Columna invitada

El Grito de Claudia

El Grito de Independencia del 15 de septiembre, en su concepción actual, nació como una suerte de celebración presidencial. Resultó que Porfirio Díaz festejaba su cumpleaños ese día y decidió, en una de esas reescrituras de la historia nacional a la que son tan afectos los dictadores, inventar que el cura Hidalgo esa noche había llamado a los criollos a levantarse y matar gachupines (españoles). Por supuesto que nada de eso sucedió la noche del 15 de septiembre de 1810 (ver la espléndida crónica que escribió hace unos años al respecto Luis González de Alba y que se encuentra en la edición digital de Nexos), fue por lo menos un día después y al concluir una misa. El propio José María Morelos y Pavón reclamaba desde entonces que se celebrara el inicio de la gesta independentista el 16 de septiembre.

El verdadero movimiento independentista comenzó esa mañana, alertado por las detenciones en Querétaro y no tuvo mayor repercusión fuera de El Bajío. En un año fue derrotado, en buena medida por la virulencia de la lucha que encabezó Hidalgo antes de ser detenido, cuatro meses después de iniciado el movimiento. Fue diez años más tarde que se consumó la Independencia y ocurrió luego del abrazo de Acatempan entre Agustín de Iturbide y Vicente Guerrero. Pero la celebración se quedó en septiembre y en 1810. La Independencia se logró con un abrazo, con un acuerdo político, no con una revolución.

Sí había en el siglo XIX algunas celebraciones el 15 de septiembre en la noche. Maximiliano, por ejemplo, fue el primero que decidió dar el Grito de la Independencia en Dolores, Hidalgo. Y Porfirio Díaz al institucionalizar el Grito en 1885, se llevó la campana de Dolores a Palacio Nacional, para poderla tocar esa noche, la de su cumpleaños.



Esa celebración presidencial se mantuvo durante los años de la presidencia imperial, diría Krauze. Pero desde los tiempos de Carlos Salinas, el Grito, como el país, se transformó, y a la celebración y al Palacio tuvieron acceso algunos opositores, tuvieran o no cargos públicos, y siempre quienes estuvieran a cargo de los otros Poderes de la Unión, del partido que fueran. Aunque persistiera la tergiversación histórica del gran evento de Estado, éste se convirtió n uno de los muy pocos, prácticamente ningún otro de esas características, en el que las autoridades del Estado se fusionan con la gente, con el pueblo, en un acto compartido y gozoso de identidad nacional.

Eso, en buena medida, se ha ido perdiendo. Primero, por la poco sensata decisión de que Palacio Nacional dejara de ser un espacio abierto para la gente y se convirtiera en la vivienda presidencial. Una insensatez por donde se le busque: desde los costos hasta la poca funcionalidad, incluso en el símbolo: el presidente en lugar de vivir en un complejo de oficinas como eran Los Pinos, pasó a vivir en un Palacio con el argumento de la austeridad. Y se apropió para uso personal y de gobierno, de un espacio que era del pueblo.

Lo cierto es que lo que era un extraordinario espacio abierto a la ciudadanía, hoy es un poco funcional edificio administrativo y vivienda presidencial al que la gente no puede acceder. Tampoco desde la época de Andrés Manuel López Obrador acceden allí los opositores.



Hasta la llegada de Andrés Manuel, en la ceremonia del Grito estaban invitados,por supuesto, los personajes más cercanos al presidente en turno, pero la ceremonia del Grito se concebía como un evento integrador, por lo menos en términos generales, se invitaba a intelectuales, empresarios, periodistas y dirigentes de los partidos de la oposición.

En los últimos años el expresidente López Obrador no sólo no invitó a nadie que no fuera cercano, sino que excluyó incluso a los otros Poderes de la Unión, no estuvieron invitados ni representantes del poder Legislativo ni del Judicial. Me imagino que en esta ocasión luego de la elección judicial a modo irá el incondicional ministro presidente de la Corte, Hugo Aguilar, y quizá también la panista Kenia López Rabadán, que preside la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Pero poco más.

Ojalá la presidenta Claudia Sheinbaum cambie esa lógica y vuelva a abrir el Palacio Nacional a todos, a los suyos y a los otros. El Grito siempre fue concebido como una ceremonia integradora, en la que todos pudieran tener un espacio y paradójicamente era también una demostración de que la Presidencia de la República, lo mismo que el Palacio Nacional, era de todos y a todos podía acoger. Es difícil cuando desde buena parte del oficialismo los gritos de traidores a la patria se lanzan con tanta facilidad, cuando existe tanta agresión y desparpajo.



La oposición también responde con la misma facilidad, con los mismos estereotipos. Si por un momento pudiéramos pensar en adversarios en lugar de enemigos, en opositores en lugar de traidores, podríamos enfocarnos en lo más importante: luchar contra la corrupción, la violencia y la falta de crecimiento económico. Por lo pronto demos y festejemos esta noche nuestro Grito.

Jorge Fernández Menéndez

Jorge Fernández Menéndez es periodista y analista, conductor de Todo Personal en ADN40. Escribe la columna Razones en Excélsior y participa en Confidencial de Heraldo Radio, ofreciendo un enfoque profundo sobre política y seguridad.

De Hermosillo, Sonora

Para todo el mundo.

Edición: 

Online desde el 2010

© Copyright 2024 SonoraPresente | Todos los derechos reservados. Nuestra información está siempre verificada y nos esforzamos por otorgar el debido crédito a la fuente original.

Si usted quiere hacer una reclamación o solicitar bajar un contenido, haga clic aquí para iniciar el procedimiento.

SonoraPresente

Hermosillo, Sonora, México.

© Copyright 2024 SonoraPresente
Todos los derechos reservados. Nuestra información está siempre verificada y nos esforzamos por otorgar el debido crédito a la fuente original.

Si desea presentar una reclamación o solicitar la eliminación de contenido, haga clic aquí para comenzar el proceso.

SonoraPresente vive gracias a ti

No tenemos grandes patrocinadores ni cobramos en oficinas de gobierno. Nuestra única fuente de ingresos son los anuncios. Si valoras nuestro trabajo independiente, desactiva tu bloqueador del navegador.

Imagen de navegador para la extensión de AdBlock
  1. Haz clic en el ícono de AdBlock Imagen de AdBlock en la esquina superior derecha del navegador.
  2. Selecciona Pausar en este sitio web.

Registration

Forgotten Password?