La irrupción del fentanilo como principal negocio del crimen organizado en México ha configurado un nuevo triángulo dorado integrado por Baja California, Sonora y Sinaloa, de acuerdo con el informe Fentanilo no regulado en Norteamérica. Una perspectiva trilateral, elaborado por la organización Global Initiative Against Transnational Organized Crime.
El documento señala que, a diferencia del antiguo triángulo formado por Sinaloa, Durango y Chihuahua —basado en el cultivo de amapola—, la nueva geografía criminal responde a un modelo de producción urbano que se beneficia de la integración económica entre México y Estados Unidos, sin depender de cultivos ilícitos.
Las cifras oficiales respaldan el análisis: del total de 4.7 millones de kilogramos de fentanilo asegurados por el Ejército entre 1990 y 2024, el 92 por ciento corresponde a estas tres entidades, mientras que el 96 por ciento de los 31 millones de comprimidos incautados en ese periodo también se decomisaron en esta región.
A nivel municipal, las principales incautaciones se registraron en Culiacán, Tijuana, Opodepe, Mexicali, Ensenada, Cajeme, Puerto Peñasco, Nogales, Imuris y General Plutarco Elías Calles, lo que confirma la concentración del fenómeno en estas zonas.
El informe destaca además la relevancia de Sonora en la ecuación, ya que comparte la mayor parte de su frontera con Arizona, señalado por autoridades estadounidenses como el estado preferido para el tráfico de armas hacia México. Datos de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos citados en el estudio indican que, aunque Texas sigue siendo el principal origen de armas rastreadas en escenas de crímenes en México, el papel de Arizona ha crecido de manera acelerada.
Los investigadores resaltaron que, pese a episodios de violencia en Sinaloa tras la detención de Ismael “El Mayo” Zambada, la presencia de fentanilo en la frontera no se ha visto afectada. En junio de 2025 no se reportaron escasez ni aumentos de precio en la región Tijuana-San Diego, lo que demuestra que la producción está diversificada.
Cecilia Farfán, coautora del informe y jefa del observatorio de América del Norte de la organización, explicó que este panorama refleja que la integración económica entre México y Estados Unidos también se replica en los mercados ilícitos. En entrevista con Milenio, afirmó que la cooperación binacional es indispensable para enfrentar al crimen organizado.
De acuerdo con Farfán, la crisis de violencia en México y la epidemia de sobredosis en Estados Unidos guardan una simetría en sus cifras de mortalidad: 24 homicidios por cada 100 mil habitantes en México frente a 25 muertes por sobredosis por cada 100 mil en Estados Unidos. A nivel local, Guerrero presenta una tasa de 48 homicidios por cada 100 mil, comparable con las tasas de sobredosis en Columbia Británica y Washington DC, de 47 y 48.9 respectivamente.
El estudio concluye que los ingresos obtenidos por la venta de drogas en Estados Unidos y Canadá fortalecen la capacidad armada de las organizaciones criminales en México, mientras que al norte de la frontera las comunidades padecen la pérdida de cientos de miles de vidas por sobredosis.

