación afectuosa a Guadalupe Acosta o Claudio X, quienes tejen un partido nuevo, rosa, porque, dicen, es hora de intentar algo distinto a los viejos y derrotados PAN y PRI; o el saludo desde España de Aznar y no de Calderón, o la ausencia simbólica de Fox, máximo ganador panista de la historia. Pero nada de eso, a fin de cuentas, importa, porque el resurgimiento se dará en las urnas o no será. Votos que se conviertan en curules y gobiernos locales, y en capacidad de frenar la marcha arrolladora de la 4T. Lo del sábado fue acaso una fiesta sin mucho chiste. Lo esencial se juega en las urnas en 20 meses. Lo dijimos aquí el viernes: si el PAN, en solitario o acompañado, no se impone en 151 distritos (pensemos que la reforma electoral eliminará la representación proporcional) y en cuatro o cinco gubernaturas, ¿qué importancia tendrá su cada vez más irrelevante rollo? Solos ganaron tres distritos en 2024, y acompañados apenas 40. Morena y los suyos triunfaron en 256, 82% del total. Quedan 20 meses.
Columna invitada