Imaginemos que casi 13 millones de mexicanos juegan el Melate; y de esos trece millones, 9,210,000 le pegan al premio gordo. Imposible ¿verdad? Pues esas eran las probabilidades de que le ‘atinaran’ a lo mismo los 13 millones de mexicanos que votaron en las elecciones judiciales.
Aun así, no importaron los elementos probatorios, las estadísticas y probabilidades. Tampoco los millones de acordeones idénticos. Menos aún que cumplieran con el supuesto de “modo, tiempo y lugar”. Pues estuvieron en el tiempo de la elección, en las manos de quienes se acercaron a las urnas y en el lugar de la elección.
Las observaciones de la magistrada Mónica Soto para decir que no hay pruebas son inadmisibles. Su dicho de que “no hay una sola prueba” simplemente es no ver los acordeones, no escuchar los argumentos ni testimonios y por supuesto no tener el valor ni la dignidad de aceptar lo innegable.
Desafortunadamente no se trata de falta de capacidad, pues ella y los demás magistrados tienen cacumen. Tan solo se trata de una entrega abyecta a una decisión que no fue de esos 13 millones de votantes y tampoco de la Presidenta. Fue de una caterva de individuos (sí, parte del régimen) que lograron acomodar perfectamente sus piezas.
Conforme a lo presentado por el magistrado Reyes Rodríguez Mondragón, de los 7,400 millones de combinaciones posibles para elegir 9 ministros (5 mujeres y 4 hombres), ministros, solo una combinación de entre 64 candidaturas recibió cerca de 41 millones de votos, el 45% del total. Ojo, no olvidemos que por la forma en que se emitían, los votos superaron a los 13 millones de votantes.
Para los seguidores del universo Marvel, esta probabilidad es todavía menor a la que dio el Dr. Strange para poder vencer a Thanos en “Infinity War”. Ni los comics se atrevieron a tanto.
Por supuesto que esto no se explica ni con la “Rosa de Guadalupe”, ni con “milagros”, ni con “buena voluntad”. Tiene una razón mucho más práctica, decadente y pedestre: los acordeones. Una estrategia que se dedicó a repartir millones de estos para así lograr que de forma coordinada millones de personas realizaran la misma exacta combinación, que sería de uno entre 7,400 millones.
Hay más ejemplos que prueban que los resultados fueron inducidos: el índice de Hirschmann (que mide la concentración del voto), así como el índice de homogeneidad geográfica. Estos muestran que en 14 estados se votó exactamente por las nueve mismas candidaturas ganadoras; en cinco estados por ocho de esas nueve y en dos estados más por siete de las nueve.
Pero la magistrada Mónica Soto insistió que “no hay una sola prueba”. De verdad es no querer ver. Da pena y coraje. Lo cierto es *que si todo este andamiaje (entiéndase millones de pesos) destinados a la elección de los magistrados, empezando con la campaña, la convocatoria, la tómbola, el “filtro”, las calificaciones de los participantes, para terminar con el uso de los acordeones, sirviera para de verdad reconstruir la confianza ciudadana y forjar instituciones sólidas, tendríamos un mejor país.
Pero tristemente, no solo fue una farsa monumental, pues quienes debían velar por la certeza, por la verdadera democracia, convirtieron la “verdad jurídica” en otra farsa. Diciendo que solo observaban “acciones ciudadanas espontáneas”.
El fraude empezó con la falsa sobrerrepresentación en las cámaras legislativas y continuó de forma reiterativa y con variaciones en diversas instancias que tenían que haberlo frenado. El TEPJF se convirtió en la última instancia que pudo haber parado esta burla.
Se demostró con números, formas y hechos, pero solo dos magistrados quisieron defender la verdad. Mónica Soto y sus “felipes” prefirieron defender la farsa y consumaron* el fraude sin precedentes.
Tres en Raya
En las pasadas elecciones presidenciales 60 millones de mexicanos salimos a votar. Esto es, hubo una participación ciudadana del 61.04%. El INE informó que se computaron 60 millones 115 mil 184 votos. Gracias a los magistrados Reyes Rodríguez Mondragón y a Janine Otalora, por su defensa de la realidad. La farsa de la farsa de la farsa no mancha su trayectoria.
pues si, nicolas maduro, dicen que perdio las elecciones, pero el dice que gano.