El arresto del vicealmirante Manuel Farias, implicado en una red de corrupción vinculada al huachicol fiscal, ha generado satisfacción dentro de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), donde se percibe como un golpe institucional contra la Marina, ejecutado desde el propio Gobierno federal.
Farias, sobrino político del ex secretario de Marina, Rafael Ojeda Durán, fue detenido como parte de una investigación encabezada por la Fiscalía General de la República (FGR). En la Sedena consideran que el escándalo debilita a la fuerza naval ante el gobierno de Estados Unidos, especialmente frente al Pentágono, que ha mostrado interés en operar directamente con la Marina en México.
Cercanos al general Ricardo Trevilla respaldan que se investigue a la Marina, pues observan una ventaja geopolítica para el Ejército y la Guardia Nacional. El tema se volvió más sensible tras la visita a la Ciudad de México del secretario de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, quien, según fuentes, solicitó una revisión del papel de las fuerzas armadas mexicanas en relación con el crimen organizado.
Trevilla, a pesar de su vínculo con el sexenio de Felipe Calderón, mantiene una relación cercana con Palacio Nacional, especialmente con la presidenta Claudia Sheinbaum, quien ha integrado a las empresas militares en sus planes de gobierno, otorgando a la Sedena el control operativo de la Guardia Nacional y respaldo político en momentos críticos, como en el caso del descarrilamiento del Tren Maya.
Diversos gobernadores han externado a Sheinbaum su inconformidad con la actuación del Ejército en sus estados, pero la presidenta ha cerrado filas con la Sedena, alineada con su nueva estrategia de seguridad que implica acciones directas contra organizaciones criminales.
Además, la Sedena mantiene el control administrativo en entidades marcadas por la violencia, como Sinaloa y Tabasco, consolidando su posición como eje central del aparato de seguridad federal.
La detención del vicealmirante también tiene repercusiones en el gabinete federal, particularmente en el entorno del secretario de Economía, Marcelo Ebrard, amigo tanto de Ojeda Durán como de Farias. En Cancillería también se han encendido alertas, ya que Ojeda aspiraba a ser embajador de México en Washington, un cargo que ahora, según fuentes diplomáticas, se considera poco probable.

