Decía don Andrés Henestrosa que la sonrisa es la caja de música del corazón. Viene de la máxima comprensión de una realidad.
Conversé ayer con el cineasta Luis Estrada, a horas del estreno en 190 países de Las Muertas, su serie de seis capítulos (Netflix, septiembre 10, subtitulada en 36 idiomas, doblada en 16, seguramente la producción más grande que la firma ha hecho en habla hispana).
Escuché concentrado la información vasta que Luis me iba dando, pero su sonrisa lo dominaba todo. Estoy hablando de un director sexagenario que, puede decirse, no tiene ya nada que probar porque, una y otra vez, ha respondido a las altas expectativas con calidad, talento, pasión, espectadores, cine. Pero ahí estaba, como el novato nervioso que va a recibir una oportunidad, con entusiasmo arrasador.
“Es mi proyecto soñado, es mi proyecto más ambicioso”, enfatizó, por si hiciera falta. “Es una producción creo que como pocas veces se ha visto en México, con un reparto de más de 170 actores”.
Suerte a Luis en esta recreación de Las Poquianchis, de Ibargüengoitia, “las mujeres más desalmadas de la historia que nos dejan un retrato de ese México con tanta violencia e impunidad, entonces y hoy”, rubrica el director que, incluso contando el horror, parecería comprender bien ese otro aforismo de Henestrosa: la sonrisa es del alma.
