El traslado de Hernán Bermúdez Requena de Paraguay a México es el más largo que recuerdo. Sólo como ejemplo, cuando en 2019 el gobierno de López Obrador “rescató” a Evo Morales de Bolivia, el avión, si no me equivoco el mismo que trasladó al exsecretario de Seguridad, hizo una escala en Paraguay (de donde fue expulsado Bermúdez Requena) y unas 12 horas después ya estaba en la Ciudad de México. Bermúdez, acusado de ser el fundador y líder del cártel de La Barredora, llevaba al momento de escribir estas líneas casi dos días desde que partió de Asunción, con una larga escala de 12 horas en Bogotá, otra larguísima en Tapachula y con reporteros y fuerzas de seguridad desplegadas desde la tarde del miércoles en el aeropuerto de Toluca, al que llegó un día después.
Si se quiere abonar a la sospecha no se podría haber realizado un viaje más largo. Toda la prisa que le imprimió la SSPC federal para lograr una rápida expulsión de Paraguay, se convirtió en una inexplicable lentitud para que llegara a México. Por lo pronto hubo muchas horas para que Bermúdez Requena hablara con quienes lo acompañaron antes de que realizara su declaración ministerial llegando a México.
El episodio es una muestra más de cómo toda esta investigación, que involucra tanto al cártel de La Barredora como al llamado Marinagate, todo este mecanismo de contrabando de combustible es una trama, en la cual cada vez que se intenta alejar el fuego de sus principales protagonistas políticos en realidad se avivan las llamas.
Estos días, con la muerte de ese gran actor y director que fue Robert Redford, veía en un largo vuelo y por enésima vez una de sus películas más conocidas, Todos los hombres del Presidente, la historia de cómo se investigó el caso Watergate, que terminó con la renuncia de Richard Nixon. Las similitudes con lo que estamos viendo son manifiestas: un presidente popular (Nixon había sido reelegido arrollando a sus opositores) que se involucra en un acto ilegal (en su caso, el allanamiento de las oficinas del partido demócrata en el edificio Watergate), un caso que comienza siendo descubierto tangencialmente por una investigación periodística y que cada vez que se quiere distanciar u ocultar su participación y la de su equipo con una mentira o acto de presión, mientras se descalifica a periodistas y medios, con esas mismas mentiras se va develando una trama tras otra, hasta dejar totalmente expuesto al mandatario.
En el caso de La Barredora, el gobierno en lugar de fortalecerse en torno a su propia historia ha hecho de todo para tratar de limitar los daños y no llegar hasta Adán Augusto López y otros personajes relacionados con una organización criminal que fue creada y operada durante el sexenio pasado y que iba mucho más allá de Bermúdez Requena. No sólo eso, la historia de La Barredora se está ligando íntimamente con la otra trama que se trató de contener: la del llamado Marinagate. Los vasos comunicantes entre ambas operaciones criminales con sus personajes centrales son públicos y ante cada negativa, ante cada intento de evitar la investigación sobre Adán Augusto López o sobre el exalmirante secretario Rafael Ojeda, en realidad se está haciendo más evidente su presunta participación.
En el caso Watergate se hizo tanto para proteger al presidente Nixon y a sus colaboradores más cercanos, que los desmentidos y mentiras fueron cercando al mandatario hasta que el círculo se cerró en torno al presidente y sus colaboradores. En las historias sobre el contrabando de combustibles y La Barredora, las contradicciones son tantas, que van desde algo que debería ser muy sencillo, como especificar en qué fecha inició la investigación (la presidenta Sheinbaum confirmó que comenzó en marzo, lo que desmiente lo dicho por el fiscal Gertz sobre la denuncia de hace dos años del exsecretario Ojeda) hasta la relación de involucrados: es imposible que una red tan vasta que funcionaba en buena parte del país haya sido operada por un puñado de personas, tan imposible como que se pudieran operar aduanas, trenes, barcos, distribuir y comercializar millones de litros de combustible sin complicidades de todo tipo.
Olvidando además que hay pruebas, tanto en Tabasco como en el caso de las aduanas, que provienen de las propias instancias de gobierno, como los informes de inteligencia de la Defensa, divulgados por Guacamaya Leaks, que vienen desde 2021.
Por debajo, esas redes se fueron entrelazando con el robo de crudo en Tabasco y Veracruz por los grupos de la barredora, su envío a Estados Unidos por la red que operaba en la frontera, allí se refinaba y la gasolina era regresada a México con todas las redes de complicidad imaginables. Y después se distribuía, comercializaba y las ganancias, que según datos oficiales rondan en los 180 mil millones de pesos sólo en el 2024, se tenían que lavar y redistribuir entre los implicados.
En su discurso del 16 de septiembre, el almirante secretario Morales dijo que se seguirá con la investigación “se trate de quien se trate”. Así tendría que ser, porque tratar de mantener el equilibrio entre Palacio Nacional y Palenque será cada día más complejo y difícil para la administración de Sheinbaum. Vean la película de Robert Redford, porque en estos casos los sospechosos son, también, todos los hombres del presidente.

don Jorge, los americanos hablaron con bermudez, le manifestaron que diga la verdad a las autoridades mexicanas habra proteccion para su familia tipo ovidio, , de no ser solicitaran al gobierno mexicano su extradiccion por terrorismo.
¡Habló el insider! 🤣🤣🤣