La secuencia uno-dos, primero de la orden de Trump de perseguir a los productores y distribuidores de fentanilo en México, y luego la nota del New York Times sobre cómo el fentanilo sigue circulando por nuestro territorio rumbo a aquel país, son dos indicadores demoledores que mueven a pensar que, hágase lo que se haga, la victoria del gobierno mexicano en ese frente, el de la “droga más terrible de la historia”, es muy improbable.
El régimen encabezado por la presidenta Sheinbaum parece haber hecho cuanto Washington le ha exigido. Pero nada luce suficiente, ni aquí, por el trabajo titánico que resta para reparar tantos años de acompañamiento oficial a los criminales, ni allá, donde, por lo visto, nunca se darán por satisfechos ante el esfuerzo aplicado en el fentanilo.
Los cárteles no se disolverán por un razonamiento de necesidades geopolíticas, y Trump… Trump: siempre querrá más, siempre necesitará más. Ni hablar, son las fichas con que se está jugando esta partida. De nuevo, la mejor de las suertes a la Presidenta, a los secretarios García Harfuch, Trevilla, Morales. Y a los soldados y policías que ponen sus vidas para que las amenazas de Trump no nos terminen de explotar en la cara.