Columna Atalaya

Sheinbaum culpa a EU, pero el gatillo lo jalamos aquí

Atalaya

A nadie debería matársele por sus ideas. Punto.

Pero en estos tiempos de trincheras digitales y patriotismo de teclado, hasta eso se discute.
Basta con leer los comentarios en redes. Basta con ver los discursos. Basta con vivir en México.

Aquí no ha muerto un Charlie Kirk en plena conferencia, pero ¿de verdad estamos tan lejos de que pase?



La polarización ya está. La violencia también. Solo falta la chispa.

Llevamos años cultivando el odio. Y no fue gratis. Se sembró desde Palacio Nacional. Cada mañana, durante seis años, el presidente anterior, López Obrador, dividió a México entre “pueblo bueno” y “fifís traidores”. Y funcionó. Vaya que funcionó.

Ahora con Sheinbaum vivimos en una olla de presión. Los adversarios no son contrincantes políticos, son enemigos de la patria. Los medios que no aplauden son corruptos. Los jueces que no obedecen son vendidos. Los ciudadanos que disienten, traidores. ¿Cómo creen que termina esa película?



Sheinbaum heredó no solo el poder, también la retórica. Y el cinismo.

Los del grupo oficialista, los de la 4T, aprovecharon esta tragedia para volver a culpar a Estados Unidos por el tráfico de armas. Como si eso explicara los más de 30 mil muertos que tenemos cada año. Como si el problema fuera que llegan las armas, y no que aquí se usan con absoluta impunidad.

¿Qué no el Ejército tiene el monopolio legal de las armas? Y pese a eso, ¿por qué el narco está mejor armado que las autoridades? ¿Sabía usted que no se puede comprar un arma sin pasar por la Secretaría de la Defensa Nacional?



Entonces, ¿de dónde salen? ¿De Walmart en Texas? ¿O de almacenes custodiados por militares mexicanos?

Pero no, de eso no se habla. Es más fácil señalar a Estados Unidos y presentar una demanda internacional. Es más cómodo jugar a la víctima que reconocer que el Estado mexicano, con todo y sus soldados, sus aduanas, sus fiscalías, dejó que el crimen armado se volviera amo y señor del territorio.

Por buscar esa misma comodidad es que ahora culpan a los nintendos de la violencia en el país. Es más fácil culpar a un jueguito que a los lords del crimen en México.



Y mientras tanto, el ciudadano común, ese que ni arma ni escolta tiene, queda atrapado entre dos fuegos: el del narco y el del discurso oficial.

Porque sí, el disparo del arma mata, pero también mata el discurso que deshumaniza. También mata la narrativa que justifica la violencia “contra los conservadores”, “contra los neoliberales”, “contra los traidores a la patria”. También mata la presidenta que repite cada mañana que “la prensa se porta muy mal”, que “la Corte es corrupta”, que “los empresarios son egoístas”.

También mata la indiferencia.



Y no, no se trata de exagerar. Se trata de anticipar. Si en México ya tenemos odio, ya tenemos armas, ya tenemos impunidad… lo único que falta es el pretexto.

¿Un periodista que incomoda? “Él se lo buscó.”
¿Un activista incómodo? “Seguramente tenía nexos.”
¿Un opositor asesinado? “En qué andaba metido.”

Y todos callados. Como siempre.



El problema no es solo la violencia física. Es la violencia política, discursiva, institucional, ideológica. Esa que no deja sangre en el piso, pero sí cicatrices en el país.

Y esa violencia también mata.

Por eso, cuando Sheinbaum habla del tráfico de armas como si fuera el único problema, solo confirma lo que ya sabíamos: el gobierno no tiene intención de resolver la violencia. Solo quiere seguir usándola.



Usarla como herramienta de control. Usarla como amenaza implícita. Usarla como excusa para justificar más poder, más silencio, más miedo.

Pero no se equivoquen. Las armas no son el problema.

El problema es quién las tiene.



Este 15 de septiembre no hay nada que celebrar.

Y no, no es por los muertos del sexenio pasado, aunque bastaría. Es porque desde el inicio, esta “independencia” fue una mentira.

Miguel Hidalgo gritó libertad… pero para imponer una monarquía.



La guerra no nos liberó de un imperio, nos entregó a otro.

Y cuando por fin nos “independizamos”, lo hicimos con un emperador europeo a la cabeza, Iturbide, coronado como si hubiéramos ganado una corona, no una república.

¿Y después? Golpes de Estado, caudillos, dictaduras, fraudes, masacres, simulaciones.



Hoy solo queda el ritual: fuegos artificiales, banderas por todas partes y un grito desde un balcón lleno de cómplices.

Festejamos una libertad que nunca llegó. Una patria secuestrada por el poder de turno.

Lo único verdaderamente libre en este país… es la impunidad.



Así que no, no hay nada que celebrar.

Ni ayer con Hidalgo, ni hoy con Sheinbaum.

Juan Luis Parra

Juan Luis Parra es licenciado en Mercadotecnia, diseñador web y programador con más de 8 años de experiencia. Director de SonoraPresente y fundador de AgenciaSP, actualmente lidera proyectos de publicidad y diseño en varias industrias. juanluis@sonorapresente.com

De Hermosillo, Sonora

Para todo el mundo.

Edición: 

Online desde el 2010

© Copyright 2024 SonoraPresente | Todos los derechos reservados. Nuestra información está siempre verificada y nos esforzamos por otorgar el debido crédito a la fuente original.

Si usted quiere hacer una reclamación o solicitar bajar un contenido, haga clic aquí para iniciar el procedimiento.

SonoraPresente

Hermosillo, Sonora, México.

© Copyright 2024 SonoraPresente
Todos los derechos reservados. Nuestra información está siempre verificada y nos esforzamos por otorgar el debido crédito a la fuente original.

Si desea presentar una reclamación o solicitar la eliminación de contenido, haga clic aquí para comenzar el proceso.

SonoraPresente vive gracias a ti

No tenemos grandes patrocinadores ni cobramos en oficinas de gobierno. Nuestra única fuente de ingresos son los anuncios. Si valoras nuestro trabajo independiente, desactiva tu bloqueador del navegador.

Imagen de navegador para la extensión de AdBlock
  1. Haz clic en el ícono de AdBlock Imagen de AdBlock en la esquina superior derecha del navegador.
  2. Selecciona Pausar en este sitio web.

Registration

Forgotten Password?