En vísperas de las Fiestas Patrias, diversos municipios del país —entre ellos, Culiacán, Sinaloa, y Uruapan, Michoacán— anunciaron la cancelación de las conmemoraciones por la situación de inseguridad en dichas localidades.
Desde aquellos granadazos en Morelia durante el Grito de 2008, estos festejos nunca han vuelto a ser iguales. Las plazas han tenido que protegerse con arcos detectores de metales, como muestra de que los mexicanos vivimos secuestrados por el temor de ser blanco directo o indirecto de un ataque de criminales, con armas que deberían estar guardadas en un arsenal, sólo para ser usadas en caso de una invasión extranjera.
El que tengan que cancelarse el Grito y el desfile del día de la Independencia, porque hay lugares de este país que viven bajo el yugo del crimen organizado es una trágica ironía. ¿En qué momento vamos a independizarnos de la amenaza de los delincuentes y vivir, ahora sí, libremente y en paz?
Y es que la situación de inseguridad que padecemos lleva a preguntarnos qué significa ser un país soberano e independiente. ¿Para cuándo daremos el Grito contra el crimen organizado y las autoridades corruptas que lo hacen posible, y proclamemos, con la valentía de Miguel Hidalgo y el resto de los Insurgentes, que queremos ser libres y vivir sin miedo?
De esto platiqué ayer en Imagen Radio con el historiador y novelista José Manuel Villalpando.
—¿Cómo debemos entender que, en algunas ciudades del país, algunas tan grandes como Culiacán y Uruapan, no se puede llevar a cabo la ceremonia del Grito por razones de seguridad, por la actividad del crimen organizado? Hay una contradicción bastante notoria ahí, la suspensión de las Fiestas Patrias por la presencia de grupos del crimen organizado, ¿no te parece?
—Yo tengo una visión muy particular sobre ese aspecto, con fundamento histórico, de qué es lo que quería exactamente el padre Hidalgo y por qué convocó al pueblo a levantarse y sumarse a la rebelión.
“Es muy sencillo: sí, era la independencia de España, pero como un primer paso. El definitivo era la mejoría de las condiciones de vida de los mexicanos. Utilizando para ello argumentos filosóficos, jurídicos y políticos de su tiempo que siguen siendo válidos hoy en día.
“El reclamo fundamental era el derecho que tenía el pueblo de oponerse a la opresión, y este derecho de oponerse a la opresión que conocía el padre Hidalgo por sus estudios sobre Francisco Suárez, el gran teólogo-jurista del siglo XVI, se vincula perfectamente bien con otros dos pensamientos que él conoció, como son, primero, la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de la Revolución Francesa, donde dice precisamente que el pueblo tiene derecho de oponerse a la opresión y también tiene derecho a la vida, a la libertad, a la propiedad y a la seguridad. Éste es un derecho fundamental que el padre Hidalgo expuso varias veces: el derecho a la seguridad.
“Y otro tema más: el padre Hidalgo conoció parte de los escritos de Thomas Jefferson, particularmente la Constitución del estado de Virginia, donde Jefferson describió y definió lo que es un buen gobierno, que es aquel que crea las condiciones para que los individuos prosperen y sean felices. Así que cuando el padre Hidalgo, el día de su grito afirmó con voz rotunda: ‘¡Muera el mal gobierno!’, estaba precisamente haciendo referencia inversa a esa definición que él conocía y había aprendido: que el buen gobierno es aquel que crea las condiciones para que los individuos prosperen y sean felices. Entonces, es una lástima que no podamos recordar en ciertos lugares del país lo que hizo el padre Hidalgo, precisamente por falta de seguridad, que era uno de los reclamos iniciales de nuestra guerra de Independencia”.
