¿Es prioridad nacional?

¿Cuáles son las prioridades nacionales? ¿De verdad el país tiene que detenerse a discutir si Andy López Beltrán interpuso un amparo o no?

Andy y su hermano Bobby aseguran que jamás promovieron los amparos que, misteriosamente, les concedieron en Zacatecas y en la Ciudad de México. La noticia corrió como reguero de pólvora en redes y medios, alimentando todo tipo de versiones y especulaciones. Una batahola que, sin embargo, distrae de lo esencial: la confusión deliberada entre partido y gobierno.

Yo todavía pensaba —ingenua yo— que Morena, el partido en el poder, era una cosa, y la administración pública otra. Que existía, al menos en lo formal, una separación mínima. Pero no: la presidenta Sheinbaum se apresuró a decir que el hijo del expresidente, hoy secretario de Morena, no interpuso ningún amparo. ¿En qué momento se volvió tarea presidencial defender a la familia López Beltrán?

Si le hacemos caso al Andy que pidió que no lo llamaran Andy, entonces es momento de que muestre que ya es un adulto. Que puede enfrentar a la opinión pública sin esconderse en las faldas de la presidenta de la República. Más aún: ya emitió una carta abierta sobre el asunto. Entonces, ¿por qué no dar una rueda de prensa?

Y si no quiere exponerse a preguntas incómodas —sobre el viaje a Japón, la derrota en Durango o las pérdidas de Morena en Veracruz bajo su gestión—, que al menos denuncie. Que aclare con contundencia que ni él ni su hermano interpusieron, quieren interponer o interpondrán amparo alguno.

Que presenten una denuncia contra quien resulte responsable de haber tramitado esos recursos en su nombre. Y, sobre todo, que exijan investigar a los jueces que, de buenas a primeras, aceptaron y concedieron los amparos. Porque ahí también hay un problema mayor: la ligereza con que se otorgan medidas judiciales que, en teoría, deberían ser de último recurso.

Lo que definitivamente no debe suceder es que la presidenta se ponga a dar explicaciones sobre si los hijos de AMLO están o no bajo indagatoria por temas como el huachicol o el basalto defectuoso del Tren Maya. Para eso están las fiscalías, no las conferencias matutinas ni los mensajes desde Palacio Nacional. El gobierno no tiene la obligación —ni la facultad— de defender a nadie de la 4T, ni de otros partidos, ni de sus familias. Y mucho menos de andar confirmando o desmintiendo si alguien es o no objeto de una investigación judicial.

Si, como insiste Andy, todo esto fue un montaje, entonces que actúe como ciudadano responsable y denuncie. Que se investigue, que se esclarezca y que se deslinden responsabilidades. Sería la oportunidad de demostrar que no se trata de “otros datos”, sino de hechos verificables. Y también de probar que no es simplemente “el hijo de”, sino un político capaz de enfrentar los vaivenes de la vida pública sin recurrir al apellido paterno ni a la protección presidencial.

Porque lo cierto es que el tiempo, la energía y los recursos públicos destinados a un tema del que probablemente nunca sepamos la verdad —¿fuego amigo, enemigo o incluso propio?— deberían enfocarse en problemas mucho más graves: la violencia desbordada, la crisis en los sistemas de salud y educación, la desconfianza en las instituciones, la falta de crecimiento económico.

Defender desde Palacio Nacional la inocencia de AMLO, de su equipo y de sus hijos no es prioridad nacional. No lo ha sido nunca. Y simplemente, no lo es ahora.