No me importa que el gobierno de Estados Unidos me haya quitado la visa, dijo ayer de regreso en Colombia el presidente Gustavo Petro. Tampoco al mundo parece haberle importado su lance del viernes al salir a las calles de Nueva York, sumarse a una manifestación proPalestina y pedirles a los soldados estadunidenses que desobedezcan al comandante Trump si les da la orden de sumarse a los ataques en Gaza, que él llamó de principio a fin “genocidio”.
Creo que Petro vio fiesta y se le antojó baile. Y que quizá por pisar Nueva York escalaría en dimensión y tamaño. Pero anoche Petro había desaparecido de los medios europeos y americanos. Demasiadas noticias sobre Israel, Netanyahu, sufrimiento, horror, para tomar en serio el pintoresquismo latinoamericano.
No encontré tampoco un gran eco de indignación en los canales y redes de los cerca de dos millones de colombianos que viven en Estados Unidos, menos en los exportadores que, pese a los aranceles, vieron crecer sus ventas al “Imperio” en el primer semestre.
El propio Petro añadió una cuota de sátira al informar que sí podrá entrar a Estados Unidos porque tiene pasaporte italiano. ¡Mamma mia! Mejor nuestro canciller Juan Ramón pidiendo en las Naciones Unidas, ahí en Nueva York, el fin de los extremismos. Así, en general.
Dejemos los ridículos a Caracas y ahora, tristemente, la farsa a Bogotá.
ERES CONGRUENTE CIRO, SIEMPRE TE ARRASTRAS HACIA EL LADO DERECHO,ES IMPORTANTE QUE CONSERVES TU CHAYO.