Vidulfo Rosales, flamante secretario de Estudio y Cuenta en la ponencia del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Hugo Aguilar, con un salario de 118 mil pesos mensuales (uno de los mejores en el nuevo Poder Judicial) comenzó su gestión mintiendo.
Cuando hace un mes dejó botados a los familiares de Ayotzinapa, dijo que renunciaba por razones “personales y de salud”, aunque ya había sido visto, incluso salía en una foto con los colaboradores de los nuevos ministros y había trascendido que trabajaría con Aguilar como su asesor.
Entrevistado negó que se fuera a integrar al equipo de Aguilar. Pero desde el día uno estuvo trabajando con el nuevo ministro presidente y ahora se sabe que no será simplemente asesor, como se dijo originalmente, sino que tiene ya una de las posiciones más cercanas al mismo, donde se definen en realidad muchas de las decisiones que toman los ministros.
Vidulfo no parece tener ni la formación ni el perfil mínimo para ocupar esa posición. Lo suyo es otra cosa, es la política en sus vertientes más radicales. Como ya hemos relatado aquí, ha estado relacionado con el ERPI y participó en organizaciones como la Coordinadora Regional de Autoridades Comunitarias (CRAC-PC), al Consejo de Ejidos y Comunidades Opositoras a la Presa la Parota (CECOP) y otros grupos de Tlacoapa, muchos de ellos con un pie en los movimientos armados y otro en el crimen organizado.
Es un viejo enemigo de las Fuerzas Armadas y sobre todo del Ejército, ha mentido constante y conscientemente en la interminable investigación del caso Ayotzinapa y ha manipulado a los familiares y a las autoridades que se lo han permitido.
La acusación que construyeron el entonces subsecretario Alejandro Encinas, el fiscal especial Omar Gómez Trejo y Vidulfo Rosales, como asesor de los padres de Ayotzinapa, estuvo basada en los testimonios de sicarios de Guerreros Unidos que participaron en el secuestro y asesinato de los jóvenes, y que se convirtieron en testigos protegidos a partir de 2020, muchos años después de haber sido detenidos y de haber confesado sus crímenes, a cambio de su libertad. Construyeron una acusación falsa en forma consciente y utilizando a criminales a los que les dieron la libertad. Y en el camino manipularon al entonces presidente López Obrador.
Todas esas declaraciones eran inverosímiles, no estaban sustentadas en pruebas y, eran contradictorias con las declaraciones originales que los nuevos “testigos protegidos” habían proporcionado durante años, ya que algunos de estos sicarios reconvertidos en testigos tuvieron que brindar hasta 11 declaraciones distintas para poder ajustar sus dichos a lo que quería la fiscalía especial e impulsaba Vidulfo.
Todo en vano, porque no tenían una sola prueba. Pero fue suficiente para que en la administración de Andrés Manuel López Obrador se encarcelara durante largos meses a varios militares, al tiempo que los sicarios quedaban en libertad, construyendo una narrativa que se cayó por su propio peso, por su falta absoluta de congruencia.
Hay una historia que sirve muy bien como referencia para entender cómo entiende la justicia el flamante secretario de Estudio y Cuenta de Hugo Aguilar. Vidulfo fue terminante en la oposición a que se otorgara la Medalla Belisario Domínguez a Gonzalo Rivas, un ingeniero de Chilpancingo que salvó la vida de muchos ofreciendo la propia, cuando los jóvenes de Ayotzinapa incendiaron el 12 de diciembre de 2011, mucho antes de los hechos de Iguala, la gasolinera donde trabajaba. Hubieran podido morir decenas de personas si hubieran estallado los tanques de esa gasolinera que guardaban 100 mil litros de combustible. Gonzalo Rivas dio su vida para evitarlo.
Vidulfo no quería que le otorgaran la Belisario Domínguez a Rivas porque eso, decía, sería “criminalizar” a los jóvenes de Ayotzinapa. Es el mismo argumento que ha usado cuando se denuncia la relación de los líderes de esos jóvenes y directivos de la normal con grupos armados y criminales. No se trata de criminalizar a las víctimas, sino de denunciar a los victimarios. Y en la Normal de Ayotzinapa había y hay de los dos: víctimas y victimarios. La justicia, así lo entiende, debe ser selectiva.
Nada tiene que hacer Vidulfo en la SCJN. Decíamos en agosto pasado que uno no dejaba de asombrarse con la configuración de la nueva Corte: el ministro presidente Aguilar, orgulloso de su añeja relación con el zapatismo, su secretario de Estudio y Cuenta, Vidulfo Rosales, con estrechos lazos con el ERPI y ambos enemigos declarados de las Fuerzas Armadas. El nuevo Poder Judicial.
- MOVIMIENTOS
Me dio mucho gusto participar la semana pasada en el relanzamiento de ADN, donde también trabajo, dejando atrás dos etapas clave de ese canal de noticias: primero como Proyecto 40, con la dirección de Luis Armando Melgar, y años después, ya con la dirección de Luciano Pascoe convertido en ADN40, y ahora en ADN Noticias. Me complació especialmente que ese día se le otorgara un reconocimiento por trayectoria a dos queridísimos y muy talentosos colegas y amigos, Mónica Garza y Joaquín López-Dóriga. Fue una gran noche, con amigos de muchos años, de distintos medios y con la mira puesta en el futuro.
También me dio gusto que se concretara la llegada de Jose Antonio Fernández Garza-Lagüera como el nuevo director general de Femsa, donde honrará la notable labor que han realizado en esa empresa su padre, su abuelo y su bisabuelo. Éxito.
