Llegó, sorteó los “no-baches” del AIFA y las lluvias de Tláloc, se reunió con la presidenta Claudia Sheinbaum, se acordó un mecanismo de entendimiento… y se fue. Todo en un abrir y cerrar de ojos. Marco Rubio, el secretario de Estado convertido en vocero oficial de los caprichos de Trump, cuya especialidad ha sido señalar a autoridades mexicanas como aliados del crimen organizado (durante años, con diploma honorario en acusaciones ligeras), vino a nuestro país a echarle porras a Sheinbaum -qué bonito gesto-, pero no a firmar ningún acuerdo jugoso.
Quizá ya se veía venir desde la joya de comentario del mismísimo Trump: “México está gobernado por cárteles y la presidenta está muy asustada”. En entrevista con Daily Caller, el presidente naranja confesó que ofreció enviar su ejército a combatir a los cárteles y que Sheinbaum dijo que no. Punto.
Aun así, la visita de Rubio tenía su gracia, aunque fuera eclipsada por el show de Trump: el mismo martes anunció con bombo y platillos el hundimiento de una embarcación venezolana en el Caribe, culpable de transportar droga y de ser parte de un grupo “terrorista”. Todo un espectáculo.
No hay coincidencias en estos avisos. El mensaje es para todos los que quieran escucharlo: narcotraficantes, Maduro y cualquier gobierno cuya bandera ondee en aguas sospechosas. La consigna es simple: si hay droga, Estados Unidos no la deja pasar… a menos que quiera.
Así, Trump se llevó los reflectores mientras Sheinbaum y Rubio quedaban como comparsas de lujo (y ni tanto). Rubio aplaudió, claro: México es el gobierno que más coopera con Estados Unidos en la guerra contra el narco. Pero, ojo, es solo un entendimiento: intercambios de información con un grupo de alto nivel. En otras palabras: “no confiamos en ustedes al 100%”. Sí, hay colaboración en seguridad fronteriza y aplicación de la ley, pero con información controlada, filtrada y censurada por los estadounidenses.
Y una pregunta queda flotando: ¿Rubio dijo algo sobre Julio César Chávez Jr., que cruzó la frontera y ya anda suelto? Esa clase de “olvidos” restan mucho glamour a la confianza. Creo…
En el selecto club de alto nivel está Omar García Harfuch, compartiendo inteligencia con el senador estrella, mientras otros funcionarios quedan fuera. Todo por seguridad… y por desconfianza, claro.
Del lado mexicano, se insistirá: colaboración sin subordinación, en el marco de nuestra “soberanía”. Del lado estadounidense, habrá que descifrar entre líneas qué dice Trump y cómo realmente trabajan ambos gobiernos en este tema tan espinoso.
Marco Rubio soltó la perla: “No hay gobierno que esté cooperando más con nosotros en la lucha contra el crimen que México”. Ojalá esas palabras sirvieran para disminuir la incertidumbre arancelaria… pero sabemos que no. Para nada. Tampoco nos acercan a un acuerdo de seguridad que valga la pena.
Más allá de la pomposidad y el espectáculo mediático, pronto veremos los resultados: extradiciones, algún peso pesado político o militar (yo le doy 24 horas o menos), y la eterna diatriba de que “trabajamos en equipo, no en subordinación”. Ojalá esta reunión deje frutos en seguridad y no solo sirva para engordar el ego naranja de turno… y de la señora de guinda. Pero lo dudo mucho.
