La tensión entre Ricardo Anaya y Jorge Romero se ha intensificado dentro del Partido Acción Nacional (PAN) ante el reacomodo interno por el control de las candidaturas para las elecciones de 2027, en las que se renovarán al menos 17 gubernaturas.
Este mes, el PAN aprobó una reforma estatutaria con perspectiva de igualdad, impulsada por la Secretaría de Promoción de la Mujer, que busca garantizar paridad en todos los espacios de decisión y establecer alternancia en los órganos internos. “Se busca garantizar la paridad en todos los espacios de decisión, avanzar hacia una igualdad sustantiva, establecer la alternancia en los órganos internos y mantener al PAN como partido pionero en este tema”, explicó Adriana Aguilar, titular del área.
Sin embargo, los cambios estatutarios no fueron bien recibidos por todos los sectores del partido, y han profundizado las diferencias entre dos bloques con liderazgos bien definidos. De un lado, Jorge Romero, dirigente nacional, junto con Santiago Taboada; del otro, Ricardo Anaya, senador, y Marko Cortés, expresidente del partido.
Anaya y Marko Cortés tomaron la delantera al destapar a la gobernadora de Chihuahua, Maru Campos, como su propuesta presidencial para 2030, movimiento que realizaron sin consultar a la actual dirigencia nacional. También incluyeron a la gobernadora de Aguascalientes, María Teresa Jiménez, como otra carta fuerte del panismo para la próxima contienda presidencial.
El bloque de Anaya y Cortés representa una visión más conservadora dentro del PAN, ligada a organizaciones religiosas y cercanas a El Yunque, en contraste con el ala encabezada por Romero, que busca alinear parte del discurso panista a tendencias más progresistas, cercanas al Partido Demócrata de Estados Unidos. En este grupo se ubica Kenia López Rabadán, quien ahora presidirá la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, con el respaldo de Romero.
Mientras tanto, sectores más tradicionales del PAN abogan por mantener un perfil moderado, con el fin de no perder electores que ven en el partido una opción profesional de gobierno. En contraste, nuevas agrupaciones políticas emergen con un discurso abiertamente republicano y trumpista, buscando desplazar al PAN y al PRI del espacio electoral de la derecha mexicana.
Actualmente, la dirigencia de Romero mantiene el control formal del partido, pero la disputa por la definición de candidaturas y el rumbo ideológico del PAN continúa abierta.

